España: retrasar el dolor sólo lo aumentará

«Si Grecia está en quiebra, ¿puede España estar muy lejos de verse en esa situación? Más de cuatro veces mayor que Grecia, España ha recibido demasiada atención no deseada por parte de los inversores. Es cierto que España no es Grecia. Pero hay buenas razones para que los inversores se preocupen por España. Sin un retorno más rápido al crecimiento, la deuda pública se convertirá rápidamente en insostenible»

El anterior rimer ministro socialista, Felipe González, fue capaz de gobernar con un pacto nacional con la participación de los sindicatos, las empresas y los principales partidos. Pero el señor Zapatero sólo ha ofrecido soluciones tácticas para aplacar a los sindicatos, los barones regionales, y ahora al mercado de bonos. Tiene sólo unos pocos meses para demostrar que puede tomar las decisiones radicales que se necesitan para prevenir años de estancamiento, lo que podría desencadenar los desórdenes sociales que teme. Retrasar el dolor sólo lo aumentará. Si no sale de él liderar este proceso, muchos en su propio partido, así como los españoles de a pie, pueden empezar pronto a preguntarse por qué está en el Palacio de la Moncloa (THE ECONOMIST) LES ECHOS.- Esta estrategia de respuesta flexible es a la vez inteligente y muy decepcionante. Es inteligente, porque, en la actualidad, la quiebra no amenaza a Grecia e ir más lejos en el apoyo sería ignorar las legítimas resistencias alemanas. ¿Por qué, dicen sus compatriotas a una dividida Angela Merkel, tendríamos que ayudar a un país con una lasitud probada que mantiene, por citar un ejemplo, costosas defensas porque está involucrado en un conflicto medieval con Chipre? Sin embargo, esta estrategia del paso a paso sólo podrá realmente ser calificada como hábil, si tiene éxito. Inglaterra. The Economist El zapping político de Zapatero Si Grecia está quebrada, ¿puede España estar muy lejos de verse en esa situación? Más de cuatro veces mayor que Grecia, España ha recibido demasiada atención no deseada por parte de los inversores. Este mes, la bolsa de valores de Madrid ha caído y la prima de riesgo de los bonos de España ha aumentado (…) Ayudantes de José Luis Rodríguez Zapatero, el primer ministro socialista, afirman que España es víctima no sólo de un ataque especulativo, sino también de un complot dirigido por "la prensa anglosajona" para destruir el euro. Con este disparate la mejor respuesta es: crezca usted. Es cierto que España no es Grecia. Su deuda pública, en relación con el tamaño de la economía, es menor que la de Gran Bretaña o los Estados Unidos. No ha tenido que rescatar a sus bancos. Y los temores de contagio financiero han hecho que los mercados fueran anormalmente volátiles. Pero hay buenas razones para que los inversores se preocupen por España. Tiene la mayor tasa de desempleo en Europa, el 19,5%; una economía que sigue en recesión, que no crecerá considerablemente hasta el próximo año, y un déficit fiscal que aumentó al 11,4% del PIB el año pasado, a medida que la recesión redujo los ingresos fiscales y forzó hacia arriba el gasto en desempleo. Sin un retorno más rápido al crecimiento, la deuda pública se convertirá rápidamente en insostenible. Para empeorar las cosas, Zapatero no parece estar a la altura. Fue un líder popular en los buenos tiempos, durante el largo auge de España. Pero no pudo ver que la depresión económica se acercaba. Cuando reconoció, ya muy tarde, que la economía estaba en apuros, diagnosticó mal el problema. Siguió repartiendo dinero público, aumentando pensiones y salarios del sector público y rehuyendo la reforma. Durante el mes pasado, los mercados han entendido que este curso, si se persiste en él, llevará la país a la ruina. Van un paso por delante del gobierno, que ha reaccionado con torpeza y confusión, lanzando de manera abrupta un plan de austeridad y un vago plan de acción para la reforma del mercado laboral sólo para retirarlo poco después al primer atisbo de protesta. Muchos de los problemas de España empiezan en casa. El auge se basó en una burbuja inmobiliaria, y en las bajas tasas de interés que venía con el euro. El crecimiento ahora tendrá que venir de la inversión en otras partes de la economía y de las exportaciones. Sin embargo, en relación con el resto de Europa, España se ha convertido en una economía de alto coste y de baja productividad. La indexación de salarios ha hecho a las empresas no competitivas. Generosas indemnizaciones de despido desaniman a las empresas a contratar trabajadores y han creado un mercado dual de trabajo y de desempleo masivo. Años de comprar a los gobiernos regionales con dinero en efectivo y transferencias de competencias exageradas han hecho que el gobierno central ahora controle directamente sólo una quinta parte del gasto, mientras que las empresas deben superar las montañas que suponen unas regulaciones que se solapan. Un pacto nacional para la reforma y el crecimiento Recuperar el crecimiento y reunir el compromiso de empezar a recortar el déficit una vez que se reanude la economía costará más de una decisión ejecutiva. Para reformar el mercado laboral, la economía y el gasto público, España debe tener una hoja de ruta al estilo de Alemania –o incluso de su propia transición a la democracia en la década de 1970– con un pacto nacional con la participación de los sindicatos, las empresas y todas los principales partidos. El anterior primer ministro socialista, Felipe González, fue capaz de gobernar de esa manera. Pero el señor Zapatero sólo ha ofrecido soluciones tácticas para aplacar a los sindicatos, los barones regionales, y ahora al mercado de bonos. Tiene sólo unos pocos meses para demostrar que puede tomar las decisiones radicales que se necesitan para prevenir años de estancamiento, lo que podría desencadenar los desórdenes sociales que teme. Retrasar el dolor sólo lo aumentará. Si no sale de él liderar este proceso, muchos en su propio partido, así como los ciudadanos de a pie, pronto se preguntarán por qué está en el Palacio de la Moncloa. La confusión oculta el mensaje La pasada fue una semana que los socialistas españoles preferirían olvidar. José Luis Rodríguez Zapatero, Primer Ministro de España, la comenzó el 28 de enero en el Foro Económico Mundial de Davos, donde se encontró compartiendo silla con los dirigentes de los “patos cojos” de Europa, Grecia y Letonia. Zapatero había ido a Davos decidido a instaurar la confianza en su país, la única gran economía desarrollada aún en recesión. En cambio, dejó planteadas más dudas, sobre todo ésta: ¿es Zapatero el hombre para dirigir la recuperación de España? En Davos anunció audazmente propuestas para elevar la edad de jubilación de 65 a 67 años. Pero eso provocó la furia de sus aliados sindicales en el país. Luego, su Ministerio de Finanzas envió un plan de reducción del déficit a la Comisión Europea. La ira de los sindicatos, sin embargo, le obligó a diluirlo. El siguiente truco de Zapatero fue anunciar un paquete de propuestas para la reforma laboral, una cuestión sobre la que se está estancado desde hace casi dos años. Resultó que dejó todas las decisiones a los empresarios y los sindicatos, que por supuesto no están de acuerdo. En una encuesta, los números del primer ministro han caído por debajo de los de su principal rival, Mariano Rajoy, el notoriamente perseverante líder del conservador Partido Popular (PP). En otra, el apoyo a los socialistas cayó aún más, con el PP disfrutando ahora de una ventaja de seis puntos. Más de la mitad de los votantes socialistas tienen en la actualidad poca o ninguna confianza en él. José María Barreda, un socialista que dirige el gobierno regional de Castilla-La Mancha, ha pedido un cambio de ministros. Pero el gobierno ha alentado a los españoles a ver enemigos en el extranjero. "Nada de lo que está ocurriendo, incluidas las editoriales apocalípticas en los medios de comunicación extranjeros, es una casualidad. Es por los intereses de algunos individuos", dijo José Blanco, ministro de obras públicas. El Sr. Zapatero, ahora en su segundo mandato, carece de mayoría en el parlamento. Un pacto sólido con los nacionalistas moderados catalanes sería de gran ayuda para impulsar sus reformas, dice Jonás Fernández, economista de la Universidad Carlos III. Sin embargo, los catalanes se resisten a abrazar a un Zapatero “cojo” antes de las elecciones a su gobierno regional en otoño. Rajoy dice que no puede derrocar al gobierno en el parlamento, porque el equilibrio entre partidos es demasiado complicado. Un desafío a su liderazgo dentro del propio partido de Zapatero es improbable. Así que es probable que se aferre hasta 2012. El primer ministro parece obsesionado por el hecho de que sus dos predecesores enfrentaron huelgas generales en el ocaso de su gobierno. Murmullos de huelga se escuchan de nuevo. A pesar de que declaró esta semana su recién descubierto entusiasmo por la reforma económica, trató de endulzar esta píldora con más ayudas a los parados de larga duración. Pero es imposible mantener contentos al mismo tiempo a los sindicatos y a los mercados. THE ECONOMIST. 11-2-2010 Francia. Les Echos La apuesta de la disuasión Es un mensaje político y no un plan de rescate en buena y debida forma lo que Europa ha decidido para salvar al soldado griego, y todavía más allá, para evitar la propagación de la crisis. La declaración oficial así como las declaraciones de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy están claramente calibradas al milímetro. Sólo después de recordar los compromisos asumidos por el Gobierno de George Papandreou y un llamamiento a medidas adicionales rigurosas por su parte, Europa se ha comprometido a su vez a "tomar medidas decisivas y coordinadas, si es necesario, para preservar la estabilidad financiera de la zona euro en su conjunto ". ¿Será necesario? La apuesta es justamente que no, la fuerza y la "claridad" (la palabra se repite en bucle por todos los líderes) del mensaje debía ser suficiente para calmar a los mercados, al menos hasta los próximos vencimientos de la deuda griega en marzo y abril. Para impactar aún más los espíritus, el BCE y el FMI también estarán involucrados. Sólo en el caso de que la disuasión fracase, un preciso plan de batalla se dará a conocer y las municiones se pondrán sobre la mesa. "No nos pongan a prueba, ustedes perderán más" es el desafío lanzado por los políticos a los especuladores. Esta estrategia de respuesta flexible es a la vez inteligente y muy decepcionante. Es inteligente, porque, en la actualidad, la quiebra no amenaza a Grecia e ir más lejos en el apoyo sería ignorar las legítimas resistencias alemanas. ¿Por qué, dicen sus compatriotas a una dividida Angela Merkel, tendríamos que ayudar a un país con una lasitud probada que mantiene, por citar un ejemplo, costosas defensas porque está involucrado en un conflicto medieval con Chipre? Sin embargo, esta estrategia del paso a paso sólo podrá realmente ser calificada como hábil, si tiene éxito. Los europeístas convencidos, sin embargo, se sentirán decepcionados si el progreso que constituye esta reacción colectiva se detiene a mitad del camino. Ciertamente, palabras indecibles hace un año, como las de " coordinación de las políticas económicas" fueron pronunciadas. Tanto mejor. Sin embargo, al restringir el concepto al nivel de la UE a 27 (muy vago) y no de la zona euro, Alemania confirma su reserva a la idea de una política directamente relacionada con la moneda única. Preocupada, de nuevo, por no menoscabar la independencia del BCE y no diluir las normas fiscales del Pacto de Estabilidad. Salvo sorpresa, no habrá en ningún caso una instancia en que los Jefes de Estado de la zona euro se reúnan ellos solos, lo que es realmente increíble. Lo que indica que sólo las crisis hacen avanzar a Europa, pero demasiado lentamente. LES ECHOS. 12-2-2010