El diferente trato de Bruselas hacia Atenas

Grecia no es Portugal

Ni el pueblo griego ni el gobierno e Syriza, que ha demostrado su firmeza antihegemonista, han dicho la última palabra.

En Portugal el gobierno socialista tiene el apoyo de fuerzas todavía más a la izquierda, como el Partido Comunista Portugués o el Bloco de Esquerda. Y ha desarrollado políticas sociales que han elevado salarios y pensiones o incrementado el gasto en sanidad y educación.

Pero ha contado con un ventaja: la “mano abierta” de Bruselas, que le ha permitido flexibilizar los compromisos de reducción del déficit para disponer de más recursos. Incluso Portugal ha escalado posiciones en la UE, colocando a Mario Centeno al frente del influyente Eurogrupo.

Justo lo contrario de lo que ha sucedido con Grecia. El gobierno de Syriza ha sido sometido a un asfixiante marcaje, y no se le ha concedido la más mínima relajación de unas condiciones que eran draconianas.

Lo ha reconocido el hasta ahora presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, al confesar el pasado mayo que “no fuimos solidarios con Grecia, la insultamos, la injuriamos”. Añadiendo que “hubo muchas presiones para que Grecia saliera de la eurozona”.

El ejemplo de Syriza, de un gobierno bajo un partido independiente que planta cara al FMI y la Troika, no debía salir bien. Era algo más que un tema económico, era una cuestión política de primer orden. Por eso hubo “presiones” -fundamentalmente de Alemania- que amenazaron incluso con expulsar a Grecia del euro, a pesar de la enorme crisis que eso hubiera provocado.

El Partido Socialista Portugués puede encabezar un gobierno progresista, pero es un partido “fiable” que no va a desafiar los límites que impone ni la superpotencia norteamericana, ni Alemania ni la clase dominante portuguesa.

Syriza es otra cosa. Una organización que nace de la confluencia de diversos sectores en las luchas de los años 90, que cuenta entre sus 13 miembros con partidos socialistas, ecologistas, marxistas-leninistas y pensamietno Mao Tse Tung, y que en su programa cuestionaba desde el pago de la deuda a la pertenencia a la OTAN o la continuidad de las bases norteamericanas en Grecia

Que una fuerza independiente y revolucionaria llegue al gobierno es anatema para Washington y Berlín. Por eso todos los cañones se dirigieron sin miramientos contra Syriza.