En el momento más crítico de la epidemia, entre marzo y abril de este año, el Gobierno de Italia pidió ayuda a China, Rusia y Cuba. Pekín envió a Roma un equipo de médicos entrenados en la ciudad de Wuhan, zona cero del Covid-19. Nube de flashes en el aeropuerto de Fiumicino. Moscú envió una brigada militar especializada en desintoxicación biológica, en la que, además de personal médico, figuraban oficiales del servicio de inteligencia militar (GRU). Una columna motorizada con la bandera de Rusia al viento cruzaba Italia para acudir en ayuda de la ciudad de Bérgamo. Tropas rusas en territorio NATO: ese era el mensaje. En el cuartel general de la OTAN en Bruselas aún no se han repuesto del susto. La Habana envió 52 médicos y enfermeros de la brigada internacionalista Henry Reeve [brigadier estadounidense que participó en la insurrección contra el poder colonial español].
El Gobierno “social-comunista” español no pidió ayuda extra ni a China, ni a Rusia, ni a Cuba, pese a que dos de esos tres países la ofrecieron. El 25 de marzo, mientras el convoy ruso recorría la autopista Roma-Milán, el Gobierno español pedía ayuda a la OTAN. China ofreció médicos entrenados en Wuhan, pero el Ejecutivo que preside Pedro Sánchez prefirió solicitar a las autoridades de Pekín una mayor celeridad en las operaciones de venta y donación de material médico, cuya escasez era dramática a finales de marzo. Cuba ardía en deseos de enviar una brigada médica a España, pero Sánchez no quiso mover esa ficha, pese a la insistencia de Unidas Podemos. Los únicos médicos cubanos que desembarcaron en Barajas tenían como destino el principado de Andorra. Pedir auxilio a Rusia ni siquiera se planteó. La ayuda de la OTAN fue “modesta”, reconocen ahora fuentes gubernamentales. España está siendo rigurosamente atlantista durante la crisis del coronavirus.