España en el ojo del huracán

«La duda que tienen ahora los inversores es si aprovechar estas caí­das para comprar bolsa y bonos a buen precio o bien atrincherarse a la espera de lo peor. De momento, la cosa pinta mal. Los CDS de España tocaron ayer máximos históricos y el diferencial con el bono alemán se aproxima velozmente a los 100 puntos básicos. Además, las caí­das de ayer del Ibex 35 doblaron a las de sus homólogos europeos. Y esto podrí­a ser sólo el principio»

Lo que ase hoy en el mercado será clave para determinar el alcance de la herida. Si el Gobierno quiere que se repita la historia de hace unos meses, que la prima de riesgo se recupera y el Ibex pueda cotizar sin penalización frente al resto de indicadores europeos, tendrá que dar un golpe de efecto. La crisis de febrero precipitó un apresurado plan de choque del Gobierno y un Plan de Austeridad que, de momento, no ha logrado convencer al mercado. De hecho, el castigo de ayer de los inversores pone en entredicho la credibilidad del paquete de medidas del Ejecutivo. Lo dijo anteayer Nouriel Roubini, el gurú que predijo la crisis: "Si no hay reformas, España irá al mismo abismo que Grecia". Los mercados, tozudos ellos, piden más reformas. Y no pararán hasta conseguirlas. (EXPANSIÓN) EL PAÍS.- El segundo problema es que los Gobiernos implicados o no tienen planes de control del déficit (Portugal) o los que lo tienen, como España, parecen inconsistentes. El plan de austeridad español cuelga de vagas promesas, se demoran sine díe los cambios laborales y la recapitalización del sistema bancario parece enterrada bajo capas de resistencias autonómicas. Esta parálisis inaudita explica que la deuda española tuviera ayer un diferencial de 90 puntos básicos con el bono alemán. Opinión. Expansión Tragedia griega, segundo acto: España en el ojo del huracán Miguel Roig Los hechos y los mercados comparten una característica fundamental: son muy tozudos. Los hechos son los que son: España tiene el cuarto mayor déficit de la eurozona, será la única economía avanzada con caídas del PIB en 2010, la tasa de paro roza el 20%, el propio presidente del Gobierno ha descartado que la reforma laboral que se está negociando vaya a servir de mucho y, como colofón, la crisis griega -con rebaja de ráting soberano incluida y nuevas dudas sobre sus cuentas públicas- ha vuelto a encender la mecha de un posible contagio de las economías periféricas de la eurozona (léase España, Portugal e Irlanda). Y los mercados reaccionaron ayer con tozudez: los seguros para cubrir el riesgo de impago de la deuda española (CDS) tocaron máximos históricos y cerraron en 172,1 puntos, el diferencial con el bono alemán ha pasado en dos días de los 70 puntos básicos a 90 y el Ibex 35 se ha dejado un 4% en ese periodo de tiempo, para cerrar en 10.822 puntos. El euro tampoco ha podido resistir tantos frentes abiertos y se encuentra en mínimos de 11 meses con el dólar. José Antonio Fernández Hódar, analista de Expansión.com, se muestra cauto: "El Ibex 35 no se ha deteriorado demasiado desde el punto de vista técnico, pero podría seguir cayendo hasta la zona de los 10.500 puntos". Además, según Hódar, los grandes valores del índice deberían sobreponerse al riesgo país, ya que "son multinacionales" con buena parte de sus ingresos provenientes del extranjero. En cualquier caso, advierte que en estos momentos manda la incertidumbre: "Aquí se aplica aquella máxima bursátil que sostiene que para subir hace falta dinero, para bajar, con un poco de miedo basta". La historia se repite Los acontecimientos de ayer son sólo el segundo acto de una tragedia a la griega que se estrenó hace unos meses. A principios de febrero pasado, poco después de que el presidente Zapatero se dejara fotografiar junto al griego en el Foro Económico de Davos, la crisis de Grecia estaba en pleno apogeo y los analistas y economistas lanzaban sus apuestas sobre cuándo ocurriría el impago de la deuda helena. Con el historial económico español y la bajada de ráting efectuada en enero por la agencia de calificación crediticia Standard & Poor’s (de AAA a AA+), los mercados se fijaron pronto en España, un país con problemas similares a los griegos: déficit, recesión, falta de. competitividad, escasa voluntad de hacer reformas impopulares… Poco importó que el punto de partida de España fuese sustancialmente mejor que el griego: el porcentaje de deuda sobre PIB de España es del 55%, la mitad que el griego. Pero cuando los mercados buscan víctimas, dan brochazos gordos. Los inversores no veían, ni ven, en España una economía con la mitad de endeudamiento que la griega, sino un país víctima de una burbuja inmobiliaria, con un déficit desbocado, con cada vez más necesidad de emitir deuda para financiar gasto social, con un mercado laboral de los más rígidos del mundo, con falta de competitividad y con un largo etcétera de males. El resultado no es difícil de imaginar: el riesgo país empezó a subir y el 3 de febrero, el Ibex 35 acabó cayendo un 2,3%, cuando el resto de bolsas europeas se dejó poco más de medio punto porcentual. Y al día siguiente, tras una apertura tensa de los mercados y los CDS al alza, la presión vendedora acabó con el índice bursátil español, que claudicó al cierre con un descenso de casi el 6%. Más de un 8% en dos días. Entonces, el mercado se recuperó, no sin sobresaltos: los países de la eurozona salieron en defensa de Grecia e iniciaron un tortuoso proceso que culminó en un programa de ayuda que pondría a disposición del gobierno heleno un préstamo de hasta 30.000 millones de euros. Con ello, las primas de riesgo españolas volvieron a niveles previos a la tormenta y las bolsas no sólo recuperaron todo lo perdido sino que saborearon nuevos máximos anuales. Pero el equilibrio era inestable y ha bastado que la sombra de sospecha volviera a recaer sobre la economía griega para que se destapase la caja de Pandora del riesgo soberano. La duda que tienen ahora los inversores es si aprovechar estas caídas para comprar bolsa y bonos a buen precio o bien atrincherarse a la espera de lo peor. De momento, la cosa pinta mal. Los CDS de España tocaron ayer máximos históricos y el diferencial con el bono alemán se aproxima velozmente a los 100 puntos básicos. Además, las caídas de ayer del Ibex 35 doblaron a las de sus homólogos europeos. Y esto podría ser sólo el principio. En Grecia, la deuda a dos años rinde ya más del 10%, lo que refleja claramente el miedo hacia todo lo que huela a griego. Y la experiencia más reciente muestra que el temor se contagia con rapidez. Si se miran los CDS del gráfico, se ve el orden establecido; primero Grecia, luego Portugal, después Irlanda y el siguiente ya es España. Lo que pase hoy en el mercado será clave para determinar el alcance de la herida. Si el Gobierno quiere que se repita la historia de hace unos meses, que la prima de riesgo se recupera y el Ibex pueda cotizar sin penalización frente al resto de indicadores europeos, tendrá que dar un golpe de efecto. La crisis de febrero precipitó un apresurado plan de choque del Gobierno, que incluyó giras internacionales para vender la salud financiera de España y un Plan de Austeridad que, de momento, no ha logrado convencer al mercado. De hecho, el castigo de ayer de los inversores pone en entredicho la credibilidad del paquete de medidas del Ejecutivo. Lo dijo anteayer Nouriel Roubini, el gurú que predijo la crisis: "Si no hay reformas, España irá al mismo abismo que Grecia". Los mercados, tozudos ellos, piden más reformas. Y no pararán hasta conseguirlas. EXPANSIÓN. 23-4-2010 Editorial. El País Mercados descreídos La crisis financiera de Grecia amenaza con contaminar a otros países del euro, en especial Portugal e Irlanda. Los mercados (los inversores y ahorradores que deben financiar la deuda griega) desconfían del plan de ajuste y de las promesas de estabilidad aprobados por Europa para evitar la bancarrota griega. La desconfianza es mayor después de que Eurostat anunciara que el déficit público de Grecia no es del 12,7% del PIB, como calculaba su Gobierno, sino del 13,6%, y podría aumentar hasta el 14%. El pánico ha llevado el diferencial de la deuda griega hasta 532 puntos básicos sobre el bono alemán, ha extendido la inquietud a las finanzas portuguesas, a Irlanda, cuyos bancos están expuestos al crash griego, y a España, cuyo mercado de valores ha caído durante dos jornadas consecutivas (ayer el 2%) más que los mercados del continente, a pesar de que su sistema bancario es más sólido que el del resto de países europeos. En una situación tan grave, con el euro depreciándose además respecto al dólar, proliferan las visiones catastrofistas que predicen el fin de la moneda única y vuelven a recordar las diferencias de clase entre los países centrales de la UEM (con Alemania como estandarte) y los países del área mediterránea. Son augurios prematuros. Si la crisis griega no se resuelve, y si la desconfianza crece sin control, es porque se superponen dos problemas que las autoridades políticas no saben, no pueden o no tienen instrumentos para resolver. No será posible disolver la desconfianza mientras no se disponga de un protocolo articulado europeo de intervención en caso de amenaza de insolvencia en un país de la Unión. Esta condición debería estar clara, puesto que las promesas de ajuste del Gobierno griego carecen de credibilidad. Y raro sería que la tuvieran, ya que las previsiones económicas señalan al menos dos años de grave contracción económica y, por tanto, una incapacidad evidente para cumplir con su plan de saneamiento. El segundo problema es que los Gobiernos implicados o no tienen planes de control del déficit (Portugal) o los que lo tienen, como España, parecen inconsistentes. El plan de austeridad español cuelga de vagas promesas, se demoran sine díe los cambios laborales y la recapitalización del sistema bancario parece enterrada bajo capas de resistencias autonómicas. Esta parálisis inaudita explica que la deuda española tuviera ayer un diferencial de 90 puntos básicos con el bono alemán. EL PAÍS. 23-4-2010