El 7 de Agosto de 2016, en la localidad de Niembro, Asturias, fallecía Gustavo Bueno Martínez, a la longeva edad de 91 años. Poco conocido para las amplias mayoría, se trata de uno de los más grandes filósofos de la historia de la filosofía española. Fue un pensador incisivo, mordaz, y al mismo tiempo riguroso y preciso. Un enemigo acérrimo de todos los mitos oscurantistas que nos confunden y extravían. Y un gran amigo al que nunca podremos, ni queremos, olvidar. Por eso, queremos dedicar estas páginas a su merecido honor, trabajo y genialidad.
Nacido en Santo Domingo de la Calzada (La Rioja) en 1924, estudió en las universidades de la Rioja, Zaragoza y Madrid. En 1960 decidió establecerse en Asturias donde fue catedrático de Fundamentos de Filosofía e Historia en la Universidad de Oviedo, hasta que se jubiló en 1998, pero siguió con su labor filosófica desde la Fundación Gustavo Bueno. Durante toda su época, fue un filósofo declarado marxista heterodoxo, con todo lo que eso implica a finales del franquismo.
Un pensador contumaz
La obra de Gustavo Bueno es prolija y de gran densidad, y no es fácil de conocer de primera mano sin preparación previa. Hay que tener en cuenta que es uno de los pocos filósofos capaces de crear todo un sistema de pensamiento que abarque, de manera argumentada y con un análisis profundo de toda la realidad en su conjunto. Dicho sistema fue llamado por él “Materialismo filosófico” y sus fustes fundamentales pueden encontrarse en su obra magna “Ensayos Materialistas” (1972). Su Teoría del Cierre Categorial, base de su filosofía de la ciencia, es también otra de sus grandes contribuciones a la filosofía académica y por la que será siempre mencionado en los libros serios de Historia de la Filosofía. «De tradición marxista y continuador del materialismo filosófico, Gustavo Bueno es uno de los mayores filósofos de la historia de España»
Algunos de sus críticos han acusado a Gustavo Bueno de ser un pensador de cátedra, que sólo escribe para unos pocos privilegiados de la Academia. Un vistazo a su bibliografía nos demostrará todo lo contrario. Su sistema es complejo y muy elaborado y recorre cada uno de los libros que ha escrito. Para Gustavo Bueno, una opinión que no está argumentada no es nada, y él se cuidaba muchísimo de dar una profunda argumentación de cada cosa que decía. Pero su obra, sobre todo las últimas décadas iba dirigida a toda la sociedad española, a despertar sus conciencias y a hacerla reaccionar frente al conjunto de ilusiones ideológicas (sombras de la caverna platónica) con las que somos engañados y manipulados continuamente. Conocido es que dio clases a mineros asturianos, sobre pensamientos tan avanzados como Marx y Hegel, y el mismo Gustavo Bueno admitiría que éstos mostraron más conocimientos e interés por lo que enseñaba que muchos de sus propios estudiantes de su facultad.
Mitos oscurantistas
Para Gustavo Bueno, criticar es destruir. Por eso, declaró la guerra a los mitos oscurantistas, ideas fetiches cuya única función es extraviar y confundir las mentes de quienes creen en esas ideas como dogmas de fe y que nos hacen más susceptibles a la manipulación y el engaño.
Por ello, muchas de sus obras tienen la palabra “Mito” escrita en ella. Está “El mito de la cultura: ensayo de una teoría materialista de la cultura” (1997) donde combate la idea extendida de las distintas culturas como compartimentos estanco separadas las unas de las otras y en continua disputa, como si existiese una cultura vasca o catalana totalmente independiente de una cultura española que la oprime y destruye, cuando las unas y la otra están claramente interconectadas y no podrían subsistir por separado.
En “El mito de la izquierda: las izquierdas y la derecha” (2003), encontramos una crítica de muy elevado interés a la idea de la Izquierda como un concepto unívoco e indivisible, cuando en la realidad bajo ese concepto se aglutina a distintas corrientes políticas con intereses y objetivos antagónicos entre sí. Gustavo Bueno llegaría a identificar seis izquierdas distintas, jerarquizadas cronológicamente, cada una identificada y separada del resto por su posición ante el Estado, y claramente enfrentadas con las demás. Por ejemplo, la socialdemocracia (cuarta izquierda) busca cambiar gradualmente el Estado, mientras que el comunismo (quinta izquierda) busca tomar el poder del Estado para el proletariado. Dos posiciones claramente antagónicas que no se pueden reconciliar y que por tanto, no se pueden aglutinar dentro de un mismo concepto que represente a ambos por igual. «Dió clases de filosofía también a mineros, de quienes dirá que mostraron más interés y saber que muchos de los estudiantes de carrera.»
España no es ninguna entelequia
Donde más ha sido atacado Gustavo Bueno, acusado injustamente de conservador, fue cuando tomaba posición por la defensa de la unidad de España, frente a todos los ataques nacionalistas que tratan de disolverla. Rechazo y odio no sólo de parte de los nacionalistas, sino también de una parte de la izquierda oficial cómplice de esos ataques.
En “España frente a Europa”, Gustavo Bueno combate la idea base de esa posición, la idea de España como un antaño imperio genocida y opresor, del cual sólo quedan restos de los que hay que liberarse. Combate estas ideas recordando en primer lugar su origen: la Leyenda Negra que los enemigos de España lanzaban en aquella época contra ella con el fin de debilitarla para desmembrarla y quedarse con trozos de su imperio. Y en segundo lugar, haciendo una clara distinción entre imperio generador, que como el romano y el español exportaban su cultura y sus valores allí donde se expandían e imperio depredador, como el inglés, que en nombre del relativismo cultural, permiten que las distintas tribus conquistadas conserven sus valores y costumbres, por muy bárbaras que fueran, mientras no se interpusieran en el proyecto de saqueo y dominación imperial.
Gustavo Bueno también nos recordará que la defensa de España no fue siempre patrimonio de la derecha, sino que en tiempos de la Guerra Civil, grandes líderes comunistas como Vicente Uribe también la defendían, y que si ahora parece que es la derecha quien empuña la bandera del patriotismo, es por la traición de dicha izquierda, que se la ha puesto literalmente en sus manos.