Tú eres hijo de actores, y cuando saltaste a la fama con “Jeromin” (sobre la biografía de D Juan de Austria) a los 11 años, habías hecho ya varios trabajos. Coméntanos esos rimeros años. En un año había hecho 4 películas: “La guerra de Dios”, “Un caballero andaluz”,”Jeromin” y otra de la que ya ni me acuerdo. Hasta que mi familia decidió frenar en seco y obligarme a estudiar. Afortunadamente. Durante varios años a partir de ahí sólo me dediqué a estudiar interpretación y prepararme. Fueron los principios de una larguísima carrera en teatro, cine y TV, aunque sobre todo eres un actor de teatro. ¿Qué te llevó a la dirección? Es toda una experiencia. Para mí dirigir es una necesidad, desde siempre, lo que pasa es que, como no soy ningún irresponsable en mi trabajo, quería estar seguro antes de ponerme a ello, por eso no lo había hecho antes. La obra es de Francis Veber, un autor conocido en España por “La cena de los idiotas”. Es un clásico del teatro francés contemporáneo, ha sido interpretado por Jacques Brel y llevada al cine por Billy Wilder. Su traducción literal es algo así como “El tocahuevos”. Háblanos de ella Me leí 14 obras antes de decidirme por ella. Me propuse cambiar de estilo. Las últimas obras habían sido de teatro conceptual y quería hacer una comedia. La obra se desarrolla en un espacio doble: 2 habitaciones de hotel. Y dos personajes principales: un fotógrafo que se quiere suicidar y un asesino a sueldo que tiene el encargo de eliminarle, pero que al final termina convenciéndole de que vivir merece la pena. ¿Cómo se lleva dirigir e interpretar a la vez una obra de teatro? Es un ejercicio potente, otra dimensión, el trabajo de director va por delante, tienes la capacidad de alterar muchas cosas. Hablando hace unos días con Amparo Baró, decía que hoy no se promueve que la gente vaya al teatro, en contraste a los años 70, tiempos en los que la TV popularizaba las obras de teatro. Tú fuiste uno de los artífices de Estudio 1, que cumplió particularmente ese papel. ¿Qué habría que hacer ahora? Producir Estudio 1 fue una experiencia magnífica, un proceso de aprendizaje enorme para los actores: aprenderse una obra e interpretarla toda seguida delante de una cámara. Ahora tendría que haber actores jóvenes preparados para asumir esto, tendría que estar preparada la TV, y preparado el público, porque se ha obligado a deformar el gusto al público. Ahora el teatro está en un momento de promoción. Cuando hay paro hay una mayor afluencia al teatro. No se por qué. Esta temporada es brillante, de un buen nivel. Claro que también nos apretamos el cinturón, como todos. Bueno, todos no, nosotros y el resto de trabajadores.