Conversamos con la presidenta de una de las principales organizaciones feministas sobre la maternidad y la gestación subrogada
Amalia Fernández ejerce la abogacía desde 1987, y ha participado activamente en la elaboración de leyes claves para la consecución de la igualdad de oportunidades en nuestro país, como la Ley Integral de Medias contra la Violencia de Género, la Ley para la Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres, o la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Nuestra legislación prohíbe la gestación subrogada, pero no que se inscriba en el registro a un niño fruto de la gestación subrogada en otro país, ¿qué opina de esto?
La gestación subrogada es ilegal en nuestro país, y hacer esto es un fraude de ley. Se trata de querer hacer algo que es ilegal por la fuerza de los hechos.
¿Cree que hay que abrir un debate sobre esto como se ha reclamado en la Asamblea de Madrid?
Pero ¿sobre qué hay que debatir?, esto es una práctica ilegal que convierte en objetos a las mujeres. No entiendo qué es lo que hay que debatir.
Se trata de mercantilizar a la mujer y pretender abrir un debate sobre ello. ¿Qué es lo que hay que debatir?, si está muy claro en nuestra legislación y también lo que significa para las mujeres, convertirnos en vasijas y úteros de otros.
En nuestro país la gestación subrogada está regulada, es ilegal. No estamos hablando, ni si quiera de que exista negocio en las adopciones porque la ley se encarga de hacerlo imposible. En particular la Ley de Adopción Internacional, que pretende evitar la sustracción, venta o tráfico. En nuestro país lo que está pasando es que se está regularizando por la vía de hecho a estos niños y niñas que vienen de un acto previamente prohibido en nuestro país.
¿Por qué hay fuerzas progresistas que lo contemplan o que al menos han respondido tibiamente ante las propuestas para legalizar la gestación subrogada?
Porque vivimos en una sociedad patriarcal, y cuanto más patriarcal es esa sociedad más pueden pasar estas cosas.
¿Qué opina de que se defiende la gestación subrogada pero sin pago o compensación económica?
Que porque no haya transacción económica no deja de ser lo que es. La gestación subrogada es un proceso de cosificación del cuerpo de la mujer que cierra un contrato que no tiene en cuenta los vínculos afectivos y emocionales que van a surgir. Se dice que la mujer tiene libertad para poder firmarlo pero no es verdad. Por una parte porque están las necesidades económicas que llevan a muchas mujeres a hacerlo, pero por otro porque al firmar renuncian a su libertad, que es lo mismo que no tener libertad. Hemos visto a estas mujeres en clínicas y en auténticas “granjas” en países como India, Nepal, Nigeria o Ucrania, y no tienen libertad de movimiento, ni capacidad de decidir sobre su cuerpo porque han firmado un contrato. «Quieren convertirnos en vasijas y úteros de otros»
Cuando se insiste en que es la remuneración la que contiene el hecho delictivo, no es cierto. La explotación del cuerpo de la mujer es lo que condiciona el hecho, no la remuneración.
¿Cuál es el trato correcto al deseo de ser padre o madre?
Existe la adopción y el acogimiento. Hay que abrir las vías para que los niños y niñas lleguen a través de la adopción a las parejas que así lo quieren. El problema es que muchas veces lo que se quiere son niñas de determinadas características. Ahí vienen los problemas, como cuando nacen con Síndrome de Down, o con algún tipo de problemas. Porque en los países en los que es legal, las madres ni si quiera entonces tienen derecho a quedarse con sus hijos, se los queda el Estado.
Se está convirtiendo un deseo en un derecho. El deseo de tener un bebé no puede convertirse en el derecho de alquilar a una mujer como una vasija para gestar óvulos. Pero la ausencia principal es la de los deseos y derechos de las mujeres que van a ser objeto de esa operación. Bajo ningún concepto ni ley se puede aprobar la contratación o mercantilización del cuerpo de las mujeres.«El delito no está en la retribución, sino en la explotación»
A pesar de que en EEUU tratan de poner de fachada que quienes se prestan a la gestación subrogada lo hacen de manera altruista, lo cierto es que no existe el derecho a ser padre o madre, igual que no existe el derecho a tener un órgano a través del tráfico, por mucho que esté en juego la vida humana.
¿Es este un aspecto más de la opresión que existe sobre la mujer para controlar tanto la sexualidad como la reproducción, propia de una sociedad de clases?
Totalmente. No estamos hablando de algo nuevo. Es lo mismo que cuando tratamos el tema de la prostitución, de mujeres al servicio de determinados hombres o de determinadas personas que lo que hacen es aprovechar la situación de necesidad de una mujer con dificultades económicas. Es lo que llamamos la nueva cláusula del contrato sexual. Es la apropiación del cuerpo de la mujer, de su sexualidad, de la capacidad reproductiva de la mujer. Esto no es nuevo. Ahora, mercantilizar la ruptura del vínculo entre gestación y maternidad sí que es una novedad. Los vientres de alquiler convierten a la mujer en una mera vasija de la procreación y remite a una concepción patriarcalista, según al cual las mujeres somos seres destinados a criar y parir a los que otros desean. En este sentido me remito a lo dicho por Laura Nuño*. Estamos volviendo a estar al servicio de otras personas.
Han denunciado desde Themis que la gestación subrogada es una cuestión de género, pero también de clase. Es un peligro pensar en granjas de mujeres alquiladas o compradas para “parir mano de obra”.
En un programa reciente en el que se veía a mujeres ucranianas en una “clínica”, a parte de ver a la mitad de ellas llorando, se podía ver que eran mujeres pobres. Las mujeres que se ven obligadas a hacer esto son evidentemente mujeres pobres, y muchas veces, son enviadas a estas granjas por sus maridos que las llevan más de una vez para procrear y obtener con ello beneficios económicos.
En una situación de tanta desigualdad en la que las mujeres están sumidas en una mayor pobreza, claro que se podría llegar a una situación así, en la que incluso su consentimiento estaría igualmente viciado. Evidentemente es un peligro.