La parafernalia utilizada por las élites patrias, económicas y políticas, y sus brazos mediáticos, con el objetivo de vendernos el final de la crisis económica, raya lo obsceno. Es una mentira, otra más. Sin embargo, al igual que los otrora brotes verdes, se diluirá como un azucarillo, y la dura realidad emergerá de nuevo sin tapujos.
Tal como acaba de recordarnos Bruselas, España supera los umbrales máximos de 6 de los 11 indicadores que se utilizan desde Europa para detectar riesgos económicos, exactamente la misma cantidad que el año pasado. No hay, por lo tanto, ninguna mejoría respecto a 2012.
El indicador más acuciante, sin duda alguna, es el drama del paro, donde la reforma laboral del actual ejecutivo, además de hundir la población activa y disminuir el número de ocupados, ha acabado empobreciendo a las clases trabajadoras. Sin embargo, el paro es una consecuencia de la crisis, no una de sus causas. Cierto es, sin embargo, que retroalimenta un círculo vicioso.
El resto de indicadores en los que España sobrepasa el umbral de riesgo son, según el ejecutivo comunitario, la descomunal deuda privada y pública, nuestra posición neta negativa de inversión internacional, la pérdida de cuota de mercado exportador y la evolución del tipo de cambio efectivo real.
Bruselas ratifica nuestro diagnóstico
Bruselas en estos seis desequilibrios refleja gran parte del diagnóstico que recogíamos en el blog “El colapso de nuestra querida España”. En él detallamos como la dinámica en la que está envuelta la economía española no solo no permite ver la luz al final del túnel, sino que muy al contrario, si no se hace nada para cambiarla en los siguientes trimestres, se producirá un colapso a nivel económico, financiero y social. Según nuestro análisis, la combinación no puede ser más explosiva: insostenibilidad de la deuda, deflación por endeudamiento, destrucción de empleo y pérdida de competitividad. Concluíamos que las tremendas desigualdades sociales unidas a la explosión de una burbuja financiera global nos darían la puntilla final.
Las advertencias del ejecutivo comunitario coinciden en lo mismo -deuda, destrucción de empleo y pérdida de competitividad-. El otro elemento de nuestro diagnóstico, la deflación por deuda, apareció con toda su virulencia en las decisiones adoptadas por el BCE el 7 de noviembre. Se bajaron los tipos de interés oficiales al mínimo histórico y se prolongaron las ventanas de financiación ilimitada para la banca hasta mediados del 2015. Dos fueron las razones de estas decisiones, el temor a la deflación por deuda y mantener artificialmente altos los precios de activos financieros e inmobiliarios para evitar quiebras bancarias.
Intentando inflar la burbuja inmobiliaria
La huida hacia delante de las élites políticas y económicas occidentales, en vez de reestructurar aquello que era necesario, un sistema bancario sobredimensionado e insolvente, diseñó una serie de políticas tendentes a mantener los privilegios de una minoría a costa de generar de nuevo burbujas , inmobiliaria y financieras, y del empobrecimiento del resto de ciudadanos.
Así, por ejemplo, la implosión de las empresas patrocinadas por el gobierno estadounidense Fannie Mae y Freddie Mac en 2008 no terminó con el enorme papel de distorsión del gobierno en el mercado de la vivienda. Gran parte del riesgo de éstas simplemente se desplazó a la Administración Federal de la Vivienda (FHA). Y ésta hizo una apuesta deliberada maquiavélica por la recuperación de la vivienda, ya que estaban prestando en zonas de desastre inmobiliario incluso en plena quiebra hipotecaria. En realidad se trataba de uno de los objetivos de la QE3 de la Reserva Federal (FED) a través de la compra de 40 mil millones de dólares mensuales de valores respaldados por hipotecas residenciales.
En lugar de implementar con urgencia acciones encaminadas a disminuir el riesgo de crédito de los préstamos en el libro de la FHA, las autoridades estadounidenses –gobierno federal y Reserva Federal- trabajaron en la dirección opuesta. Eso significa una clara intención de las autoridades de Estados Unidos de reactivar a toda costa la burbuja inmobiliaria.
La burbuja actual y la de la Compañía de los Mares del Sur
Sin duda alguna, lo más llamativo sobre el análisis de burbujas financieras ha sido la reciente comparación hecha por economistas de la Reserva Federal de New York entre la actual búsqueda de rendimiento por los inversores y el caso de la burbuja de la Compañía de los Mares del Sur (“The South Sea”), en la Inglaterra de principios del siglo XVIII. La Compañía de los Mares del Sur estructuró la deuda soberana británica de una manera que fue inicialmente atractiva para los inversores, pero el plan para financiar el canje de deuda por acciones en última instancia resultó ser no creíble y el mercado se derrumbó. Ello se parece y mucho, según los autores, al sobrecalentamiento en los mercados de crédito actuales impulsados por una búsqueda de rendimiento a toda costa, bajo el paraguas de la actual política monetaria.
¿Cuáles son las implicaciones para España? Muy claras, la mayor parte de activos financieros están sobrevalorados, y es cuestión de tiempo esperar a que se desate la siguiente fase de venta masiva de los mismos. Las caídas de los mercados financieros contaminarían de nuevo los balances bancarios y la deuda pública hasta niveles inasumibles. ¿Y entonces, qué Rajoy? Será demasiado tarde, España entrará en una triple recesión.