Con este titular tan expresivo, «España en el centro de la diana», resumía el diario El País el pasado 24 de noviembre la nueva oleada de ataques y turbulencias que se abatían sobre la economía española. Y era sólo el principio. Una semana después, el IBEX 35 cerraba su peor mes desde la caída de Lehman. Y el diferencial de la deuda marcaba un récord histórico tras otro. España, en efecto, está «en el centro de la diana». ¿Pero quién dispara las flechas?
La caída de Irlanda, acetando un brutal plan de rescate tras las feroces presiones del Banco Central Europeo, Berlín y el FMI, ha dejado a la península ibérica (España y Portugal) como los siguientes objetivos a batir, con Italia esperando ya en el horizonte inmediato. La oleada de ataques y turbulencias contra la deuda, los bancos y la bolsa española está siendo tan o más frenética que la que vivimos el pasado mes de mayo. Con la diferencia de que entonces se hizo necesaria la intervención política al más alto nivel (la llamada de Obama a Zapatero) para cuadrar al gobierno y exigirle la aplicación inmediata del primer plan de ajuste. En esta ocasión, sin embargo, mientras desde el exterior se pisaba el acelerador de la presión, los encargados de trasmitir el recado directamente a Zapatero parecían ser fuerzas internas. Su inédita reunión con los 39 representantes de los mayores bancos y empresas españolas –un verdadero cónclave oligárquico, imagen jamás vista, al menos públicamente, en nuestro país–, presentado formalmente bajo la idea de transmitir un mensaje de fortaleza y confianza en la economía, no era en realidad, como se vería días después, más que la antesala de un nuevo festín monopolista. Cónclave oligárquico… La secuencia de los hechos es concluyente y no deja lugar a la duda. El viernes 26 de noviembre, la vicepresidentay ministra de Economía, Elena Salgado concede una entrevista al diario La Vanguardia en la que declara: “Hemos comenzado a crecer, aunque tímidamente, y no vemos ninguna razón para adoptar ahora medidas adicionales”. La razón que esgrime para ello es que “nuevas medidas de ajuste dificultarían el crecimiento”. Al día siguiente, sábado 27, Zapatero se reúne con el cónclave oligárquico de los 39. Aparecen distintas versiones del contenido de la reunión, en realidad nadie sabe exactamente de lo que se trató. 48 horas después, el martes 30 de noviembre, mientras el nuevo ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, comparece ante una comisión del Congreso para anunciar que no le va a temblar el pulso para aplicar la reforma de las pensiones, con consenso o sin él, el diferencial del bono español a 10 años se dispara hasta el 5,55%. Simultáneamente, la prima de riesgo supera por primera vez la barrera de los 300 puntos básicos. 24 horas más tarde, el miércoles 1 de diciembre, a primerísima hora de la mañana, Zapatero anuncia por sorpresa –y desmintiendo lo dicho por su ministra de Economía sólo 5 días antes– un nuevo paquete de medidas de ajuste que incluyen el fin definitivo de las prórrogas de 6 meses a los parados de larga duración, la privatización parcial de la gestión de los dos mayores aeropuertos españoles (Barajas y El Prat) y del organismo público de Loterías y Apuestas del Estado (LAE), junto con una serie de amortizaciones y rebajas fiscales para las rentas de capital. … y directorio franco-alemán Sin embargo, diversas informaciones de los medios de comunicación han permitido conocer que el mandato principal a Zapatero para dar una nueva vuelta de tuerca a los planes de ajuste no había venido, como podría pensarse, del cónclave oligárquico de los nuevos 39 "grandes de España" . Según dichas informaciones, el llamado “núcleo duro” del directorio europeo –formado por Merkel, Sarkozy, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy; el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao; el presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet y el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker– mantuvo una reunión privada el domingo 28, sólo 24 horas después del cónclave oligárquico con Zapatero, dedicada íntegramente a estudiar las medidas necesarias para los países que “se encuentran en la segunda línea de fuego de la actual crisis financiera”, Portugal, España e Italia. De ella salió la conclusión de que ni los rescates financieros de Grecia e Irlanda ni las medidas de ajuste anunciadas por los respectivos gobiernos eran suficientes para frenar lo que llaman ataques contra el euro, y que no es otra cosa que el creciente riesgo de asegurar el cobro de las deudas que la gran banca alemana y francesa tiene comprometidas por toda Europa, y en especial en los países del sur. Ante esta constatación, la necesidad de nuevas medidas en los países más vulnerables para dar seguridad “a los mercados” (es decir, al gran capital financiero franco-alemán) cobraba una nueva y mayor urgencia. La consigna fue transmitida a Silvio Berlusconi, José Socrates y José Luis Rodríguez Zapatero, por Van Rompuy y Durao Barroso durante las sesiones de la cumbre Unión Europea-África que se celebraba en Trípoli al día siguiente. Hasta tal punto era perentoria la urgencia de transmitir las órdenes, que Zapatero tuvo que renunciar a intervenir en la cumbre para estar presente en la reunión, leyendo su discurso ante el pleno la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez. La combinación de exigencias entre el cónclave oligárquico y el directorio europeo se resolvía, en primera instancia, con el anuncio de Zapatero de las nuevas medidas. Aunque se sospecha que la suspensión de su viaje a la Cumbre Iberoamericana puede deberse a que el consejo de ministros del viernes apruebe nuevas medidas de ajuste. El alcance de las nuevas medidas Más que por su mismo volumen económico, la importancia de las medidas anunciadas hasta el momento de escribir estas líneas por Zapatero radican en el mensaje que se lanza acerca del camino por el que piensa seguir. En primer lugar, las reformas fiscales que se adopten a partir de ahora no irán en la dirección de gravar más a los que más tienen, sino exactamente al contrario. Los beneficios empresariales gozarán de nuevos y mayores tratamientos de favor. Y para que esto no castigue aún más la deuda pública, aumentando el déficit fiscal por la rebaja de impuestos que supone para las rentas de capital, se compensará gravando aún más a los trabajadores. En este caso a los parados de larga duración, a los que se quita incluso la miserable prórroga de 426 euros durante 6 meses más. Y ello a pesar de que las mismas previsiones del gobierno indican que al menos hasta bien entrado 2012 la economía española no empezará a crear empleo neto. Y otros informes recientes apuntan que puede incluso crecer en 2011 hasta el 22%. Entre enero y junio, alrededor de 700.000 parados se quedarán sin prestaciones… y sin prórroga. Cualquier esperanza que pudiera quedar en los sindicatos de que el gobierno “rectifique” la reforma laboral, pueden darla por definitivamente enterrada. Tras el cónclave oligárquico y el nuevo mandato del directorio europeo, Zapatero se ha comprometido con lo exigido, mantener “firme” la aplicación de medidas ya en marcha, acelerar las pendientes e introducir otras nuevas no contempladas anteriormente. En segundo lugar, la privatización parcial de Aena y LAE lanza otro mensaje claramente identificable: España está en venta. No cabe calificar de otro modo un movimiento que es un auténtico sinsentido económico como la privatización de las loterías. Un negocio que deja cada año al Estado unos ingresos netos de alrededor de 3.000 millones de euros, el doble de lo que se ha ahorrado Zapatero con la congelación de las pensiones. ¿Vender la vaca para comprar botellas de leche? Una lógica similar es la que tiene este asunto. Por lo que no cabe interpretarla más que como un mensaje claro de que al gobierno –al presente y al futuro– no le va a temblar el pulso en privatizar lo que sea necesario para contentar las exigencias de bancos y monopolios, de la UE y el FMI. Y dado que el sector público empresarial ha quedado reducido a su mínima expresión, ¿qué es lo más “atractivo” que queda por privatizar? Efectivamente, han acertado: pensiones, sanidad y educación. ¿Rescatar a España o al Deutsche Bank? “La crisis irlandesa, se quiera o no, ya es asunto de España”. “España, junto a Portugal, se ha convertido en el nuevo polo de atención tras el rescate de Irlanda, ya que son los próximos candidatos a correr la misma suerte.” A lo largo de los últimos 15 días se han estado intensificando las perspectivas de que España y Portugal, tras el rescate impuesto por la fuerza a Irlanda, corrieran su misma suerte. Sólo 24 horas después de que el gobierno de Dublín aceptara el plan de rescate, el ministro de justicia irlandés, Dermot Ahern, denunciaba en una entrevista radiofónica cómo “hubo gente de fuera del país intentando empujarnos a solicitar la ayuda, a que tirásemos la toalla antes de que lo debatiéramos como un Estado”, añadiendo que, a continuación, “están haciendo lo mismo con Portugal”. Preguntado por a quién se refería al hablar de “gente”, Ahern contestó que a los miembros del Banco Central Europeo (BCE), “naturalmente”. Y esto no ocurría por casualidad, “naturalmente”. Los bancos alemanes son, tras los británicos, los mayores poseedores de la deuda de los bancos irlandeses. Y nadie desconoce el peso que Alemania tiene en las decisiones del BCE, ni que el gobernador del Bundesdank, el Banco central alemán, el “halcón” financiero Axel Weber está llamado a ser su próximo presidente. Que los bancos irlandeses sean rescatados, no quiere decir otra cosa que se les inyecta dinero público para que puedan cumplir con sus obligaciones de pago con los bancos alemanes. Así de claro, el mal llamado rescate de Irlanda no es otra cosa que el rescate del Deutsche Bank y el Commerzbank. El Washington Post ponía recientemente el dedo en la llaga al preguntarse “¿Y de dónde obtuvieron los bancos irlandeses los euros para sus malas inversiones? De los bancos alemanes – por un valor de 226 mil millones de dólares. No recordamos un gran esfuerzo de Berlín para evitar este flujo especulativo mientras estaba sucediendo. Así que el plan de rescate para Irlanda es un rescate de los propios bancos alemanes – al igual que lo fue el rescate griego, y los rescates portugués y español, en su caso, lo serán”. Ese es todo el meollo del asunto, que los medios de comunicación alemanes no tienen ningún inconveniente en airear públicamente. Si en lo referente al rescate irlandés la pregunta ya era pertinente, al hablar de nuestro posible rescate lo es aún más, ¿rescatar a España o al Deutsche Bank?