Las consecuencias para nuestro país de la invasión de Ucrania

Guerra en Ucrania, peligro para España

España soporta la losa de una mayor dependencia, y eso significa que vamos a sufrir en mayor medida las consecuencias económicas, sociales, políticas y militares de shocks como el que ya está provocando la invasión rusa de Ucrania.

En España se ha desatado una masiva oleada de solidaridad con el pueblo ucraniano y de denuncia de la brutal invasión rusa. Lo primero es trabajar para paralizar la agresión de Moscú y apoyar a los ucranianos, con ayuda humanitaria o acogiendo refugiados.

Pero una guerra en el corazón de Europa es también un peligro directo para España. Sufrimos directamente las consecuencias económicas, sociales, políticas y militares de este conflicto.

¿Qué consecuencias puede tener para España? ¿Cómo nos afectará a la población? ¿Qué medidas debemos tomar?

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Más atlantistas

A pesar de contar con un gobierno de coalición de izquierdas, España ha formado parte, junto a Reino Unido, Polonia o los países escandinavos, del pelotón de países de la OTAN que más rápidamente han respondido a las exigencias norteamericanas.

Días antes de que los tanques rusos invadieran Ucrania, y cuando muchos países de la UE rehusaban hacerlo, España anunciaba que aumentaba, hasta 800 soldados, su presencia militar bajo mando de la OTAN en el este europeo: 300 efectivos en Letonia frente a la frontera rusa, cuatro cazas Eurofighter en Bulgaria, tres buques en el Mar Negro…

Ahora, la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha anunciado que “la posición de la OTAN es reforzar las fronteras de los países aliados y ahí estará España sin ninguna duda”. Lo que se traducirá en un nuevo aumento de tropas españolas en el este de Europa.

Además, España participa en la Fuerza de Respuesta de la OTAN, preparada para una movilización rápida ante una crisis, activada por primera vez en su historia al estallar la guerra en Ucrania.

Además, Washington pretende que España juegue un papel clave como plataforma energética frente a la dependencia del gas ruso. Las siete plantas de regasificación que existen en nuestro país -el que más posee de toda Europa- recibirían el gas licuado enviado desde EEUU, para distribuirlo al resto del continente.

La guerra en Ucrania está ofreciendo, en primer lugar, el saldo de una España más atlantista, con una mayor participación en el despliegue bélico global norteamericano. No es una buena noticia para nuestro país.

Aparece una España más atlantista, con mayor implicación en el despliegue militar norteamericano. No es una buena noticia

Algunas fuentes afirman que, con una mayor participación en las operaciones de la OTAN, Pedro Sánchez busca más apoyo en el sur de unos EEUU que han priorizado en los últimos años su apoyo a Marruecos. Querer sacar réditos positivos de una mayor sumisión a Washington ha sido siempre una nefasta apuesta. Y cuando se ha buscado “ganar peso internacional” aumentando la cercanía con EEUU, solo hemos obtenido pérdidas.

Si España quiere jugar un papel activo en Europa, debe impulsar en el seno de la UE una posición autónoma respecto a EEUU.

Estabilidad, estabilidad y estabilidad

Este es el mantra que repiten los grandes centros de poder internacionales: queremos estabilidad en Europa. Esto significa, no nos engañemos, reforzar su dominio en cada país, y excluir todo lo que no encaje en sus intereses.

En Italia este mandato significó dinamitar el gobierno donde la Liga de Salvini se acercaba excesivamente a la Rusia de Putin, sustituyéndolo por el reinado tecnocrático de Mario Draghi. En Portugal se ha plasmado con una mayoría absoluta de un partido socialista, que ahora podrá gobernar sin el apoyo de fuerzas más a la izquierda. O en Alemania ha entronizado a un curioso tripartito de socialistas, verdes y liberales, que a pesar de sus diferencias coinciden en “ser europeístas y atlantistas”.

La guerra en Ucrania exacerba todavía más esa exigencia de estabilidad política. En un momento convulso, debe estar garantizado que nadie se sale del guion o crea problemas.

Y la estabilidad es especialmente valiosa en un país tan importante como España, la cuarta economía de la zona euro y una plataforma militar clave para EEUU.

La exigencia de estabilidad es la que impulsa lo que se ha llamado “la vuelta del PSOE centrado”, reforzando que el gobierno de coalición no va a tener “tentaciones de izquierdas”.

Y ha dinamitado al primer partido de la oposición, el PP. Se ha orquestado una “operación relámpago” para en pocos días defenestrar a Casado y sustituirlo por la dirección “moderada” de Feijóo. Los grandes centros de poder internacionales han vetado que Vox pueda entrar en el gobierno, a través de un pacto con el PP. Los “amigos de Putin” en España no pueden sentarse en el Consejo de ministros.

La retaguardia frágil

La guerra en Ucrania, provocada por el belicismo de Putin, es un misil en la línea de flotación de la economía europea. Tras más de dos años de pandemia, la recuperación se pospondrá en el tiempo y aparecerán nuevos problemas.

España va a sufrir más que otros países las consecuencias. Aparentemente debería ser al revés. Alemania depende al 55% del gas ruso, mientras que la exposición española apenas supera el 10%. Pero España soporta la losa de una mayor dependencia, y eso significa que sufrimos en mayor medida shocks como el actual.

La guerra en Ucrania es un misil en la línea de flotación de la economía europea. España va a sufrir más que otros países las consecuencias

El fantasma de la inflación va a perpetuarse. Se acaba de anunciar que se disparó en febrero hasta el 7,4%, una cifra no vista desde 1989, en plena caída del Muro de Berlín. La invasión de Ucrania ha provocado que se disparen el precio del gas y del petróleo, también para España. Lo que se trasladará inevitablemente a los precios de todos los productos y servicios.

Este aumento de la inflación golpea especialmente a las clases populares. Recortando el poder adquisitivo de salarios y pensiones, que se encuentran entre los más bajos de Europa.

Pero las consecuencias pueden ser peores para nuestro país. Ante el nuevo escenario creado por la invasión rusa, el BCE seguramente va a acelerar la retirada de los proyectos de compra de deuda de los países de la UE, y puede subir los tipos de interés, algo a lo que se venía resistiendo.

Ambas cosas nos afectan de lleno. La pandemia ha disparado la deuda pública del 95,5% al 121,8%. Y en un 77% está en manos extranjeras, un récord histórico. El primer tenedor de deuda española es el BCE, con un 33,19% del total. Si deja de comprar deuda española tendremos un problema.

La subida de los tipos provocará que aumenten los intereses a pagar por comprar más deuda. Y España debe 878.589 millones al exterior, otro récord. Esta dependencia de la financiación exterior nos hace más vulnerables, especialmente si la situación económica en Europa empeora.

Es el momento de impulsar un nuevo modelo de desarrollo, más autónomo. Que disminuya la dependencia energética del exterior, no convirtiéndonos en estación de paso del gas norteamericano sino impulsando las energías renovables. Sustituyendo la dependencia de la financiación exterior por más músculo propio, reindustrializando el país.

Sectores que ya sufrieron un durísimo golpe con la pandemia y aún no se han recuperado en una parte importante vuelven a estar bajo la amenaza de una contracción de la movilidad y el consumo no esencial, viajes, gastos extraordinarios…

Pero la amenaza se extiende a más sectores por la repercusión que esta guerra puede tener en los precios de las materias primas, desde los cereales (Ucrania y Rusia son importantes productores de trigo y maíz) a metales como el aluminio y el zinc o el paladio.

En lo económico, la guerra retrasará la recuperación incipiente antes de la invasión y salida de la pandemia. La repercusión directa sobre la población ya se siente, sobre todo en los sectores con menos rentas. Y todo dependerá de cómo se desarrolle el conflicto y su duración.

Debemos exigir al gobierno y a todas las fuerzas políticas unidad para tomar las medidas necesarias que protejan  a la población de las consecuencias económicas, y a la economía nacional, actuando sobre los precios, sobre todo de la electricidad y blindando los sectores estratégicos.