Robert Francis Prevost es elegido nuevo Papa bajo el nombre de León XIV

Fumata blanca para el mundo… fumata negra para EEUU

Con la elección de León XIV, llamado a continuar por la línea de Francisco, el Vaticano se posiciona contra la dictadura mundial de Trump. Por eso, este papa -más peruano que norteamericano- está siendo duramente atacado por el trumpismo más ultra

Cuando el cónclave de 133 cardenales estaba reunido para elegir una nueva cabeza de la Iglesia, Donald Trump difundió una imagen creada por IA donde aparecía él mismo como Papa. El mensaje desde Washington era claro: queremos un Papa que no se enfrente al imperio, como hizo Francisco… sino que lo bendiga.

La respuesta del Vaticano ha sido contundente: elegir a un Papa norteamericano… pero totalmente enfrentado a Trump. Que nació en EEUU pero ha pasado la mayor parte de su vida en el Sur global. Y que en su primera intervención no hablo en inglés, sino en español… para expresar su identificación con Perú, parte del “patio trasero” que hoy se rebela contra el dominio del vecino del Norte.

Roma, uno de los pocos actores realmente globales que existen, y que por ello EEUU quiere doblegar, no se ha dejado dominar por el imperio. Habrá que esperar para ver cuál es la línea que sigue León XIV. Pero de entrada su elección es una buena noticia para el mundo… y un nuevo fracaso para la superpotencia.

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Y Trump no tuvo a “su Papa”

Quien mejor ha definido el significado global, político, de la elección de León XIV ha sido uno de sus más furibundos enemigos: Steve Bannon, referencia del movimiento MAGA, una de las almas más reaccionarias del trumpismo.

El exorcismo del papa. Badiucao

Bannon considera que León XIV “va a ser un continuador de Francisco, era el peor de los candidatos posibles”. Llega a plantear que es un “Papa ilegítimo”, al deslizar que la suya ha sido “una elección completamente trucada”. Y anuncia una férrea oposición al nuevo inquilino del trono de San Pedro: “sabemos que el nuevo Papa se pronunciará contra la expulsión masiva de inmigrantes. No vamos a ceder. No toleraremos intromisiones”.

EEUU ha querido determinar quien sería el nuevo Papa. Y ha cosechado un sonoro fracaso.

La maquinaria de la superpotencia se puso en marcha para influir en el Vaticano. Francisco había sido el primer Papa procedente del Tercer Mundo, y se posicionó claramente enfrente de Washington en muchos temas clave. Conectando por ello con una inmensa mayoría del planeta. La consigna de EEUU fue “ni uno más”.

Apoyándose en los sectores más reaccionarios de la iglesia norteamericana -un catolicismo ultra que es uno de los motores del trumpismo- EEUU ha querido imponer un Papa a la medida de la superpotencia. Cuando de la mano de Trump pretenden imponer una dictadura mundial, era cualitativo contar con la bendición global de la Iglesia, o al menos con su indulgencia, su pasividad.

Hemos asistido a una batalla global. Y EEUU la ha perdido. Trump tendrá el Papa que no quería. Esta es una excelente noticia

Pero el Vaticano se ha blindado contra las injerencias norteamericanas. Saben que la autonomía frente a la superpotencia es imprescindible para mantener su influencia global. Y que un “viraje ultra” tras el éxito de Francisco sería un suicidio para la Iglesia.

«¡Cónclave amañado!». Clay Bennet (EEUU)

La respuesta de las élites de la Iglesia a EEUU es una obra de orfebrería geopolítica, que bebe de 2.000 años de experiencia en el centro de los asuntos globales.

Tenemos el primer Papa norteamericano, que puede facilitar la interlocución con EEUU… pero en la figura de un cardenal estadounidense que ha denunciado al gobierno Trump por sus ataques contra los trabajadores inmigrantes, se ha enfrentado públicamente al actual vicepresidente norteamericano -el católico ultra JD Vance-, y es especialmente odiado por los sectores más ultras de la iglesia estadounidense.

Un Papa “americano” en toda su extensión. Nacido en EEUU pero que ha vivido durante décadas en Perú, como misionero y como obispo. Y que en ese país ha tenido encontronazos con los gobiernos más proyanquis, como el de Fujimori o el de la golpista Dina Boluarte.

Se ha elegido a León XIV para seguir el camino de Francisco, frente a quien reclamaba una involución ultra, pero bajo formas matizadas, no tan rupturistas como las de Bergoglio. León XIV mantendrá la “apertura” de a Iglesia, pero es más conservador que Francisco en temas doctrinales. Se presenta como un Papa “social”, pero se acoge a la referencia de León XIII, que instauró una doctrina social de la Iglesia reformista, con preocupación por las condiciones de vida de los trabajadores, pero enfrentada a veleidades revolucionarias.

Frente a quien apostaba por aprovechar la desaparición de Francisco para dar un bandazo reaccionario, el Vaticano ha dicho No. León XIV, que fue clave en la disolución y excomunión de la secta católica ultra Sodalicio, es un anatema para los sectores más reaccionarios de la Iglesia.

Hemos asistido a una batalla global. Y EEUU la ha perdido. En los hechos el Vaticano se ha posicionado contra la dictadura mundial de Trump. Es una buena noticia.

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Las primeras posiciones de León XIV

Otro Papa a contrapelo del Imperio

León XIV no va a ser tan “rupturista” como Francisco. Pero por lo que hizo antes de ser Papa, y por los primeros pronunciamientos como Sumo Pontífice, va a seguir un camino que en puntos importantes se enfrenta a lo que quiere imponer la única superpotencia.

Durante su primera misa como nuevo Papa, León XIV se ha posicionada contra el Genocidio en Gaza, clamando por el alto el fuego

La candidatura del cardenal Pietro Parolín, principal favorito antes del cónclave, no obtuvo los apoyos necesarios. Arrastraba un “lastre”: como secretario de Estado de la Santa Sede fue el muñidor del acuerdo del Vaticano con China. Nombrarlo Papa era cruzar un límite que el Vaticano, con su “santa prudencia” no ha querido rebasar.

Pero los 133 cardenales que participaron en el cónclave -la mayoría de ellos procedentes del Tercer Mundo, una de las grandes herencias que deja Francisco- han nombrado a un Papa que ya camina a contrapelo de los mandatos de EEUU.

Como cardenal Robert Francis Prevost ya se enfrentó a Trump. Desde uno de los puestos más influyentes del Vaticano –prefecto del Dicasterio para los Obispos, el órgano que se encarga de seleccionar a los nuevos cardenales- y en su condición de norteamericano, ha denunciado tajantemente las deportaciones masivas de inmigrantes.

Y publicó un tuit que lo retrata, en el buen sentido: “JD Vance está equivocado”. El vicepresidente de Trump, un católico ultra, quiso utilizar a San Agustín para justificar el “America First”. Prevost, agustiniano, se revolvió y le espetó al emperador terrenal: no utilices el nombre de Dios en vano, no te pertenece.

Durante su primera misa como nuevo Papa, León XIV ha planteado dos posiciones que le unen con una mayoría del planeta y le separan de EEUU.

Posicionándose contra el genocidio en Gaza, y también frente al terrorismo: “Me entristece profundamente lo que está sucediendo en la franja de Gaza. Cese el fuego de inmediato. Que se preste ayuda humanitaria a la población civil extenuada y se libere a todos los rehenes”.

Y reclamando “una paz auténtica, justa y duradera” en Ucrania, con una mención especial al “amado pueblo ucraniano”. En un momento donde Trump quiere pactar con Putin un infame reparto de Ucrania que avale la invasión, el Papa reclama paz pero exige que sea “justa”, lo que implica defender a quien es víctima de una invasión. En abierta contraposición con el desprecio y humillación de Trump a Zelenski en la Casa Blanca, León XIV ya ha llamado al presidente ucraniano para transmitirle su apoyo.