Entre iglús, tiendas de campaña y retratos de Friedrich Nietzsche, aquello estaba repleto de informantes de los servicios de inteligencia, del Cuerpo Nacional de Policía, de la Guardia Civil y de los principales partidos políticos, más un montón de profesores de sociología y ciencias políticas tomando nota para tesis y tesinas que verán la luz dentro de unos meses.
Esta semana, la Generalitat ha estado a unto de perder el control del Parlament, y la imagen del president Artur Mas descendiendo de un helicóptero en la Ciutadella no es un dato menor de la política europea. No lo es, en absoluto. Las antenas de las principales embajadas extranjeras en Madrid se hallan muy atentas e informes de urgencia se están enviando estos días a las cancillerías de las grandes capitales del mundo. Los Fets de Juny no son un mero asunto interno. Quienes aún creen que en los próximos años podrán modificarse las fronteras interiores de la Unión Europea debieran ser los primeros en saberlo. Esta semana alguien ha jugado al ajedrez y algún día sabremos si todo ha sido radicalmente espontáneo. (LA VANGUARDIA) EL PAÍS.- La indecisión europea y el agudo enfrentamiento entre Alemania, por una parte, y el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea, por otra, están poniendo en peligro la estabilidad financiera de la eurozona y, como un efecto secundario grave, la solvencia de otros países europeos, como es el caso de España, que se enfrentan a un nuevo episodio de crisis de deuda. Los inversores viven en una situación de extremo nerviosismo. Las Bolsas continentales estaban ayer en números rojos mientras la prima de riesgo española llegó a rebasar los 280 puntos básicos, aunque luego retrocediera hasta justo por debajo de esa marca. Un nivel, en cualquier caso, que una economía no puede aguantar a medio plazo si quiere tener expectativas de recuperación y salvaguardar la credibilidad de sus finanzas públicas. EL MUNDO.- El ex presidente del Gobierno Felipe González calificó ayer la situación que vive España como de «emergencia» y aconsejó al nuevo candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, que diga la verdad a los ciudadanos al mismo tiempo que se mantiene firme en la necesidad de incrementar la productividad de los trabajadores y apuesta por el modelo de educación y sanidad públicas. «Sólo en la verdad y contando la dimensión del esfuerzo se puede recuperar la esperanza», afirmó. Opinión. La Vanguardia Fets de Juny Enric Juliana Desde el primer día, en la Puerta del Sol de Madrid había un informante por cada tres acampados. Entre iglús, tiendas de campaña y retratos de Friedrich Nietzsche, aquello estaba repleto de informantes de los servicios de inteligencia, del Cuerpo Nacional de Policía, de la Guardia Civil y de los principales partidos políticos, más un montón de profesores de sociología y ciencias políticas tomando nota para tesis y tesinas que verán la luz dentro de unos meses. Hubo muchos topos en Sol, tocando la guitarra, debatiendo sobre las estructuras profundas del capitalismo, limpiando la plaza para dar ejemplo y cerrando los párpados en las sesiones nocturnas de meditación trascendental. Durante cinco semanas, en las alas este y oeste de la Moncloa, así como en las calles Génova (PP) y Ferraz (PSOE) tuvieron información al minuto de lo que se estaba cociendo en la plaza Tahrir de Madrid. Algunos dirigentes políticos ni siquiera lo escondían: "Nuestra gente en Sol nos dice que…". No es de extrañar, por tanto, que el Centro Nacional de Inteligencia detectase la semana pasada, cuando la acampada ya estaba en fase de desmantelamiento, un posible intento de ocupación del Congreso de los Diputados por parte de una de las facciones más radicales del motín madrileño. Un contundente despliegue policial lo evitó y la entente cordiale entre los protestantes y el primer ministro Alfredo Pérez Rubalcaba terminó bien. Gracias a los espías. No hay Estado sin espías. En Catalunya, donde el Estado adopta hoy el nombre de Generalitat en muchos de los asuntos que afectan de manera directa a los ciudadanos, parece que las labores de información no han funcionado estas semanas de una manera tan fluida como en Madrid. En Barcelona, la articulación de la autoridad siempre ha sido compleja. En mayo de 1937, en circunstancias muy dramáticas y poco parangonables, la Generalitat republicana perdió el control de la plaza Catalunya (ocupación anarquista de la crucial sede de la Telefónica) y el orden público tuvo que ser restablecido por la Guardia de Asalto enviada desde Valencia. La historia lo recuerda como los Fets de Maig. Esta semana, la Generalitat ha estado a punto de perder el control del Parlament, y la imagen del president Artur Mas descendiendo de un helicóptero en la Ciutadella no es un dato menor de la política europea. No lo es, en absoluto. Las antenas de las principales embajadas extranjeras en Madrid se hallan muy atentas e informes de urgencia se están enviando estos días a las cancillerías de las grandes capitales del mundo. Los Fets de Juny no son un mero asunto interno. Quienes aún creen que en los próximos años podrán modificarse las fronteras interiores de la Unión Europea debieran ser los primeros en saberlo. Esta semana alguien ha jugado al ajedrez y algún día sabremos si todo ha sido radicalmente espontáneo. Y en España, los sucesos de Barcelona arruinan la peregrina hipótesis de que el movimiento 15-M pudiera convertirse en un pulmón auxiliar del PSOE en los tiempos difíciles que le esperan. LA VANGUARDIA. 17-6-2011 Editorial. El País Para salvar el euro La indecisión europea y el agudo enfrentamiento entre Alemania, por una parte, y el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea, por otra, están poniendo en peligro la estabilidad financiera de la eurozona y, como un efecto secundario grave, la solvencia de otros países europeos, como es el caso de España, que se enfrentan a un nuevo episodio de crisis de deuda. Los inversores viven en una situación de extremo nerviosismo. Las Bolsas continentales estaban ayer en números rojos mientras la prima de riesgo española llegó a rebasar los 280 puntos básicos, aunque luego retrocediera hasta justo por debajo de esa marca. Un nivel, en cualquier caso, que una economía no puede aguantar a medio plazo si quiere tener expectativas de recuperación y salvaguardar la credibilidad de sus finanzas públicas. Hoy, no solo para España, sino para los inversores y las instituciones políticas europeas, al borde del caos, casi todo el problema se resume en un nombre: Grecia. Frente a la grave situación de una economía del euro situada al borde del impago, cuya deuda no puede ser reestructurada (es decir, sometida a quitas obligadas) y cuya única opción de rescate es la inyección de más ayudas, las instituciones europeas ofrecen una disputa visceral sobre el modo del rescate y, de nuevo, una tendencia preocupante a olvidarse de los problemas que provoca cualquier retraso en la toma de decisiones urgentes. La política interna se desangra en una protesta continua contra los recortes sociales y ni siquiera el nuevo Gobierno que intenta formar Yorgos Papandreu conseguirá sofocar el incendio social. En primer lugar, porque hay una sublevación en su partido, el PASOK y, después, porque la oposición y una parte importante de la ciudadanía reclaman su dimisión. Los mercados asisten atónitos al enfrentamiento entre instituciones europeas. Los daños colaterales de su incapacidad para articular soluciones rápidas a las crisis de supervivencia van desde el crecimiento exponencial de las dudas sobre las posibilidades de éxito en los rescates de Portugal e Irlanda, hasta el encarecimiento de la financiación de las economías periféricas (incluida la española) e, incluso, la hipótesis de que el presidente del Gobierno español se vea obligado a convocar elecciones debido a un empeoramiento sin precedentes de la prima de riesgo española. El riesgo existe. La continuidad del Gobierno pende de un hilo muy delgado: la estabilidad parlamentaria hasta final de legislatura, imprescindible para aprobar unos Presupuestos que deberán contraer más el gasto, en cifras que pueden ir más allá de la línea de lo soportable. A su vez, esa estabilidad parlamentaria depende de la calma de los mercados. Ningún partido respaldará al Gobierno con un diferencial de deuda desbocado. España puede encontrarse en julio con una situación endiablada, con elecciones anticipadas impuestas por la crisis financiera y con la urgencia de aprobar un Presupuesto dolorosamente restrictivo, si no se resuelve con rapidez el cataclismo griego. Tampoco hay que ocultar que, además del problema griego, sobre la deuda española pesan otras causas de inestabilidad. La deuda de las comunidades autónomas y Ayuntamientos inquieta a los acreedores del Reino de España debido a la suposición de que es más elevada de lo que se reconoce oficialmente y la sospecha de que acabará siendo subsumida en la deuda del Estado. Es muy probable que el exceso de la deuda periférica no sea una amenaza para la solvencia española; pero en cualquier caso tiene que conocerse y explicarse. Se ha repetido hasta la saciedad, pero es necesario insistir en ello: el Gobierno y la oposición tienen que acordar el cumplimiento estricto de las obligaciones de déficit de las comunidades autónomas. Es el modo más sencillo de convencer a los inversores. El otro factor que condiciona la solvencia española es la reforma del sistema financiero. La recapitalización de las cajas de ahorro se está postergando demasiado. Aunque el plazo para concluir esa recapitalización termina en septiembre, existen temores de que al final de ese proceso (que tropieza con la sequía de capitales en los mercados) sea necesario proceder a nuevas fusiones. Todavía las empresas solventes españolas carecen de crédito normalizado. Sin un flujo de préstamos suficiente para afrontar nuevos proyectos, la recuperación económica puede retrasarse hasta 2015. Los próximos días son cruciales. Francia, Alemania, el BCE y la Comisión están obligados a pactar una solución rápida para Grecia. No caben nuevas dilaciones ni reticencias. La supervivencia del euro depende en gran parte de ese acuerdo. EL PAÍS. 17-6-2011 Opinión. El Mundo González: Situación de “emergencia” M. C. El ex presidente del Gobierno Felipe González calificó ayer la situación que vive España como de «emergencia» y aconsejó al nuevo candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, que diga la verdad a los ciudadanos al mismo tiempo que se mantiene firme en la necesidad de incrementar la productividad de los trabajadores y apuesta por el modelo de educación y sanidad públicas. «Sólo en la verdad y contando la dimensión del esfuerzo se puede recuperar la esperanza», afirmó. No obstante, González apuntó que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero lo está haciendo «bien» y cargó contra el Partido Popular que, en su opinión, es quien está «poniendo palos» en la rueda y actúa de una manera «irresponsable» al afirmar que el Ejecutivo gestiona «mal». En su opinión, los últimos cuatro años, los marcados indeleblemente por la crisis, habrían sido peores con un Gobierno de derechas al frente del país. Pese a todo, el ex presidente admitió, en una entrevista concedida a la cadena Ser que, de acuerdo con todas las encuestas, el PP puede ganar las próximas elecciones generales. Para González, esto no es sino motivo de preocupación ya que, a su entender, los populares «no saben lo que tienen que hacer». «La derecha será una sorpresa hasta el día siguiente de las elecciones, el día siguiente puede que también, pero hasta ese momento es una incógnita», aseguró antes de mostrar su insatisfacción por la «estrategia» que está llevando a cabo, ya que, a su juicio, es «irresponsable» que esté tomando la actitud de «mientras peor, mejor». En opinión de González, los españoles conocen ahora al «mejor Zapatero, desde el punto de vista de la calificación política con mayúsculas», pese a que las encuestas dicen justamente lo contrario. Según el ex presidente, el nuevo candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, no debe desmarcarse del camino trazado por el líder. Pese a todo, para poner un contrapunto paradójico a todo su discurso, Felipe González, reconoció que ahora es «menos simpatizante» del PSOE que antes, aun cuando seguirá siendo militante «el resto» de su vida. Así, recalcó que estará «siempre disponible» para el candidato a la presidencia del Gobierno, aunque también pidió, contradictoriamente, que «por favor» no le llamen durante el recorrido. «Voy a ser militante el resto de mi vida, incluso resultaría incómodo dejar de serlo. Pero soy menos simpatizante que antes. Estoy siempre disponible con el candidato para hacer lo que sea pero, en el recorrido, por favor, que no me llamen», señaló textualmente. EL MUNDO. 17-6-2011