El president de la Generalitat, Pere Aragonés, acaba de situar un nuevo horizonte, el año 2030, para que Cataluña pueda celebrar un referéndum por la independencia. Pero, al mismo tiempo, sus primeros cien días al frente del govern catalán, han sido calificados por todos con dos palabras: “realismo” y “pragmatismo”.
Aunque parezcan antagónicas, ambas cosas son compatibles. En la era “post procés” en la que Cataluña ya está inmersa, manda la gestión, lo que obliga a olvidar los desafíos rupturistas. Postergando la “independencia” a un futuro lejano, diez años en las actuales circunstancias son una eternidad, que en nada compromete.
Este es el marco en que se celebrará la Diada este 2021, uno en el que las élites del procés, sin dejar de ser peligrosas, están en franco y abierto retroceso.
En la Cataluña post procés las prioridades han cambiado
Ante la Diada, Carles Puigdemont ha vuelto a hacer acto de presencia. Ha llamado al independentismo a “prepararse para la inevitable confrontación con el Estado”. Ha llamado a “combatir cierta corriente narrativa que intenta deconstruir la enorme gesta del 1 de octubre”. Y ha reivindicado el Consell per la República, la institución con sede en Waterloo que él preside, como “la institución que recoge la legitimidad del 1-O”.
Los cambios en la situación catalana los definen los efectos de estas encendidas palabras de Puigdemont: absolutamente ninguno. Hace dos o tres años incendiaban Cataluña, y ahora las proclamas de “la caverna de Waterloo” pasan inadvertidas.
Puigdemont ya no preside la Generalitat, ni directamente ni de forma interpuesta, a través de personajes como Torra. Lo hace ERC, porque los votantes independentistas han premiado a quienes planteaban renunciar a la unilateralidad, a la confrontación abierta con el Estado y a ensoñaciones sobre la posibilidad de ruptura en un plazo relativamente breve.
Ahora Pere Aragonés, el primer president de la Generalitat de ERC en 50 años, ha planteado una nueva meta: que para 2030 sea posible, no la ruptura unilateral, pero sí un referéndum por la independencia acordado con el Estado.
Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, le ha contestado de forma contundente, afirmando que “es irreal plantear un referéndum de autodeterminación a corto plazo”. Añadiendo una petición: “no se deben hacer promesas grandilocuentes, ya que la gente no está por tonterías”.
Pere Aragonés fía la independencia a un futuro lejano… para poder hacer más asumible que se olvide en el presente
Pero Pere Aragonés no está pensando en aventuras de secesión. Fía la independencia a un futuro lejano… para poder hacer más asumible que se olvide en el presente.
Los primeros cien días del nuevo gobierno catalán han estado marcados no por el enfrentamiento sino por el entendimiento con Madrid.
ERC ha votado los presupuestos españoles en el Congreso, Pere Aragonés se ha reunido con Pedro Sánchez, y en la tercera semana de septiembre se van a retomar las reuniones de la mesa de diálogo entre la Generalitat y el gobierno central.
Lo que hoy discuten ambos gobiernos no tiene nada que ver con la independencia, sino con la ampliación del aeropuerto del Prat, la candidatura catalana a los Juegos Olímpicos de Inverno de 2030 -en colaboración con Aragón-, la conexión por alta velocidad de los aeropuertos de Girona y Reus con Barcelona, o -y estas son palabras mayores- la parte de los fondos europeos que estarán bajo control de la Generalitat.
Es significativo que el auténtico hombre fuerte de JuntsxCat, el partido de Puigdemont, en el govern catalán ya no sea un “independentista pata negra”, sino Jaume Giró, ex director ejecutivo de Caixabank.
Las prioridades han cambiado. Con 140.000 millones de euros de los fondos europeos en disputa, que exigen estabilidad, las perturbaciones políticas son “veneno para la taquilla” para las élites catalanas.
Razones de peso
Pero hay otras razones de mayor peso que explican el retroceso del procés. Y en ellas no intervienen las élites catalanas. Están reflejadas en dos recientes encuestas.
La “Enquesta a la Joventut de Barcelona 2020”, realizada por el ayuntamiento de la capital catalana, ofrece un resultado rotundo: el apoyo a la independencia en los ciudadanos entre 15 y 34 años ha caído desde el 38% al 33% en los últimos cinco años.
Y vuelve a demostrarse que el apoyo a la independencia sí entiende de clases. Es del 36% en los barrios más ricos, con rentas de entre 33.000 y 109.000 euros, y se reduce al 27% en los barrios más populares, con rentas por debajo de los 33.000 euros por hogar.
La disminución del apoyo a la independencia no es un fenómeno exclusivamente barcelonés. Se extiende por toda Cataluña.
Es significativo que el auténtico hombre fuerte de JuntsxCat en el govern sea Jaume Giró, ex director ejecutivo de Caixabank
Según el Centre d´Estudis d´Opinió, el CIS catalán, dependiente de la Generalitat, desde 2015 el apoyo a la independencia ha caído 17 puntos entre los encuestados con edades comprendidas entre los 18 y los 24 años, quedándose reducido al 30,4%.
La bajada de la marea rupturista se ha producido en Barcelona, pero también en Girona, histórico feudo independentista, con 12 puntos menos.
Es el rechazo social a la ruptura en la sociedad catalana, una corriente en aumento, incluso entre los que alguna vez votaron a fuerzas independentistas, el motor principal que ha provocado el retroceso del procés.
Mejores condiciones para la unidad
No podemos decir que hayamos llegado al riesgo cero. Ni tampoco que las élites del procés no sean un peligro a tener en cuenta. Siguen teniendo un enorme carácter tóxico, y sobre todo conservan todavía un enorme poder e influencia en Cataluña.
Pero han sido derrotadas. Especialmente sus sectores más agresivos, agrupados en “la caverna de Waterloo”. Aunque repitan que “lo volveremos a hacer”, saben que ya no pueden “volver a la casilla del 1-O”.
Estas son mejores condiciones para defender la unidad, y para que el pueblo catalán pueda poner en primer plano la defensa de sus intereses.
Vamos a enfrentar sucesivas y decisivas batallas: los cambios en la reforma laboral, la nueva reforma de las pensiones, la reforma fiscal… Que decidirán si salimos de la crisis en beneficio de la mayoría… o enriqueciendo a una ínfima minoría.
Y en estas batallas los intereses de los trabajadores, pensionistas o autónomos catalanes, madrileños, vascos, andaluces, gallegos, castellanos… son comunes. Reforzar la unidad va a ser clave para poder defenderlos.