Asistimos a una batalla en torno a los impuestos que en algunos momentos siembra una confusión interesada. La carrera emprendida entre determinadas comunidades por bajar impuestos, o la maraña de tecnicismo que a veces se emplea, hacen incompresibles cosas que realmente son sencillas.
Debajo de toda la discusión fiscal no está bajar o subir impuestos, en general, sino a quién y cuánto se le suben o se le bajan.
¿A quién?
En un momento donde la inflación devora los bolsillos de la mayoría, hay que bajar impuestos a los que menos tienen.
Y, sobre todo, hay que subir impuestos a los que más tienen, a quienes concentran la mayor parte de la riqueza y están incrementando sus ganancias en plena crisis.
¿Cuánto?
Incrementar a bancos, monopolios y capital extranjero el impuesto de sociedades, el que pagan por sus beneficios, hasta un 50%.
Es justo. Mientras casi todos vemos recortado nuestro poder adquisitivo por la tijera de la inflación, eléctricas, petroleras o bancos ganan este año un 33% más que el año pasado, o incluso el doble. Si ganan mucho más, que paguen mucho más.
¿Es posible en un país como España? No hace mucho, en 1980, las grandes empresas pagaban un impuesto del 56%. Se ha hecho, y se puede hacer ahora.
Aumentar hasta un 70% el tipo del IRPF que pagan las grandes fortunas. El 1% más rico en España concentra una cuarta parte de la riqueza total. Tres veces más que el 50% con menos recursos. Si son muchísimo más ricos que paguen muchísimo más.
¿Se puede? En un país paradigma del capitalismo como EEUU, la tasa fiscal a los más ricos estuvo durante casi 40 años por encima del 70%, y llegó a escalar hasta el 92%.
Si se impone que grandes fortunas paguen el 70% en el IRPF y bancos o monopolios el 50% en sociedades, entonces se puede rebajar la carga fiscal de trabajadores, pymes y autónomos hasta el 10% o menos.
Esto es Redistribuir la Riqueza.
Cuando el PP propone suprimir el impuesto de patrimonio, que solo paga quien posee un patrimonio de más de un millón de euros, está planteando bajar los impuestos a los más ricos, en concreto al 0,2% más rico.
Cuando Feijóo plantea rebajar el IVA de algunos productos alimentarios, está proponiendo que el Estado se haga cargo de una subida de precios que provocan los grandes monopolios de la alimentación, los que se enriquecen mientras arruinan a agricultores, ganaderos y consumidores.
Cuando el PP propone suprimir el impuesto de patrimonio, que solo paga quien posee un patrimonio de más de un millón de euros, está planteando bajar los impuestos a los más ricos, en concreto al 0,2% más rico.
Si se bajan impuestos a la población con menos renta, y no se suben los impuestos a los que más tienen, entonces se está aliviando la situación de unos, a costa de más deuda pública, sin tocar los privilegios de unos pocos.
El gobierno de coalición ha aprobado una batería de medidas fiscales. Hay aspectos que benefician a las clases populares y deben apoyarse.
Se rebaja la carga fiscal de quienes ingresan menos de 21.000 euros, que son la mitad de los trabajadores. Una medida de la que también se beneficiará un sector de pensionistas.
Y se rebajan impuestos a las pymes, muchas de ellas asfixiadas o al borde de la quiebra.
Al mismo tiempo, se aprueba un impuesto a las grandes fortunas, que pagarán los patrimonios superiores a 5 millones de euros, con una mayor contribución cuando sean mayores de 10 millones.
El impuesto a las grandes fortunas no puede ser temporal, solo para dos años, sino permanente. Y se les debe exigir que paguen el 70% de sus fabulosas rentas.
El gobierno también ha limitado los instrumentos que bancos y grandes empresas tienen para recortar sus pagos a Hacienda. Y ha aumentado del 26% al 27% los impuestos que pagan los grandes inversores, que tienen en productos financieros más de 200.000 euros.
Apoyamos que se bajen impuestos a los que menos tienen y se suban a los que más tienen. Pero esta no es la reforma fiscal que necesitamos.
El impuesto a las grandes fortunas no puede ser temporal, solo para dos años, sino permanente. Y se les debe exigir que paguen el 70% de sus fabulosas rentas.
El gobierno elimina algunas de las deducciones que permiten a bancos y monopolios pagar solo en torno a un 4% de sus beneficios. Y lo hace con el objetivo de que “al menos paguen un 15%”. ¡Pero si la ley dice que deben pagar un 30% o un 35%! ¿Por qué permitirles que paguen solo la mitad? Debe aprobarse un tipo mínimo del 50% de sus beneficios. Si ganan el doble que todas las pymes juntas, que paguen el doble en impuestos.
Lo que necesitamos es una reforma fiscal que Redistribuya la Riqueza. Recortando los enormes beneficios de bancos, monopolios, capital extranjero y grandes fortunas para poder invertir esos recursos al servicio de la mayoría.