El más popular dibujante, socio y amigo de los Ateneos XXI, ha fallecido a los 76 años.
La popularidad de Forges se debe a múltiples factores combinados: sus sencillos pero inimitables dibujos, su mirada inconfundiblemente íbérica, su capacidad de plasmar los signos culturales que nos identifican, los cuatro trazos con los que radiografía a cada una de las tribus que pueblan España, sus contribuciones al lenguaje popular del que se nutre al mismo tiempo que lo enriquece, su instinto de rebelión, de solidaridad…
Con todos estos mimbres Forges nos arrancaba risas a diario, contribución impagable, porque como él decía: «los íberos y las íberas somos unos pueblos que las hemos pasado muy canutas a lo largo de la historia».
Sus fongendros: “Bocata”, “tocata”, “firloyo” o “tontolculo” son palabras inventadas por Forges que hoy usamos con normalidad todos los españoles. Sus personajes Cosma y Blasa, el diminuto Mariano, los narigudos… nos han contado como nadie. Medio gallego, medio catalán y atlético, a los 14 años empezó a trabajar en Televisión Española, donde comenzó a dibujar. En 1964 publicó su primera viñeta en la prensa, en Pueblo. Después colaboró en los principales periódicos y en las principales revistas satíricas que nacieron con la Transición -Hermano Lobo, El Jueves y Por Favor. En el 95 empezo a publicar en las páginas de opinión del País hasta hoy.
Además de sus viñetas en los periódicos, Forges fue publicó varios libros. En 1972 con el título El libro de Forges. Elaboró una ingeniosa historia de España en viñetas, Historia de aquí. Dirigió dos películas, «País, S.A.» (1975) y «El bengador gusticiero y su pastelera madre» (1977) y varias series de humor para la televisión, la última, Deformesemanal (1991), en Telemadrid.