Las causas del desastre de Fukushima

¿Error humano o crimen monopolista?

El informe denuncia abiertamente la "connivencia" entre los gobiernos pasado y el actual, los reguladores y al compañí­a Tokyo Electric Power (TEPCO, quienes " fallaron en su deber de proteger la vida de las personas y la sociedad".

Una comisión de 10 expertos «privados» ha concluido que la catástrofe de Fukushima no tienen que ver tanto con los desastres naturales como con el estado y la empresa gestora de la central nuclear que no supieron velar por la vida de los ciudadanos. Por ojos limpios puede entrar algún rayo de verdad: fue un crimen monopolista.

Japón tuvo su particular 11-M hace poco más de un año. Aunque, salvando las distancias, podríamos decir que la catástrofe nuclear de Fukushima fue la redición del desastre del Katrina en New Orleans (EEUU, 2005). Entonces, el huracán sacó a la luz la auténtica naturaleza del capitalismo monopolista. No sólo abandonaron las autoridades norteamericanas a la población a su suerte, sino que enviaron miles de efectivos de las tropas recién llegadas de la guerra de Irak para… reprimir la rebelión de la población expuesta a morir de hambre y sed. En Japón, el desastre de Fukushima fue provocado por el hombre y se podría haber previsto y evitado. Tal es la conclusión de una comisión de expertos “privados» que desautorizó el primer informe encargado por la empresa TEPCO (gestora de la central nuclear) que exculpaba a la misma de cualquier responsabilidad. «La criminal actuación de TECPO y el Estado causo más muertes que el tsunami o el terremoto»

«Suena a excusa para eludir su responsabilidad», afirma el nuevo informe. En definitiva, el desastre natural causó los daños; el desastre artificial, del estado y el gigante eléctrico japonés, causó las muertes. Más claro imposible.

El informe denuncia abiertamente la «connivencia» entre los gobiernos pasado y el actual, los reguladores y al compañía Tokyo Electric Power (TEPCO, quienes “ fallaron en su deber de proteger la vida de las personas y la sociedad».

Tras 900 horas de sesiones y entrevistas a 1.100 personas concluyeron que se habían despreciado los estándares mundiales básicos de seguridad en la prevención de accidentes nucleares.

Esto acabó, oficialmente, con más de 150.000 personas desplazadas de sus pueblos. La evacuación es la manera de reducir la contaminación. Es imposible descontaminar la radiación de F u k u s h i m a .

Hoy, 80.000 p e r s o n a s siguen evacuadas en un radio de 20 kilómetros a la redonda. Miles de trabajadores limpian la central, tarea que puede durar décadas. Los muertos por la radiación, tanto de los residentes como de los operarios que limpian la central, han sido ocultados a la opinión pública. El interés de los grandes monopolios eléctricos que se benefician con el uso de la energía nuclear sobre la seguridad, la salud y la vida de millones de personas prevalece, de momento. No se trata ni de un accidente imprevisible de la naturaleza ni de un error humano, es un crimen monopolista perfectamente orquestado a escala mundial. Son peor que la radiación. Si está tan claro, a que esperan para juzgarlos y sentar una pica en Flandes. Ellos son los que debieran ser “evacuados” por seguridad. No la suya, sino la de la gran mayoría.