El Observatorio

Guiño a México

Se lo merecí­a, pero aparte lo necesitaba. México, sacudido los últimos meses por el triple azote de la crisis, la guerra contra el narcotráfico y la gripe porcina, necesitaba un guiño de complicidad, un signo de apoyo y de reconocimiento internacionales, una señal que pusiera en evidencia que no es en absoluto un «apestado» al que mantener marginado. Y ese gesto ha venido, cómo no, de España, y se ha dirigido directamente a uno de los sí­mbolos más importantes del paí­s, a su principal centro de educación y cultura: la UNAM, la mayor universidad de habla hispana del mundo, el verdadero corazón de México. Con la concesión del premio Prí­ncipe de Asturias, España ha cumplido su obligación, pero a la vez, honra a su galardón con un premiado de gran talla. La UNAM honra el premio.

Aunque la UNAM, en su actual configuración, va camino de cumlir sus primeros cien años de existencia, de alguna manera se puede considerar que sus orígenes se remontan a más de 450 años atrás, cuando se fundó en lo que hoy es la Ciudad de México una de las primeras universidades americanas. Hoy, aquel embrión ha fructificado hasta transformarse en el mayor centro educativo de habla española del mundo hispano, con más de 300.000 alumnos y 35.000 profesores: una verdadera ciudadela educativa en el corazón mismo de la ciudad más poblada del planeta. De sus aulas han salido tres premios nóbeles, centenares de escritores e intelectuales de talla mundial y al menos siete de los premiados hasta hoy con los Príncipes de Asturias en cualquiera de sus modalidades: entre otros, el escritor Carlos Fuentes. La UNAM fue declarada en 2007 Patrimonio Cultural de la Humanidad. El Patronato de los premios Príncipes de Asturias resaltó en el acta de la concesión del galardón “la fortaleza institucional, la calidad y variedad de su oferta académica y de investigación, así como su compromiso con la difusión cultural, el humanismo y las nuevas tecnologías”, que la convierten –en palabras del jurado– en “la máxima casa de estudios del país, y la de más prestigio y reconocimiento en América Latina”. Asimismo, se recuerda –y agradece- la cálida acogida con la que fueron recibidos en sus aulas muchos de los exiliados españoles tras la derrota de la República. La noticia de la concesión del premio fue recibida con gran alegría en todo México, pero especialmente en la propia UNAM, cuyo rector, José Narro declaró que: “Espero que esta nueva noticia marque un punto de inflexión, un punto de estímulo para todos los mexicanos, no sólo para los universitarios”. Los difíciles momentos que atraviesa el país, por la acumulación sucesiva de tres graves crisis (la económica, la guerra contra el narco y la alerta provocada por la epidemia de gripe), late tras estas palabras de agradecimiento. Mientras en otras latitudes y en algunos medios se ha aprovechado esta triple crisis para hablar incluso de México como de “un Estado fallido”, España hace muy bien (y cumple con su deber) al “recordar” a todos que México alberga instituciones culturales de verdadera talla mundial y que, pese a sus dificultades, que sin duda superará, es uno de los países clave del siglo en el que acabamos de entrar. ¡Enhorabuena a México por el premio! y ¡Enhorabuena a España por el gesto! Un gesto que podría completarse en el futuro con un mayor intercambio de estudiantes entre la UNAM y las Universidades españolas, que acentúe aún más la relación universitaria y cultural entre Espa ña y México.