La pérdida de control de la mayor de las Koplowitz sobre FCC, las turbulencias desatadas desde la Citi de Londres en torno a Abengoa las pasadas semanas, el auténtico desguace que la italiana Enel ha hecho de Endesa, quedándose con todos los activos del antiguo monopolio estatal eléctrico en Iberoamérica, unido a la rebaja por parte de Moody’s de la calificación de OHL inducen a pensar que el proyecto hegemonista de intervención y saqueo está entrando en una nueva fase.
Fase en la que al saqueo de salarios, rentas y pensiones del 90% de la población y la entrada masiva del capital extranjero que hemos visto hasta ahora se uniría un ofensiva frontal y a gran escala contra algunas de las joyas de la corona de la oligarquía española: los monopolios más débiles y con menores defensas de capital del Ibex 35. Ya no se trataría sólo, como hasta ahora, de la compra por el capital extranjero de grandes empresas no monopolistas como Campofrío (líder europeo en el sector de la carne procesada), Pescanova, Deoleo (mayor comercializador de aceite de oliva del mundo), ONO (líder español en comunicación por cable de fibra óptica) o NH Hoteles (segunda cadena hotelera de España). Sino que los tiros se dirigen directamente contra monopolios del Ibex 35, buscando arrebatar su propiedad o su control a algunos de los clanes históricamente más relevantes de la oligarquía española. «El saqueo imperialista ya no se dirige tan sólo contra el 90% de la población, sino también contra los sectores oligárquicos más debilitados» A medida que se acentúa el declive estratégico de la superpotencia yanqui y se ahonda la crisis del sistema imperialista capitaneado por Washington, se ven cada vez más obligados a buscar nuevos “nichos” de negocio, necesitan controlar, ocupar y explotar nueves fuentes de riqueza, aunque sea a costa de sus aliados más débiles y dependientes. Como eslabón débil de la cadena imperialista, la oligarquía española empieza a ver como la voracidad de la burguesía imperialista norteamericana no se contenta sólo con expoliar a pequeñas, medianas y grandes empresas, sino que ahora arremete también para apoderarse de los negocios monopolistas de los sectores más debilitados de la oligarquía española. De Koplowitz a Villar MirLa asfixiante situación de endeudamiento de una de las mayores fortunas de la oligarquía española, Esther Koplowitz, le ha obligado, ante la presión de la gran banca nacional (BBVA y La Caixa en particular), a perder el control de la quinta constructora española, FCC. Si en principio y durante semanas parecíó que era el “especulador” de cabecera del gran capital norteamericano George Soros quien se iba a hacer con el control de la compañía, sin embargo, la ruptura de las conversaciones al exigir Soros una rebaja del 35% sobre el precio de las acciones, hizo que entrara en liza el multimillonario mexicano Carlos Slim. El resultado final, en todo caso, ha sido el mismo: el clan Koplowitz ha perdido el control de FCC.Abengoa, otro monopolio del Ibex 35 asfixiado por la deuda, está también en el punto de mira. Tras presentar sus resultados, la agencia de calificación norteamericana Fitch emitió un comunicado público “alertando” que, según sus cálculos, el endeudamiento de Abengoa era casi el doble del anunciado por la compañía. Provocando con ello un desplome del 58% de su valor en bolsa. «Sectores y clanes de la oligarquía han pasado a estar directamente en el punto de mira de los grandes capitales extranjeros» Casi simultáneamente, OHL, la cuarta constructora española, veía la semana pasada cómo la agencia Moody´s rebajaba la calificación de sus acciones a un paso del bono basura, hundiendo su cotización en más de un 20%. Señalando expresamente cómo “el debilitamiento financiero del accionista de control de OHL, el Grupo Villar Mir, representa una amenaza para la compañía”, es decir, exactamente la misma táctica que la usada contra Esther Koplowitz. De hecho, el Grupo Villar Mir, que en las últimas semanas se ha visto obligado a vender millones de acciones de OHL para intentar sanear sus cuentas, está ya en el 57%, es decir, cada vez más cerca del límite estratégico del 50% que le permitiría mantener el control del grupo.Saqueo económico, degradación políticaLa fase actual en la que parece que hemos entrado estaría caracterizada por dos rasgos principales, uno referido al saqueo económico, el otro a la degradación política. Respecto a este segundo, la “recomposición” del modelo y el régimen político pasaría por instaurar un nuevo sistema de fuerzas políticas en un nuevo modelo político. Nuevo no sólo por la posible incorporación de nuevas fuerzas dentro del sistema, sino por el recambio generacional en la dirección y el liderazgo de las viejas fuerzas políticas. Pedro Sánchez o Susana Díez en el PSOE, Alberto Garzón en IU, tal vez Soraya Saénz de Santamaría en el PP, quizá nuevas caras en UPyD, el inminente relevo de Candido Méndez en UGT,… Nuevas caras y nuevos liderazgos que comparten la característica común de un pensamiento mucho más débil que el de sus predecesores, una talla política sensiblemente menor, moldeados ya plenamente en el régimen político del hegemonismo. Y de los que posiblemente no quepa esperar ninguna ambición de que España mejore su colocación en la cadena imperialista, sino que, por el contrario, acepten y den por bueno el nuevo papel degradado al que el hegemonismo nos ha condenado. La increíble aceleración de la degradación política del país que estamos viviendo estos últimos meses, con el estallido simultáneo de múltiples casos de corrupción, están literalmente demoliendo al PP, debilitando hasta el extremo las líneas de resistencia que en el seno del gobierno se levantaron hace ahora dos años en torno al rescate del sistema financiero. Una degradación política acelerada del país necesaria para abrir las puertas a esta nueva fase del saqueo. Nueva fase en la que sectores y clanes de la oligarquía han pasado a estar directamente en el punto de mira de los grandes capitales extranjeros. En una situación relativamente similar a la de FCC, Abengoa u OHL están, o podrían caer en ella a poco que les apliquen turbulencias similares, otros 8 monopolios del Ibex 35. Es decir, casi un tercio del selecto club de la oligarquía española. No asistimos a una simple “pelea” entre tiburones financieros, unos españoles y otros extranjeros, que en nada nos afecta al pueblo. Lo que se está poniendo de manifiesto es cómo las grandes burguesías imperialistas necesitan comerse una parte todavía mayor de la riqueza española, incluso aquella que hasta ahora permanecía en manos de relevantes clanes oligárquicos. Y esta extrema voracidad necesariamente va a traducirse también en nuevos y mayores padecimientos para el pueblo. Objetivamente, no es lo mismo que los principales recursos del país estén en manos de una clase dominante local, que como tal está obligada a buscar una cierta “paz social”, haciendo concesiones y buscando la mayor estabilidad política, que estén en manos del imperialismo, y en particular del hegemonismo norteamericano. Una burguesía monopolista que, como hemos visto hace sólo unos días en las revueltas de Fergusson, mantiene a un 40 o 50% de su propia población en auténticos “guetos” de absoluta pobreza económica, exclusión social, represión policial y marginación política. Si son capaces de actuar así con su propia población, ¿de que no serán capaces con el pueblo de un país que para ellos no tiene otra clasificación más que, simplemente, “uno de los PIGS”?