El tres de marzo de 1976, 5 obreros fueron fusilados y 100 manifestantes heridos en la catedral de Vitoria por las «fuerzas del orden». Romualdo Barroso, Francisco Aznar, Pedro Ozio, José Castillo y Bienvenido Pereda fueron tiroteados el miércoles de ceniza. El núcleo industrial de Vitoria y el 80% de la población activa secundó la Huelga General.
El rimer día de cuaresma las autoridades militares “limpiaron” de “vándalos” y “subversivos”Gasteiz. Los obreros, encerrados y acorralados en la Iglesia de San Francisco fueron obligados a salir con bombas lacrimógenas y disparados según salían. La masacre hizo enmudecer las piedras, pero pronto como una chispa prendió la rabia, Gasteiz perdió el miedo, los vecinos de Zaramaga, Arana o Adurtza socorrieron a los heridos; las clases se interrumpieron, sacerdotes y párrocos enfrentándose al obispo de la diócesis condenaron la matanza, mujeres y ancianos desafiaron a los grises, la ciudad se paralizó, la huelga general se extendió por todo el País Vasco. Las autoridades tuvieron que declarar el estado de excepción. Fue un día muy largo. La tranquila ciudad de Gasteiz se convirtió en una ciudad totalmente sitiada por fuerzas policiales y militares. Barricadas, numerosas detenciones, las carreteras fueron cortadas, también las líneas telefónicas e implantaron el terror en las calles de la ciudad. Gasteiz quería libertad. Con Franco muerto, Arias Navarro como presidente y con Fraga en el Ministerio de Gobernación, máximo responsable de las actuación de “las fuerzas de orden público” el movimiento obrero en España tenía tal furia que arranco conquistas al régimen fascista que hoy serían de programa máximo para los sindicatos. La capacidad de organización de las Comisiones Obreras en toda España era extraordinaria. De las reivindicaciones sindicales se pasó a la lucha por los derechos políticos, a la lucha por la libertad robada.