Netanyahu prepara el asalto a la ciudad de Gaza

Genocidio en Gaza: a las puertas de la «solución final» de Netanyahu

Con el total respaldo de Trump, el ultrasionista gobierno de Netanyahu se lanza al asalto de la ciudad de Gaza, donde aún malviven -bajo las bombas y la hambruna- un millón de palestinos. Es el comienzo de la genocida "solución final" de Israel: el exterminio y limpieza étnica de la población civil de la Franja.

Desoyendo la creciente presión dentro y fuera de Israel, ignorando el acuerdo de paz que -de la mano de Qatar o Egipto- ofrece Hamás, el ultrasionista gobierno de Netanyahu, siempre con el total respaldo de la administración Trump, se prepara para tomar por la fuerza la ciudad de Gaza, en cuyas ruinas se calcula que malviven un millón de palestinos.

Es el principio de la «solución final» de este genocidio, perpetrado por Israel y por EEUU: el exterminio y limpieza étnica de la población civil de la Franja.

Antes de este holocausto, en la ciudad de Gaza -la capital y principal municipio de la Franja- vivían una 650.000 personas. Pero las distintas y brutales campañas del Ejército israelí, que a lo largo de veintidós meses ha asesinado al menos a 62.000 gazatíes -el 83% civiles, como ellos mismos reconocen- han estrechado el espacio de tierra no directamente controlado por las tropas sionistas, hasta reducirlo a un 25% o 15% de los 365 kilómetros cuadrados del enclave costero. Eso significa que 2,3 millones de gazatíes, la mitad de los cuales son menores de edad, malviven, agonizan o mueren -bajo las bombas, o de pura sed y hambre- hacinados en apenas 50 Km2.

Se calcula que la mitad, aproximadamente un millón de personas, lo hacen entre las ruinas de la ciudad de Gaza. Tomar por asalto este núcleo urbano -que incluye según el propio ministro de Defensa israelí «fuego intenso, la evacuación de los residentes y operaciones militares»- anuncia un salto cualitativo en la masacre. No sólo por la violencia de los bombardeos o de las tropas de Israel, sino por el propio caos. El ejército hebreo ha emitido órdenes de evacuación, y haciendo alarde de su infinita capacidad para la hipocresía, anuncia que habilitará «zonas seguras» y «hospitales de campaña» en el sur de la Franja. Pero muchos gazatíes -como la familia Al Kafarna, como cuenta El País– advierten que están tan extremadamente débiles y debilitados por la hambruna que no pueden caminar.

La toma de la ciudad de Gaza ya ha comenzado, y las tropas sionistas ya controlan algunos barrios. El grupo de observación Euro-Med Monitor ha registrado la demolición de 400 edificios, incluyendo residencias particulares. Pero para lanzar su brutal asalto al 100%, el gobierno de Netanyahu ha llamado a filas a 60.000 reservistas, que añadidos a los que ya participan en las operaciones actuales en la Franja, sumaría unos 130.000 efectivos.

Ruinas de Gaza – Hassan Bleibel (Líbano)

Israel ultima los planes para su brutal asalto de la ciudad de Gaza justo en el momento donde Hamás -aceptando la mediación de Qatar y Egipto- ha aceptado una propuesta de tregua para terminar con la guerra que es básicamente idéntica a una que Tel Aviv ya había aprobado semanas atrás y que incluye la entrega a sus familias de los 50 rehenes (20 aún presuntamente vivos) israelíes que aún están prisioneros de Hamás a cambio del fin de la ocupación. La violenta toma de la capital gazatí, además de masacrar a miles de palestinos, pondría en gravísimo peligro la vida de estos secuestrados, y por tanto cuenta con la frontal oposición de sus allegados. “Aprobar planes para ocupar Gaza cuando hay sobre la mesa una propuesta [de tregua] para que Netanyahu la apruebe, es un puñal en el corazón de las familias”, denuncia en comunicado el Foro de Familias de los Cautivos y Desaparecidos.

Una prueba más de la nula voluntad del gobierno israelí por el cese de este holocausto, y del total desprecio por la vida de los israelíes en manos de los terroristas.

Es el principio de la «solución final» de Netanyahu: la ocupación y limpieza étnica total de la Franja de Gaza

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Genocidio, matanzas, hambruna… y negacionismo

Mientras que los propios informes confidenciales de la inteligencia militar israelí -desvelados por The Guardian y los medios hebreos +972 Magazine y Local Call– admiten que «el 83% de las víctimas mortales en Gaza son civiles» (una tasa de muertes no militares que no se había visto en las guerras de las últimas décadas), y mientras que la ONU ha declarado oficialmente la hambruna en toda la Franja de Gaza, Netanyahu dice que todo ello es «una mentira descarada», y que su país «tiene una política activa de prevención del hambre».

La realidad es que, según la ONU, «al menos 514.000 palestinos -entre ellos 320.000 niños- están sometidos a una carencia casi total de alimentos». Y que «en un mes se sumarán otras cien mil personas a este padecimiento». Hay sólo cuatro puntos de distribución de alimentos para más de dos millones de personas, gestionados por una pseudo ONG israelo-estadounidense (Fundación Humanitaria de Gaza, GHF). De esos cuatro puntos, sólo suelen funcionar dos y abren sólo… ¡15 minutos!. ¿Cómo distribuyen la comida? Lanzándola al aire, tirándola al suelo… y aprovechando el caos de la muchedumbre hambrienta, que se agolpa sobre los sacos para acribillarla, o incluso para disparar con tanques contra ella. Desde que esta sádica forma de administrar «ayuda humanitaria» ha comenzado a funcionar, se han registrado más de mil muertes y más de 5.000 heridos -por bala- en los puntos de reparto de la GHF.

Pese a ello, desde Washington, Trump ha negado desdeñosamente los informes sobre hambruna emitidos por la ONU, y ha vuelto a apoyar de manera explícita los planes de “conquista total” de la Franja, además de ensalzar a Netanyahu como un «héroe de guerra». Trump ha asegurado que «la guerra en Gaza está muy cerca de culminar», y ha confiado que tendrá un «final concluyente y bastante bueno» en un plazo de «dos o tres semanas».

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Crece la oposición… dentro y fuera de Israel

Borrell ha acusado a Úrsula Von der Leyen -y a su propia sucesora en el cargo, Kaja Kallas- por su absoluta y cómplice «inacción» y «doble moral» ante el holocausto gazatí, criticando que no se rompa el Acuerdo de Asociación UE-Israel

Al mismo tiempo que Netanyahu, con el impulso y el respaldo de Trump, pisa el acelerador en la masacre gazatí, las formas extremadamente bárbaras que está adoptando el genocidio no dejan de generar grietas y contradicciones contra Israel y EEUU.

Primero en la propia sociedad israelí, donde no sólo hay una minoría pacifista -de cientos de miles de personas- que no dejan de manifestarse contra el genocidio, acompañando a los familiares de los secuestrados en su exigencia de parar la guerra, sino donde no dejan de sucederse acciones de protesta como la huelga general realizada en Israel el 17 de agosto, con un seguimiento parcial pero significativo en diferentes empresas, comercios o universidades, y con una manifestación de 400.000 personas en Tel Aviv, una de las mayores en los 22 meses de guerra.

Pero también afloran las grietas en el plano exterior. El ministro de exteriores de Países Bajos, junto a sus homólogos de Interior, Sanidad, Educación y Asuntos Sociales, y otros cuatro secretarios de Estado, han dimitido por la decisión de su gobierno de bloquear la adopción de sanciones contra Israel. Pocos días después, Bélgica anunciaba que reconocerá al Estado palestino e impondrá sanciones contra Israel.

El presidente irlandés, Michael D. Higgins, ha vuelto a clamar contra la tragedia del genocidio en Gaza y el total desprecio de Israel a la legalidad internacional, y ha pedido a la ONU que establezca una fuerza militar internacional para garantizar el acceso humanitario a Gaza, incluso si el Consejo de Seguridad lo veta.

Bélgica anuncia que reconocerá al Estado palestino e impondrá sanciones contra Israel

A estas críticas se ha vuelto a sumar Josep Borrell, ex Alto Comisionado de la UE para Política Exterior, que casi desde el principio calificó de «genocidio» la situación en Gaza y ha acusado a Israel de llevar a cabo «la mayor operación de limpieza étnica desde la II Guerra Mundial». Ahora Borrell ha acusado a Úrsula Von der Leyen -y a su propia sucesora en el cargo, Kaja Kallas- por su absoluta y cómplice «inacción» y «doble moral» ante el holocausto gazatí, criticando que no se rompa el Acuerdo de Asociación UE-Israel, a pesar de que el artículo 2 de dicho acuerdo «obliga a respetar los derechos humanos». Borrell ha denunciado que “la mitad de las bombas lanzadas sobre Gaza son de fabricación europea” y ha instado a “actuar judicialmente contra la masacre” en la Franja.