¿Hay recursos para que España pueda salir de la crisis? ¿Hay o no dinero, y dónde? Y sobre todo ¿quién va a cargar con los enormes gastos de esta crisis sanitaria, social y económica?
La pandemia del coronavirus pone al mundo, y a España, ante una crisis económica y social de enorme e incierta magnitud, pero de consecuencias seguro devastadoras. España ya ha perdido 900.000 empleos desde la activación del Estado de Alarma. El FMI ya prevé una caída del 8% del PIB para este año, y las estimaciones hablan de una caída de entre un 15% y un 20% del PIB para los próximos años.
Va a ser necesario movilizar una gran cantidad de recursos, tanto para resolver la emergencia sanitaria, como para atenuar las gravísimas consecuencias que ha generado el parón de la actividad productiva.
El gobierno ya ha movilizado 200.000 millones de euros -un formidable 20% del PIB-, pero economistas de distintas tendencias reconocen que será necesario más del doble, unos 250.000 millones de euros adicionales, en la reconstrucción del desastre.
Pero será necesario más, mucho más. Debemos estimar que salir de esta crisis costará, al menos, medio billón de euros.
¿Hay recursos para que España pueda salir de la crisis? ¿Hay o no dinero, y dónde? Y sobre todo ¿quién va a pagar la factura?
Responder a la segunda pregunta no es una cuestión técnica, sino política. No se puede responder sin tomar partido.
¿Hay o no dinero, y dónde? Y sobre todo ¿quién va a pagar la factura? No se puede responder a esto sin tomar partido.
Porque no partimos «de cero». Venimos de una crisis financiera, la del 2008, que hemos pagado duramente el 90% de la población. Una crisis de la que la inmensa mayoría no nos hemos recuperado.
La inmensa mayoría de los españoles hemos visto cómo nuestros salarios reales, pensiones y rentas han caído -como poco- un 25%. Hemos sufrido recortes en educación y sanidad, que ahora han revelado todo su devastador daño. Hemos visto como la precariedad, la desigualdad y la destrucción de derechos laborales se hacía estructural en nuestras vidas.
La anterior crisis acabó «oficialmente» a mediados de 2014. Desde 2015, se nos ha dicho, comenzamos la recuperación económica. Pero para amplias capas de la población esa recuperación nunca ha llegado, o apenas lo ha hecho.
En cambio, para bancos, monopolios y multinacionales, para la oligarquía y el capital extranjero, estos cinco años de recuperación han sido muy provechosos. De 2015 a 2019, el conjunto de bancos y grandes empresas del Ibex35 ganó más de 164.000 millones de euros, volviendo a tener tasas de ganancia comparables (cuando no superiores) a las de antes de la crisis de 2008.
Su recuperación económica no ha sido «natural» ni fruto de su competitividad ni eficiencia económica. Se ha levantado sobre nuestras espaldas. Sobre los recortes, los desahucios y la pobreza energética. Sobre la base de las condiciones que consagran las reformas laborales de Zapatero y Rajoy: bajos salarios, temporalidad y precariedad estructurales, despido «low cost», mecanismos de negociación colectiva y derechos laborales laminados, etc… Y a costa de recortar el sistema público de pensiones y el poder adquisitivo de los pensionistas.
Y también sobre la base de que las arcas públicas se han megaendeudado para rescatar a la banca, a eléctricas, a constructoras y autopistas. Sobre la base de que los ciudadanos hemos «prestado» una enorme cantidad de dinero para socorrer a las entidades financieras en tiempos de necesidad, ajustándonos el cinturón. Y que cuando bancos y monopolios han tenido beneficios de nuevo, y han estado en disposición de devolver lo adeudado… se han desentendido, nos han dicho que debíamos «dar por perdida» esa enorme cantidad de recursos públicos.
Por eso, es hora de exigir que esta nueva crisis, que esta «nueva ronda»… la paguen ellos. Que la paguen banqueros y monopolistas, oligarcas y grandes fortunas. Es el momento de instarles a que nos «devuelvan el favor», a que entreguen una parte de sus gigantescas ganancias en función del interés general.
El 25% de sus ganancias desde que comenzó la recuperación económica (los 5 años de 2015 a 2019), y el 25% de sus ganancias hasta que dure la presente crisis (seguramente, toda la legislatura).
Solo queremos, para salir de esta crisis, una parte de sus beneficios actuales y retroactivos (solo desde 2015). No todos, solo el 25%. Apenas una cuarta parte.
Si nosotros hemos podido apretarnos el cinturón en la crisis de 2008, qué menos que ustedes contribuyan ahora con el 25%
Remarcamos esta idea. No exigimos que repartan riquezas. La banca, los monopolios, las multinacionales, tienen mucha, muchísima más riqueza acumulada en forma de capital y activos financieros. Solo un banco, el Santander, posee en activos financieros 1,3 billones de euros, más que todo el PIB de España. Y los activos financieros en manos de los 11 bancos españoles triplican el PIB de nuestro país.
Si nosotros, las clases populares, hemos podido apretarnos el cinturón para salvar la crisis de 2008, qué menos que ustedes, burgueses monopolistas, oligarcas financieros y multinacionales, contribuyan en la misma manera que se impuso a la inmensa mayoría de la sociedad. Y ni siquiera todo lo que debieran en función de sus riquezas y beneficios. Sólo el 25%.
AnarkoÑ dice:
Pienso que una buena opción (muchísimo mejor que pagar una renta), sería la integración estatal de trabajadores en nuevos puestos de trabajo (a millones) generables con tal dinero. La renta garantista genera solamente supervivencia, mientras que el desarrollo estatal de un Plan de empleo masivo generaría producto laboral masivo valorizable, y, en tal medida, generaría un fondo que reinvertir, etc. El dinero dado es solamente circulación de dinero, mientras que el dinero EMPLEADO por el Estado en crear trabajo es dinero INVERTIDO de manera rentable desde el punto de vista de la propia recaudación y de la propia economía real.
Poco importa que no todo el volumen de empleo generado sea útil desde el punto de vista del valor de uso, en la medida que los pagos moverían el dinero también hacia los sectores con valor de uso a través del aumento del consumo.