POR ESTEBAN CABAL

Gobernar desde la ecología política

Ningún gobierno español hasta ahora se ha tomado en serio el paradigma ecológico. El PSOE de Felipe González tuvo la oportunidad de incorporar a la agenda política la cuestión ambiental en 1982, pero no lo hizo. Al contrario, el socialismo fabiano felipista consideraba una amenaza para sus propósitos desarrollistas las reivindicaciones ecologistas.

Luis Hidalgo, fundador y alma mater de Los Verdes españoles en los años 80, lo explica así en el prólogo de mi libro «Historia de Los Verdes»: «En 1983, la agenda política estaba ocupada principalmente en las tareas históricas de modernización de la sociedad y el aparato productivo, de construcción de un mínimo sistema de bienestar, de descentralización del poder político y de incorporación al proyecto europeo. Estas prioridades y la urgencia en sus plazos de cumplimiento, ha hecho que el PSOE y los sucesivos gobiernos de González prestaran una atención secundaria a los problemas ambientales. Durante algún tiempo, su mera enunciación situaba al mentor en el campo de los adversarios del PSOE; y su consideración por las instancias político-administrativas incorporaba restricciones que podían amenazar el proceso de modernización y desarrollo económico implantado por el gobierno».

Ocurrió así que la precaria legislación ambiental en España fue mejorando tímidamente pero no por la voluntad política de nuestros gobernantes sino como resultado o efecto colateral de nuestra incorporación al proyecto europeo. Ni el PSOE ni el PP celebraron jamás el avance de la legislación ambiental, sino que se vieron obligados muy a su pesar a asumirlo por la obligación de transposición normativa de las directivas europeas. Y por la presión constante del movimiento ecologista, muy activo en España, que logró sonadas victorias como la moratoria nuclear.

El bipartidismo siempre despreció los criterios ecológicos. Prueba de ello es que la Constitución del 78 previó la posibilidad de promulgar una Ley General del Medio Ambiente, pero nunca fue aprobada.

Era obvio que la avanzada conciencia ecologista de la ciudadanía chocaba frontalmente con la irresponsabilidad ambiental de nuestros gobernantes. A menudo España tuvo que ser sancionada por la UE por incumplimiento de las directivas europeas en materia ambiental. Sin embargo, la irrupción de Los Verdes obligaba a los partidos tradicionales a tomarse en serio las propuestas del movimiento ecologista. La Ecología Política representaba la posibilidad de enlazar con una dinámica social y cultural de vanguardia que, en el transcurso de muy pocos años, sería proclamada como la única modalidad posible de desarrollo: el desarrollo sostenible.

Como cabía esperar, la etapa de Aznar fue sin duda la más regresiva y nefasta en lo que se refiere a la gestión ambiental. Nadie ignora que el mayor enemigo de la naturaleza es la derecha neoliberal intrínsecamente desarrollista y depredadora. Aznar destruyó el litoral y amplias zonas de enorme valor ecológico permitiendo la especulación y la burbuja inmobiliaria. La corrupción urbanística alcanzó grados superlativos.

Cuando Zapatero fue elegido como presidente y nombró ministra de Medio Ambiente a Cristina Narbona algunos recuperamos una tenue esperanza. En una entrevista que le hice a Cristina Narbona en 2006 y que publiqué en la revista Natural, la ministra anunciaba que, por primera vez, la sensibilidad ambiental no estaría ausente en el Consejo de Ministros. “La energía nuclear –decía Narbona- no es la solución a un mundo sin petróleo”. Y añadía: “yo formo parte de un gobierno cuyo presidente, en su discurso de investidura, dijo muy claramente que quería un modelo energético para nuestro país en el cual hubiera cada vez más energías limpias y cada vez menos energía nuclear”.

Poco duró la ministra, prevalecieron las políticas anti-ecológicas impuestas por los grandes bancos y las multinacionales que Montilla, ministro de Industria, se encargaba entonces de ejecutar. La esperanza se desvaneció.

Luego vino Rajoy emulando a Aznar, aplicando la agenda anti-ecologista neoliberal de las privatizaciones y los recortes. Con ministros tan irracionales como Arias Cañete, que inundó España de transgénicos y entregó nuestra soberanía alimentaria a Monsanto, o como Soria, que proponía criminalizar el consumo de energía solar, nuestro país se convirtió en el campeón del terrorismo biocida.

Por último, la breve etapa de Pedro Sánchez tampoco se ha traducido en una puesta al día en cuanto a criterios ecológicos en la gestión pública.

El 28 de abril tenemos la oportunidad de cambiar el gobierno pero no será suficiente si no conseguimos además cambiar el modelo económico, el modelo productivo y el modelo energético. Y para ello es imprescindible que RECORTES CERO – LOS VERDES logre un gran respaldo de los electores. Porque es la única candidatura ecologista que se presenta, la única capaz de garantizar que los criterios ecológicos estén por primera vez en el centro de la agenda política.

Queremos cambiar el modelo productivo para que cualquier actividad económica genere una rentabilidad social pero también un beneficio ambiental. Por eso vamos a impulsar la economía verde que es la única que puede generar más de dos millones de puestos de trabajo en la próxima legislatura. Los Verdes aportamos esa nueva visión desde la ecología política que garantiza la biodiversidad, la sostenibilidad, la justicia ambiental, la equidistribución de los recursos, la erradicación de la obsolescencia programada como método fraudulento de las multinacionales para esclavizar a los consumidores esquilmado la naturaleza, y nos enseña a poner por delante del mero beneficio económico el interés social y ecológico, y esto es particularmente importante en sectores como la energía, el urbanismo, la agricultura, el turismo…

Esteban Cabal, portavoz de Recortes Cero y Los Verdes.