Por primera vez, la inversión global en energías renovables ha superado a la destinada a energías fósiles, más contaminantes. Pero esta noticia, positiva en sí misma, se puede volver mala cuando comprobamos quién controla este auge de la energía verde.
En España los grandes fondos extranjeros, europeos pero principalmente norteamericanos y británicos, dominan en un grado cada vez mayor las renovables. Transformando lo que puede ser un remedio ecológico en un nuevo dogal.
Larry Fink, CEO de BlackRock, el mayor fondo de inversión del planeta y brazo financiero de EEUU, llamó hace pocas semanas a “aprovechar la energía solar en España”. Por si alguien se había despistado aclaró que “defendemos la inversión sostenible no porque seamos ecologistas sino porque somos capitalistas”.
Actuaba como portavoz de la gran burguesía norteamericana, para la que las renovables en España se ha convertido en un gigantesco negocio.
Al calor de la transición energética se está ampliando un mercado que crecerá a mayor velocidad en el futuro inmediato. En los próximos diez años se duplicará la potencia eólica instalada en nuestro país, y se cuadruplicará la de la fotovoltaica.
Un negocio muy rentable y seguro. Está subvencionado con fondos europeos, y se prepara una legislación para que el Estado garantice un beneficio mínimo a la inversión en renovables.
Un “efecto llamada” que está provocando una batalla por el control de las renovables en España.
El gobierno de Rajoy tomo medidas drásticas -entre ellas el llamado “impuesto al sol”- para impedir un desarrollo de las renovables “descentralizado”, que estuviera en manos de los consumidores o pequeñas empresas. Gracias a ello, pasó a estar controlado por un pequeño grupo de monopolios del Ibex-35, como Iberdrola, Acciona y Endesa.
Ahora se ha pasado al siguiente capítulo: el gran capital extranjero exige un dominio directo, sin intermediarios, de las renovables en España.
Tal y como plantea la Asociación de Empresas de Energías Renovables en España (APPA), la mayor parte de las operaciones en renovables de los últimos meses las ha protagonizado el capital extranjero.
El fondo sueco EQT se hizo con la vasca Solarpack, un monopolio y un banco francés -Engy y Crédit Agricole- han adquirido Eolia, ACS entregó su filial de renovables a un fondo canadiense…
Y a la cabeza de la toma de control de las renovables está el gran capital norteamericano. Con históricos gigantes de Wall Street como Goldman Sachs o JP Morgan -cuyo fondo, Sonnedix, se ha erigido en líder fotovoltaico en España-, o nuevos megafondos de capital riesgo como KKR.
Los grandes monopolios energéticos “españoles” están en manos extranjeras. Algunos directamente, como Endesa, propiedad de la italiana Enel. Otros con una abrumadora mayoría foránea en su accionariado, como Iberdrola, ya más norteamericana que española. Ahora, le toca el turno a las renovables.
De esta manera, lo que debiera ser motor de un desarrollo autónomo y sostenible, se convierte en su contrario. Para maximizar sus ganancias, los grandes fondos impulsan megaproyectos de energía solar o eólica que atentan contra el medio rural y el medio ambiente. Y cambiamos la dependencia del petróleo por la de unas renovables cuyo control de mando está fuera de España.