Los recortes presupuestarios y de personal provocan una grave congestión de hospitales y atención primaria en verano

España en verano: no es país para ponerse enfermo

La perpetua congestión veraniega de la Sanidad Pública tiene una doble y nefasta consecuencia: la severa merma de la calidad asistencial para los pacientes... y la sobrecarga de trabajo y estrés laboral para el personal sanitario. Un colapso provocado por unos recortes presupuestarios a las CCAA que su vez nos vienen impuestos desde Bruselas

Todos los veranos es la misma canción”, denuncian los sindicatos de médicos y enfermería. La época estival es la más temida por los trabajadores sanitarios, porque equivale al colapso de centros de salud o de las urgencias de los hospitales, así como una brutal sobrecarga de trabajo para los sanitarios que no tienen vacaciones. Para los pacientes significa una grave merma de la calidad asistencial, con largas colas de espera, intervenciones quirúrjicas aplazadas, camas y plantas enteras del hospital cerradas…

La causa subyacente a este crónica degradación estival de nuestra sanidad no es otra que la infrafinanciación y la no contratación de personal sustituto, todo ello determinado por unos recortes estructurales de gasto público impuestos desde el exterior, como los 15.000 millones de euros de tijeretazo presupuestario que Bruselas ha impuesto a España.

Mejor no te pongas malo en verano

Desde hace unos años por estas fechas, la denuncia de los sindicatos de personal sanitario es unánime. La calidad de la sanidad pública en verano empeora notablemente, con más esperas, colapsos y saturación en los centros.

El sindicato de enfermería SATSE lleva alarmando sobre esta situación desde el mes de mayo, cuando aún se podía haber prevenido. Pero -tal y como el sindicato se temía- la congestión del sistema nacional de salud se ha ido agravando en las diferentes comunidades autónomas, aunque de forma más acentuada en aquellas que reciben por estas fechas a gran cantidad de población turista, como Baleares, Cataluña, Comunidad Valenciana, Cantabria, Murcia o Andalucía.

Un doble y nefasto efecto sobre pacientes y trabajadores

Viñeta de Ferrán Martín de Ferrán Martín

Este colapso veraniego tiene una doble y nefasta consecuencia: la severa merma de la calidad asistencial para los pacientes… y la sobrecarga de trabajo y estrés laboral para el personal sanitario.

Desde principios del verano, numerosos hospitales y centros de salud han sufrido situaciones de colapso, saturación y sobrecarga para su personal, especialmente en los servicios de Urgencias.

Desde hace unos años, es común que el horario de los centros de salud se restrinja sólo a las mañanas, provocando que las personas que necesitan atención no tengan otra alternativa que acudir a los servicios de Urgencias de los hospitales, agravando aún más en ellos las situaciones se saturación y sobrecarga asistencial. Casos así se han dado en el Hospital de Valdecilla, en Santander; el Virgen de la Arrixaca, en Murcia, o el Hospital de Txagorritxu, en Álava.

Satse denuncia que en estas fechas es lamentablemente frecuente que los pacientes tengan que esperar -en un pasillo o en un box- entre uno y tres días para subir a planta y tener una cama.. mientras la falta de personal impone camas y hasta plantas enteras de hospital cerradas a cal y canto.

Según estudio elaborado por el sindicato de enfermería, el conjunto de camas cerradas este verano en España llegarían a casi 11.500. Solo la Comunidad de Madrid ha perdido 1.000 camas desde 2015, el equivalente al cierre del Hospital de La Paz

Asimismo, sindicatos como Satse o Csif alertan que los cierres temporales de unidades, servicios y camas y la suspensión y reprogramación de intervenciones quirúrgicas son también la tónica habitual del verano en los hospitales españoles, lo que multiplica los tiempos de espera.

Además, el hecho de que las consejerías de Sanidad no hayan sustituido a todos los profesionales sanitarios que se van de vacaciones o causan baja por enfermedad u otra circunstancia conlleva una creciente sobrecarga laboral para los que trabajan durante el periodo estival.

El sindicato Satse calcula que el porcentaje de enfermeras que no se sustituye este verano llega hasta el 40-50% en el caso de alguna comunidad autónoma. Hay casos “más extremos”, como en los centros de salud de La Rioja donde solo se ha cubierto un 15% aproximadamente de vacaciones e incidencias.

Esta sobrecarga de trabajo abrasa a los trabajadores sanitarios. Ampliación de agendas, prolongación de jornadas, doblaje de turnos de trabajo… son algunas de las consecuencias que perjudican, no solo al profesional, sino a las personas que requieren de su atención y cuidados. Enfermeras y fisioterapeutas se encuentran “sobrepasados” y no pueden dedicar el tiempo que les gustaría a cada paciente.

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Una sanidad crónicamente infrafinanciada

Unos recortes por encima de nuestras posibilidades… y de nuestra paciencia

Portada De Verdad nº2 de 2023

La causa de la saturación veraniega de la sanidad pública no es otra que los recortes en personal, horarios de atención, camas y servicios realizados por las distintas consejerías de Sanidad autonómicas.

Pero a su vez, esta situación está provocada por las permanentes políticas de infrafinanciación y desinversión hacia la Sanidad pública por parte del Gobierno y las comunidades autónomas. Unas imposiciones de ajustes y «contención del gasto público» que a su vez nos vienen impuestas desde el exterior, de las ejecutivas de la Comisión Europea, de las «recomendaciones» del BCE, o de las resoluciones del Eurogrupo.

Desde principios de año, y acatando las reglas de contención del déficit público -que no se aplican, por ejemplo, a los gastos en Defensa, que se han disparado- el gobierno de Sánchez acordó y firmó con Bruselas recortes en el gasto público por valor del 1% del PIB, de aproximadamente 15.000 millones de euros anuales.

Unos recortes que se tradujeron poco después en el anuncio de que las CCAA recibirían 13.000 millones de euros menos de las arcas públicas. Una infrafinanciación que luego cada gobierno regional ha «gestionado» de acuerdo a sus propias prioridades, pero que inevitablemente golpea a la sanidad pública con falta de presupuesto y de personal.

Unos recortes en Sanidad que su vez nos vienen impuestos desde el exterior, de las ejecutivas de la Comisión Europea, de las «recomendaciones» del BCE, o de las resoluciones del Eurogrupo

Hace una década, el feroz ministro alemán de finanzas de Merkel, Wolfgang Schäuble, no paraba de fustigar a nuestro país con su máxima: «España tiene una sanidad y una educación por encima de sus posibilidades».

Ahora comprobamos en qué se ha traducido ese sambenito austericida: en unos recortes crónicos y permanentes sobre nuestra sanidad pública, sobre los trabajadores sanitarios y sobre los pacientes, que nos condenan a tener una sanidad por debajo de nuestras posibilidades.