“Nosotros, científicos y periodistas científicos rusos, declaramos nuestra enérgica protesta contra las hostilidades lanzadas por las fuerzas armadas de nuestro país en el territorio de Ucrania. Este paso fatal provoca enormes pérdidas humanas y socava los fundamentos del sistema establecido de seguridad internacional. La responsabilidad de desencadenar una nueva guerra en Europa recae enteramente en Rusia”.
“Es amargo para nosotros darnos cuenta de que nuestro país, que hizo una contribución decisiva a la victoria sobre el nazismo, se ha convertido ahora en el instigador de una nueva guerra en el continente europeo”.
“El objetivo de convertir a Rusia en una gran nación científica no puede alcanzarse cuando las vidas de nuestros colegas más cercanos -los científicos de Ucrania- corren peligro por el ejército ruso”. «Estamos convencidos de que ningún interés geopolítico puede justificar los muertos y el baño de sangre”.
“La guerra solo llevará a la pérdida total de nuestro país, para el que trabajamos». «Exigimos la paz para nuestros países. ¡Hagamos ciencia, no la guerra!”.
Son algunos extractos de la carta-manifiesto publicada en el portal TrV-Nauka (trv-science.ru/), una web de noticias científicas independiente del Kremlin, que a pesar de haber sido borrada por las imposiciones del gobierno de Putin, ya es conocida en todo el mundo al hacer sido ampliamente difundida por medios como Science. Y ya ha sido firmada, de forma pública, con nombres y apellidos, por casi 7.000 científicos o periodistas científicos de toda Rusia.
Una significación pública contra la guerra que no es nada gratuita: además de poder ser condenados al ostracismo administrativo o financiero para sus investigaciones por parte de las autoridades rusas, los firmantes se enfrentan a multas o penas de prisión en virtud de la legislación aprobada hace unos años, que permite a las autoridades rusas perseguir a cualquier ciudadano que critique al gobierno. Una «ley mordaza» que ha sido recientemente endurecida para los que se opongan públicamente a la guerra o para quienes se atrevan a contar una versión distinta a la oficial y hablen de «invasión» o de «guerra» y no de «operación especial» para referirse a Ucrania.
La responsabilidad de la guerra es de Rusia, afirman los científicos
«Un paso a ninguna parte», dijo la chispa
«Una sola chispa puede incendiar la pradera», solía decir Lenin. Y así ha sido en esta ocasión. El iniciador de este movimiento de protesta es Mikhail Gelfand, especialista en bioinformática del Instituto de Ciencia y Tecnología Skolkovo, ubicado cerca de Moscú, y cuya mujer tiene orígenes ucranianos. El científico canceló su conferencia habitual sobre genómica comparativa para hablar por Zoom con su alumnado de la invasión. Tras esto, algunos estudiantes se unieron a las manifestaciones en protesta.
Pero Gelfand sintió que debía hacer algo más, así que subió una carta contra la guerra al portal TrV-Nauka, que él mismo ayudaba a editar. «Es un paso a ninguna parte», confiesa que pensó.
A las pocas horas, ese «paso hacia ninguna parte» había alcanzado la órbita lunar. Casi 700 científicos y periodistas, muchos de ellos pertenecientes a la Academia de Ciencias de Rusia y de enorme prestigio internacional, como el Nobel de Física Konstantín Novosiólov, habían suscrito la carta-manifiesto. Días después eran 7.000.
En una entrevista concedida a Science, Mikhail Gelfand afirma que con la carta pretende tres cosas: “En primer lugar, demostrar que la comunidad científica rusa no es lo mismo que los dirigentes rusos. Segundo, manifestar a nuestros colegas ucranianos que nos oponemos a lo que hace nuestro gobierno y que hacemos lo que podemos para detenerlo. Y tercero, exponer lo mismo a la comunidad internacional con la esperanza de que cualquier acción para castigar a Rusia sea ponderada de tal manera que no se castigue a la misma gente que se opone a lo que se está haciendo”.
Los firmantes afirman estar convencidos de que todos los problemas en las relaciones entre ambos países pueden resolverse pacíficamente. Y critican que, tras desatar una guerra, “Rusia se ha condenado al aislamiento internacional, a la posición de país paria”.
La comunidad científica rusa no es lo mismo que el Kremlin
Esto significa -lamentan los científicos firmantes- “que ya no podremos hacer nuestro trabajo con normalidad: después de todo, realizar investigaciones científicas es impensable sin la plena cooperación con colegas de otros países. El aislamiento de Rusia del mundo significa una mayor degradación cultural y tecnológica de nuestro país en ausencia total de perspectivas positivas”.
“La guerra con Ucrania es un paso a ninguna parte” para Rusia y para la ciencia rusa, subrayan los firmantes. Por eso exigimos la paz para nuestros países. ¡Hagamos ciencia, no la guerra!”.