SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Falta un jinete del Apocalipsis

No es verdad que todo esté todo controlado desde arriba y que obedezcan a un guión previo todos y cada uno de los acontecimientos de cierta relevancia en la España zarandeada por una descomunal crisis de confianza. Según la versión paranoica de este tiempo difícil, todos los acontecimientos relevantes –desde la irrupción de Podemos a la reciente puesta en libertad del preso Luis Bárcenas– obedecerían a un maquiavélico guión para distraer al pueblo. Nada quedaría al azar. Esa visión es falsa. Hay maquinación, hay acontecimientos que surgen de la necesidad histórica y también hay casualidades. Hay guión y son frecuentes los disparates. Hay intereses, hay conspiraciones serias, hay conspiraciones zarzueleras, hay maniobras y abunda la ‘materia oscura’ sin la cual no se entiende la galaxia Madrid: la improvisación. Hace muy pocos días, la escuela conspirativa atribuía la puesta en libertad de Bárcenas a una fenomenal maniobra del Gobierno para acallar al ex tesorero del Partido Popular ante un año electoral muy difícil. Relato perfecto, que no acaba de cuadrar. El preso de Soto del Real salía a la calle horas antes de que diese inicio la convención con la que el PP pretende relanzar su imagen con el estandarte de la mejora económica. Un ‘spin doctor’ experto en ‘storytelling’ –ya saben, esa nueva profesión que entiende la política como un frenético espectáculo de marionetas digitalizadas–, nos diría que no era ese el momento más adecuado para soltar a Bárcenas. No es un buen guión. Es evidente. Lejos de callar, el reo ha salido de la cárcel cantando coplas. Quizás algún día sea cierto que ese hombre ha sido liberado con el propósito de desactivarlo, pero por el momento habla por los descosidos. Ayer por la mañana volvió a la carga y explicó que Rajoy estaba al corriente de la caja B del Partido Popular desde el primer momento, dejando a José María Aznar fuera de toda sospecha. Luis Bárcenas siempre ha tenido un especial cuidado en salvar a Aznar. Rajoy lo sabía todo; Aznar, al parecer, no sabía nada. Ahí hay materia para otra teoría conspirativa. Eso dijo Bárcenas por la mañana y Aznar habló por la tarde. Siempre le invitan. No asistió a la convención de enero del 2014, alegando motivos de agenda. Esta vez ha querido hablar y fijar posición. Apareció y dijo a los suyos, con ese tono desafiante que tanto le caracteriza, que él responde de todos sus actos. De todos. Miró a Rajoy y subrayó: «Yo respondo de todos mis actos». Como aperitivo no está mal. Cuestionó después la existencia de una verdadera estrategia política en el Partido Popular –»¿quiere el PP ganar las elecciones?, ¿dónde está el PP?», preguntó maliciosamente– y acto seguido desgranó la línea que él pondría en marcha. Programa duro. Confrontación fuerte con los adversarios políticos. Ridiculización de los socialistas y batalla campal con Podemos. Bloque de clases medias, con reducción de impuestos. Mimo a las asociaciones de víctimas del terrorismo. Poca broma con el PNV y castigo a Artur Mas por haber osado cuestionar la soberanía nacional española. Este punto merece ser subrayado. Aznar cree insuficiente toda negativa al pacto con los catalanista; hay que ir más allá y hay que castigar al gobierno de Catalunya. Considera que esa punición tendría un balsámico efecto movilizador, a favor del PP, en toda España. Aznar construye buenos discursos. Es un eficaz orador. Con algo menos de hiel y un poco más de humor sería temible. Pero disfruta con el tono amedrentador. La idea de la autoridad le obsesiona. Dijo que no hay que predicar el miedo, pero señaló a tres jinetes del Apocalipsis: los nacionalistas, ETA y lo populistas. A los socialistas los trató de tontos y se olvidó del fanatismo islámico. El hombre de los valores de Occidente no hizo ninguna mención al yihadismo un mes después de los sucesos de París. Ni una palabra sobre el cuarto jinete. Rajoy soportó, estoico, el ‘storytelling’, el relato aznariano.