La forma en la que se están negociando el techo de gasto y los presupuestos del próximo año, sin recortes directos en sanidad o educación y a cambio de algunas concesiones, como la subida del salario mínimo y la subida selectiva de impuestos, están ocultando el problema fundamental: el ajuste de 26.000 millones de euros en los próximos dos años que supone cumplir los objetivos de déficit exigidos por la Comisión Europea.
El gobierno de Rajoy ha presentado en Bruselas una actualización del plan presupuestario en el que se compromete a cumplir con los objetivos de déficit marcados por la Comisión Europea: pasar del 4,6% previsto para este año al 3,1% en 2017 y al 2,2% en 2018. En total una rebaja de 2,4 puntos del PIB, equivalentes a un ajuste de 26.500 millones de euros; 16.500 millones solo en 2017.
Así lo han reconocido el propio ministro Montoro y el secretario de Estado de Presupuestos, Alberto Nadal: “El próximo año va a ser muy exigente”.
¿De dónde van a salir los millones de un ajuste tan brutal?
De entrada el techo de gasto fijado en 118.337 millones de euros, supone un recorte de 5.000 millones de euros sobre lo que se aprobó en 2016.
Con la subida de impuestos aprobada por el gobierno (impuesto de sociedades, impuestos sobre el tabaco y el alcohol) pretenden recaudar 4.800 millones de euros. Y recaudar una cantidad aún por fijar con otros impuestos (¿medioambientales?) en 2017.
Seguirán faltando 5.000 millones que penden como una amenazante espada de Damocles sobre nuestras cabezas.
El FMI marca el camino
La delegación del Fondo Monetario Internacional que estos días ha visitado España, exige en su informe al gobierno de Rajoy más ajustes: “Las reformas emprendidas y las medidas adoptadas han surtido efecto”, pero “el ajuste sigue siendo incompleto” y quedan pendientes estructurales, según los comisarios del FMI.
Y “recomiendan”/exigen, para atajar el déficit más ajustes y reformas. Subir impuestos como el IVA, acabando con los tipos reducidos para recaudar 15.000 millones de euros; más impuestos especiales, medioambientales y los carburantes. Que se aplique más mano dura con las Autonomías, revisando la “eficiencia” del gasto en la Sanidad, la Educación y los Servicios Sociales que dependen de ellas. Y que se profundice la reforma laboral, levantando la bandera de acabar con la alta tasa de temporalidad a cambio de facilitar aún más los despidos y “flexibilizar” las condiciones de trabajo.
Los “hombres de negro” del FMI señalan un camino inquietante.
Nos venden que no ejecutan recortes en Sanidad o Educación como antes. No pueden con la nueva correlación de fuerzas. Pero ocultan que se mantienen los que ya han aplicado y los ajustes pendientes que aún no sabemos como ejecutarán. Mientras preparan nuevas reformas que intentarán que pasen con la vaselina de las concesiones. Como la de las pensiones.
Cada mejora o concesión no es gratis, viene con un ajuste detrás. Y habrá que estar alerta para impedir que la espada de Damocles de sus ajustes y reformas acabe cayendo sobre nuestra cabeza.