«A ojos del mundo, la Puerta del Sol es hoy una plaza del norte de África con miles de jóvenes protestando por el derrumbe de sus expectativas de vida y una insoportable degradación de la democracia. Esos son los mensajes que están dando la vuelta al globo. De nuevo, África empieza en los Pirineos. Esa imagen -seguramente no buscada por los jóvenes airados que exigen un país mejor- no tendrá consecuencias inocuas para los intereses generales.»
Los artidos cerraron anoche la campaña muy condicionados por el impacto de las protestas dentro y fuera del país. El PSOE ha visto alterado el plan de movilizar a sus electores indecisos –un 20%, según sus propias estimaciones– con la clásica tensión derecha-izquierda. José Luis Rodríguez Zapatero cerró en Madrid su última campaña como líder electoral del PSOE en unas circunstancias que difícilmente podrá olvidar. La ágil reacción de Pérez Rubalcaba ha evitado males mayores, pero no han cuajado los intentos de atraer la protesta al campo socialista. Misión imposible. Para ello era necesario un error táctico de la derecha. (LA VANGUARDIA) EL MUNDO.- El Gobierno ha creado un pésimo precedente. Incita a que, en el futuro, otros grupos utilicen el día de reflexión y la jornada electoral para exhibir sus reivindicaciones. Pero además ha dado por bueno que quien le echa un pulso a la autoridad legítima se sale con la suya. Y esa es una muestra de debilidad que hace más frágil nuestro Estado en un momento crítico, cuando España se desangra a causa de una gravísima situación económica y afronta, a la vez, el desafío que supone tener a los amigos de ETA en las instituciones. Zapatero y Rubalcaba, Rubalcaba y Zapatero, no podían dejarnos una herencia peor. Están acorralados por sus errores y desbordados por los acontecimientos, incapaces de hacer valer la ley en la calle. Las urnas decidirán mañana su suerte. EL MUNDO.- A España le está costando mucho recuperar la confianza del mercado tras más de un año de crisis en la eurozona, pero le hace falta muy poco para invertir la tendencia. Hoy, y de nuevo por causas exógenas al país que han vuelto a dejar en evidencia su vulnerabilidad, esta ya sí por méritos propios, la presión de los inversores sobre la deuda española ha tocado máximos de los últimos cuatro meses. Junto a las renovadas dudas sobre Grecia, cada vez más cerca de reestructurar su deuda y rebajada por Fitch al nivel de Angola, las imágenes de miles de personas en la Puerta del Sol que han publicado los medios de referencia internacionales, vistas a cientos de kilómetros de distancia, también han incrementado la sensación de incertidumbre sobre España Opinión. La Vanguardia España-africana.com Enric Juliana Las campañas electorales han dejado de tener un final plácido en España. Por tercera vez en siete años, la jornada de reflexión –un invento de la transición para electores sin experiencia– llega de nuevo con aires de psicodrama colectivo. Las imágenes de una España en tensión vuelven a dar la vuelta al planeta. A ojos del mundo, la Puerta del Sol es hoy una plaza del norte de África con miles de jóvenes protestando por el derrumbe de sus expectativas de vida y una insoportable degradación de la democracia. Esos son los mensajes que están dando la vuelta al globo. De nuevo, África empieza en los Pirineos. Esa imagen –seguramente no buscada por los jóvenes airados que exigen un país mejor– no tendrá consecuencias inocuas para los intereses generales. Las acampadas en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y otras ciudades se mantendrán durante el fin de semana, pese a la prohibición de la Junta Electoral Central. La policía no intervendrá si no hay actos de provocación. El desalojo violento de las plazas sería un duro golpe para la imagen exterior de un país que vuelve a depender en gran medida del turismo. La imagen de España en el exterior está en juego. Una expeditiva carga policial también dejaría maltrecha la carrera política del vicepresidente plenipotenciario Alfredo Pérez Rubalcaba, que aspira a capitanear el PSOE –o lo que quede de él después de las elecciones de mañana– en un momento especialmente difícil. A tenor de todas las informaciones disponibles, a la gran mayoría de las personas concentradas también les interesa el final pacífico de la protesta. Hay canales de comunicación abiertos entre los manifestantes y la policía. A media tarde de ayer, la entente parecía bien establecida, aunque en situaciones de este tipo nunca faltan provocadores. Durante el fin de semana, las plazas recibirán miles de visitas. En marzo del 2004, los salvajes atentados de Madrid desembocaron en una jornada de reflexión extraordinariamente tensa, como consecuencia del erróneo enfoque del gobierno Aznar en aquellas horas de gran conmoción. "Queremos saber la verdad", gritaba la gente ante las sedes del Partido Popular. Hubo escenas de motín. Cuatro años después, el 8 marzo del 2008, la jornada de reflexión se transformó en día de luto por el asesinato a manos de ETA del concejal socialista de Mondragón Isaías Carrasco. El terrorismo volvió a condicionar el voto. En esta ocasión, el clima de excepción viene determinado por causas pacíficas y de gran calado cívico. Sumida en una grave crisis económica, España se halla estructuralmente en vilo. La protesta de los jóvenes tiene fundamento y quizá haya quedado obsoleta una legislación electoral pensada para una sociedad sin tradición democrática que en 1977 podía parecer menor de edad. Las acampadas envían un mensaje de doble o triple filo al mundo, pero no ponen en riesgo la libertad de los electores. Los partidos cerraron anoche la campaña muy condicionados por el impacto de las protestas dentro y fuera del país. El PSOE ha visto alterado el plan de movilizar a sus electores indecisos –un 20%, según sus propias estimaciones– con la clásica tensión derecha-izquierda. José Luis Rodríguez Zapatero cerró en Madrid su última campaña como líder electoral del PSOE en unas circunstancias que difícilmente podrá olvidar, La Puerta de #7;Tahrir, digo del Sol, con miles de jóvenes gritando: "¡Decidnos la verdad!". La ágil reacción de Pérez Rubalcaba ha evitado males mayores, pero no han cuajado los intentos de atraer la protesta al campo socialista. Misión imposible. Para ello era necesario un error táctico de la derecha. Y el PP esta vez no se ha equivocado, pese a los delirios paranoides de la prensa de extrema derecha de Madrid, que atribuye las protestas a un oscuro manejo del Ministerio del Interior o de los servicios secretos, Mariano Rajoy, que no se ha apartado ni un solo día de su guión, cerró la campaña con tono moderado. Aznar se ha mantenido en silencio en las últimas horas; no así Esperanza Aguirre. Ataviada con la chaqueta dálmata del vestuario de Cruella de Vil, la presidenta madrileña inició el día amagando con convocar una acampada popular ante la sede socialista de la calle Ferraz. Algunos exaltados empezaron a tomárselo al pie de la letra y tuvo que rectificar. No soporta que le hayan ocupado su Puerta del Sol. LA VANGUARDIA. 21-5-2011 Editorial. El Mundo ZP y Rubalcaba acorralados por la calle RESULTA sorprendente tener que decirlo, pero el acuerdo de la Junta Electoral Central de prohibir las concentraciones promovidas por el Movimiento 15-M en el día de reflexión y durante la jornada electoral debería haberse cumplido. El principio del Estado de Derecho es que las decisiones de los órganos legalmente constituidos rigen para todos. Sin embargo, la torpeza del Gobierno ha provocado que eso sea imposible. Anoche, la presencia de decenas de miles de personas en varias ciudades españolas convertía en impracticable su desalojo. Muchos ciudadanos aprovecharon el inicio del fin de semana para sumarse a las protestas, de las que el Gobierno es causante por dos motivos: por haber llevado al país al abismo con su pésima gestión, y por no haber atajado antes la situación. El Ejecutivo ha desoído incomprensiblemente el mandato de la Junta Electoral. El presidente Zapatero anunciaba ayer por la mañana que Interior actuaría «con inteligencia» y Rubalcaba aseguraba que para solucionar un problema «no creará otro». Al dar a entender que no iban a mover un dedo, de forma indirecta estaban alentando el fenómeno. Y los ciudadanos vieron el momento de pasar factura a un Gobierno en retirada, que abdica de sus obligaciones. Es difícil imaginar que Merkel o Sarkozy, por poner por caso, incumplieran las decisiones de los tribunales de Alemania o Francia. Aceptar que los poderes públicos se niegan o se declaran incapaces de ejercer las funciones que tienen encomendadas por la soberanía popular es admitir el estado de barbarie, la ley de la selva. La jornada de reflexión existe en nuestra legislación y su sentido es, entre otras cosas, el de impedir actos como el de la Puerta del Sol. La concentración tiene una clara incidencia en el proceso electoral desde el momento en el que uno de los grupos que la promueven tiene por lema «No les votes». Podrá argumentarse que la norma que regula la jornada de reflexión está desfasada, que sería conveniente revisarla -como tantas otras, cabría añadir-, pero hoy está vigente y hay que acatarla. Por ello, lo que debería haber hecho el Ejecutivo es garantizar que se respetaba y se cumplía. Y por eso, también, lo que más hubiera legitimado a quienes se manifiestan en la plaza madrileña y en las de otras ciudades españolas hubiera sido ajustarse a la ley. Los acampados deberían haberse retirado voluntariamente para volver a salir a la calle, si así lo considerasen oportuno, a partir del lunes. Hubiera sido un ejercicio de ciudadanía responsable y la prueba de que quieren que sus reivindicaciones sean tenidas en cuenta, porque para que éstas sean valoradas han de ser planteadas dentro del orden legítimamente establecido, no desde fuera del sistema. Con todas sus imperfecciones, España es una democracia, no una dictadura opresiva contra la que sólo cabe rebelarse. Pero lo más grave de la situación es que el Gobierno ha incumplido la resolución de la Junta Electoral Central con un argumento esperpéntico y sin precedentes. Rubalcaba se ha arrogado el poder de desobedecer el mandato del tribunal haciendo valer su criterio pseudojurídico personal sobre las cuestiones que hay que ponderar a la hora de prohibir las concentraciones en periodo electoral. Burdos pretextos para no aplicar la legalidad. Ni el Tribunal Supremo ni el Tribunal Constitucional corrigieron ayer a la Junta Electoral, pese a que así se lo habían solicitado varios demandantes que recurrieron su resolución. Es fácil pensar que al actuar así el ministro del Interior ha procurado evitar la fotografía de un desalojo que podría haber erosionado su imagen y la del Gobierno a falta de pocas horas de abrirse las urnas. Pero la obligación del gobernante es asumir sus obligaciones, por desagradables o inoportunas que para sus intereses pudieran resultar. Tampoco es descabellado conjeturar que Rubalcaba pretendía hacer un último guiño a este movimiento de protesta pensando ya en su condición de candidato in pectore del PSOE a las generales. El propio Zapatero aseguraba anoche, en el cierre de campaña, que las manifestaciones obligan al PSOE a dar nuevas «respuestas sociales». ¿Sugiere que está pensando en dar otro bandazo a su política económica? La realidad es que Interior, de forma irresponsable, ha dejado que la movilización fuera creciendo en la calle. La Junta Electoral Provincial de Madrid ya decretó el miércoles su prohibición, pese a lo cual el ministro nunca dio a la Policía la orden no ya de desalojar la plaza, sino tan siquiera de impedir con toda mesura el acceso a nuevos manifestantes. El Gobierno ha creado un pésimo precedente. Incita a que, en el futuro, otros grupos utilicen el día de reflexión y la jornada electoral para exhibir sus reivindicaciones. Pero además ha dado por bueno que quien le echa un pulso a la autoridad legítima se sale con la suya. Y esa es una muestra de debilidad que hace más frágil nuestro Estado en un momento crítico, cuando España se desangra a causa de una gravísima situación económica y afronta, a la vez, el desafío que supone tener a los amigos de ETA en las instituciones. Zapatero y Rubalcaba, Rubalcaba y Zapatero, no podían dejarnos una herencia peor. Están acorralados por sus errores y desbordados por los acontecimientos, incapaces de hacer valer la ley en la calle. Las urnas decidirán mañana su suerte. EL MUNDO. 21-5-2011 Economía. El País La presión contra la deuda de España alcanza máximos de cuatro meses Álvaro Romero A España le está costando mucho recuperar la confianza del mercado tras más de un año de crisis en la eurozona, pero le hace falta muy poco para invertir la tendencia. Hoy, y de nuevo por causas exógenas al país que han vuelto a dejar en evidencia su vulnerabilidad, esta ya sí por méritos propios, la presión de los inversores sobre la deuda española ha tocado máximos de los últimos cuatro meses. Junto a las renovadas dudas sobre Grecia, cada vez más cerca de reestructurar su deuda y rebajada por Fitch al nivel de Angola, las imágenes de miles de personas en la Puerta del Sol que han publicado los medios de referencia internacionales, vistas a cientos de kilómetros de distancia, también han incrementado la sensación de incertidumbre sobre España. El rebrote de la crisis se ha saldado a su vez con fuertes caídas en la Bolsa. El recrudecimiento de los temores a que Grecia se vea obligada a pactar una quita de su deuda para no caer en la insolvencia ha devuelto a la prima de riesgo de España sobre los 240 puntos básicos, 11 más que ayer. Este indicador, al que los analistas recurren para evaluar la confianza en las finanzas de un Estado y que equivale al diferencial frente a los bonos a 10 años alemanes, de referencia, llegó a rebasar los 290 puntos básicos en plena debacle de Irlanda en noviembre. No obstante, desde el 12 de enero y salvo un repunte a finales de abril -también motivado por las dudas sobre la crisis griega-, había logrado moderarse en el entorno de los 212 puntos básicos -la media acumulada en este periodo-. Además, la rentabilidad exigida a los bonos del Tesoro a dos y tres años, donde se concentran las dudas de los inversores y que suelen sufrir una mayor volatilidad, ha alcanzado también máximos anuales en el mercado secundario, el parqué en el que se negocian los títulos de deuda soberana una vez emitidos por los Estados. Pese a ello, siguen por debajo de los intereses de la deuda a largo plazo, lo que supone una clara diferencia frente a sus socios del euro rescatados. En concreto, el interés de los bonos a dos años se movía sobre el 3,6% y el de los títulos a tres, en torno al 4,210%. El tipo del bono a 10 años, por su parte, se situaba en el 5,45%. Y la cosa puede empeorar, según las previsiones de Goldman Sacchs, elaboradas a partir de análisis puramente matemáticos de los gráficos: si supera su anterior máximo del 5.53%, no parará hasta tocar el 6%. Tampoco han ayudado a superar los temores de los inversores sobre España las informaciones aparecidas en la prensa financiera internacional sobre la posibilidad de que, tras las elecciones, los nuevos Gobiernos autonómicos hagan emerger mayores cifras de déficit que las publicadas hasta la fecha. Algunos analistas, como Stephen Englander, de Citi, han asumido como probable esta posibilidad. En cuanto a Grecia, el nuevo episodio de turbulencias se ha traducido en otro récord histórico en su prima. Desde que el país entró en el euro, este indicador no había llegado nunca a los 1.342 puntos básicos que ha tocado hoy, 54 más que ayer. Hoy, además, ha visto cómo la agencia de calificación Fitch volvía sacar la tijera para rebajar su nota de solvencia crediticia. La decisión de la sociedad, que ha bajado su rating en tres escalones de BB+ a B+, el mismo que tienen Angola o Mongolia, supone hundir al país aún más en el nivel de bono basura, lo que equivale a una inversión solo apta para especuladores. Además, también le aleja más del resto de sus socios del euro ya que Grecia es, con diferencia, el país de la Unión Monetaria con peor calificación. Fitch ha justificado su decisión en los problemas del Gobierno griego para bajar el déficit, que debe reducirse del 10,5% de 2010 al 7,5% este año, y las dificultades de las privatizaciones, con las que quiere ingresar 50.000 millones de euros de aquí a 2015. Las causas del incremento del acoso de los inversores sobre los llamados países periféricos del euro por sus problemas de deuda y déficit, el grupo que conforman los ya rescatados Grecia, Irlanda y Portugal pero en el que también se incluye a España y, de forma más tangencial, a Italia o Bélgica, vienen de dos frentes: el político y el puramente financiero. Por parte del primero, el siempre estricto Gobierno de Alemania, al menos por lo que se refiere en su actuación frente a la crisis del euro, se mantiene en sus trece y quiere incluir de forma efectiva al sector privado -leáse bancos- en el coste de futuros rescates. La exigencia del Ejecutivo de Angela Merkel, que Berlín califica como "línea roja" para dar su apoyo al próximo Mecanismo Europeo de Estabilización Europea (MEDE), el fondo de ayuda que debe sustituir al actual en 2013, choca con la voluntad de Francia. París, junto al grueso de países del euro salvo Austria, Holanda y Finlandia (los más rigurosos fiscalmente), aboga por que esta posibilidad se incluya como un acuerdo político, lo que limitaría su impacto real cuando entre en vigor el MEDE. En un plano más financiero, los inversores temen que la quita que empieza a plantear la UE, que ya admite la posibilidad de una "suave reestructuración", no les permita cobrar los seguros contra impago con los que han cubierto una parte -ya que estos instrumentos nunca llegan a enjugar todas las pérdidas- de sus apuestas por los bonos de Atenas. Por este motivo, han reaccionado deshaciendo sus posiciones en deuda griega y, por contagio, del resto de periféricos, especialmente de España y Portugal, mientras ha aumentado la demanda de bonos alemanes, lo que a su vez ha agravado el aumento de la prima de los periféricos. EL PAÍS. 21-5-2011