La formación del Govern y las maniobras de Puigdemont

Entrando en zona de riesgo

“Puigdemont está entrando en zona de riesgo”. Así se han pronunciado fuentes de la dirección de ERC ante los continuos volantazos impuestos por el líder de Junts per Catalunya, que impiden la formación de un gobierno que acabe con los efectos del 155.

La reunión de los diputados de Junts per Catalunya en Berlín no alumbró el esperado “plan D”, con el anuncio de un candidato con opciones reales de presidir la Generalitat. Por el contrario, se decidió “apurar la ventana de posibilidades” abierta con la aprobación en el parlament de la ley de presidencia, que habilitaría una investidura a distancia… de Puigdemont.

La viabilidad de esta propuesta está muy cercana al cero. El gobierno de Rajoy va a recurrir la reforma ante el Constitucional, que en los próximos días la admitirá a trámite, declarándose en suspenso su aplicación.

Pero esta nueva jugada permite a Puigdemont seguir en el centro del debate político, y continuar sembrando elementos de tensión y enfrentamiento.

Las posturas en el campo independentista no ofrecen precisamente una imagen de unanimidad. ERC, que en la ponencia política recientemente publicada admite que el independentismo no puede alcanzar ahora su objetivo, al no superar el apoyo del 50% de la población, reclama una vez más una investidura efectiva, que permita al independentismo recuperar el control sobre la Generalitat. Una exigencia, respaldada soto voce por la dirección del PDeCAT, cada vez más acuciante conforme se acerca el plazo del 22 de mayo, que obligaría a la repetición de elecciones en caso de no haberse designado presidente.

Junts per Catalunya afirma que “el 14 de mayo habrá presidente”, pero Puigdemont pone todos los obstáculos posibles para hacer más difícil el empeño.

Algunos consideran que detrás de esta estrategia se esconde el deseo de forzar unas nuevas elecciones en las que Puigdemont espera fortalecer su hegemonía en el campo independentista.

Sin poder descartar esta opción -una “zona de riesgo” para todos, incluído Puigdemont, ya se sabe que las elecciones las carga el diablo- parece más factible la apuesta por forzar una subida de la tensión de la que obtener réditos políticos.

Los sectores representados por Puigdemont han sido “rescatados” por la justicia alemana, el mismo país desde donde, según las últimas informaciones, Josu Ternera leía el último comunicado de ETA. Ofreciéndoles munición política para proseguir su desafío contra un Estado español desacreditado por la primera potencia europea.

Puigdemont parece empeñado en explotar a fondo esta carta, antes y después de la formación de un posible nuevo gobierno. El “Plan D” que se reclama no será tampoco un remanso de tranquilidad. Puigdemont quiere investir a un presidente “provisional”, que reconozca públicamente su supeditación a un Puigdemont que residirá en Berlín. Empeñado, para seguir su hoja de ruta de la fragmentación, incluso en desprestigiar instituciones hasta ahora intocables en Cataluña, como el president de la Generalitat. O proyectando un “comisionado del 155” que relataría “los abusos de la ocupación española” con el único fin de “avergonzar al gobierno español”.

Sea cual sea la resolución -haya gobierno o nuevas elecciones-, Catalunya no va a abandonar la “zona de riesgo” mientras Puigdemont y lo que representa sigan interviniendo.