El gobierno vasco ha desplegado un juego de palabras sobre la crisis que no tiene nada que envidiar al de Zapatero. Su objetivo, embellecer la situación y bajar la guardia de los posibles votos-castigo a doce días de los sufragios. Tal como afirma un articulista de El Correo que desautorizaba cualquier comparación entre Euskadi y España, si acierta en sus previsiones nos las restregará, si no, no pasa nada porque las elecciones ya habrán sido.
Sin embargo, los análisis electorales no deben ocultar las relaciones y fidelidades más de fondo del gobierno vasco y que se trasladan a su articular vocabulario. El desencuentro con la patronal vasca es ostensible. Los datos contundentes. El tercer trimestre del año pasado la pérdida del 2,8% en el valor aportado por la industria estaba al mismo nivel que la construcción. Cuando la patronal vizcaina augura dos o tres años de crisis, el gobierno vasco dice que es cuestión de meses. Cuando la patronal alavesa dice que el 70% de las empresas consultadas en su barómetro perciben recesión (debilidad de los pedidos, caídas de ventas…), el gobierno vasco dice que no, que ese no es “el escenario” (una referencia teatral que le va “al pelo”). Cuando la patronal guipuzcoana dice que el 50% de sus empresas tienen previsto reducciones de plantilla, el gobierno vasco calla. Los índices de aumento del paro se mantienen en enero en el 9,4%, tres puntos por encima de la media global de España.Para sus cálculos optimistas el gobierno vasco echa mano de que el sector servicios ha crecido un 2,5%, que el consumo de la administración compensa la bajada del consumo privado, que se ha “atemperado” la matriculación de vehículos y que han aumentado los visados y los créditos hipotecarios para adquirir nuevas viviendas. ¿Y luego dicen que en Euskadi no pasa lo que en España? La industria en plena destrucción y el país tirando (entiéndase la banca y sus principales monopolios) de los servicios y el ladrillo. Hay que tener los ojos vendados, no ya con la Ikurriña, sino con las cuentas de beneficios de la banca o de Iberdrola (que acaba de batir récords y cuyo trato de favor presenta Patxi López como baza electoral) para imaginarse “otro escenario” que no sea la destrucción de una parte importante del tejido industrial vasco.Lo que pretenden embellecer es que lo que se auguraba desde el gobierno vasco como el cortafuegos diferencial vasco de la crisis, se está convirtiendo en el motor de la crisis. Las fidelidades de Ibarretxe son otras. Si no, fíjense. Mientras las estadísticas hablan de una rotunda caída en las matriculaciones de coches desmintiendo la euforia del ejecutivo vasco, los pretendidos datos positivos referentes a visados y créditos hipotecarios para nuevas compras de viviendas no son todavía públicos. ¿De dónde han salido? Fuentes financieras afirman que se corresponden a una “tendencia” observada en febrero. Estas fuentes son, en realidad, el apuntador y el auténtico director de “los escenarios” de Ibarretxe. Él pone el atrezzo.