Represión y lucha popular en Perú

“En Perú hace falta un movimiento que tenga objetivos no sólo democráticos, sino revolucionarios”

Más de 65 muertos, decenas de desaparecidos, cientos de heridos, miles de detenidos. Es -por el momento- el balance de la represión en Perú. Pero la lucha del pueblo no se arredra, crece en intensidad y arrincona al gobierno de Dina Boluarte. Preguntamos sobre la crisis política a Julio Chávez Rivera, profesor universitario y presidente de la Academia Peruana de Filosofía y Ciencia (APERFILC)

Tras los sucesos que condujeron a la caída de Pedro Castillo y al gobierno de Dina Boluarte, Perú vive hoy una profunda crisis política, trágicamente sazonada por una brutal represión que ya ha dejado cerca de 60 muertos, cientos de heridos y miles de detenidos. Una represión que sin embargo no ha hecho que las protestas -que exigen la salida inmediata de Boluarte y la pronta convocatoria de nuevas elecciones- aminoren.

Preguntamos sobre lo que está pasando a Julio Chávez Rivera, profesor de historia, pedagogía y filosofía en la Universidad de San Marcos, y Presidente Fundador de la Academia Peruana de Filosofía y Ciencia (APERFILC). Julio Chávez tiene tras de sí una larga trayectoria de enseñanza del marxismo entre sindicalistas y campesinos, así como de promoción de cooperativas agrícolas, en un país donde las diferencias sociales entre la ciudad y el campo son abismales.

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Las noticias que llegan a España de la represión en Perú son de espanto. Hemos visto a la Policía entrar en el recinto universitario para detener violentamente a los campesinos que estaban alojados con los estudiantes. ¿Es así? ¿Qué nos puede contar de la represión?

Pues así es, por desgracia. En Perú estamos tristemente habituados a que desde el poder se cometan todo tipo de excesos y brutalidades contra los habitantes de la periferia, de las zonas rurales. Lo que tenemos es una especie de capitalismo burocrático, con rasgos coloniales y semifeudales, donde fuera de la capital, Lima, lo que hay son zonas rurales mucho menos desarrolladas, y donde a sus habitantes, de origen indígena o mestizos, se los trata como a ciudadanos de segunda.

Aquí en España los medios de comunicación nos cuentan lo que ha sucedido en Perú como el resultado de una especie de «autogolpe» fallido de Pedro Castillo, ante el cual las instituciones han «defendido la democracia». ¿Es así o el golpe se lo han dado -Boluarte y los que llevan más de un año tratando de derribar a Castillo- al pueblo peruano?

Pues ese mismo debate lo tenemos aquí, sobre quién golpeó a quién. Los que vemos las cosas desde el combate al capitalismo burocrático tenemos claro que quien ha dado el golpe son las fuerzas más reaccionarias del Perú. Un golpe que se empezó a gestar desde el primer día en el que asumió el cargo Pedro Castillo, como todos sabemos un maestro rural de Cajamarca al que buscaban derrocar. Y el último episodio, en el que Castillo intentó contraatacarles, sirvió solamente para cumplir los propósitos golpistas de las clases dominantes, de la derecha, y los grandes capitalistas y terratenientes, de los vendedores y compradores que dominan el Perú.

En realidad el golpe se ha dado desde el poder legislativo, que se ha convertido casi en una dictadura. Y detrás de todas esas maniobras, del desprecio a los trabajadores, de todos esos rasgos que acompañan a la política peruana, está la voluntad de perpetuar la explotación contra la inmensa mayoría de los peruanos.

En Perú, la democracia burguesa no acepta personajes, ni ideas, ni representaciones políticas de masas populares”

También llama la atención que Dina Boluarte, que era la segunda de Pedro Castillo, su vicepresidenta, se haya entendido inmediatamente con sus peores enemigos, con el fujimorismo, incluyendo a ministros ultraderechistas en su gobierno…

«Dina asesina» es lo que se canta en todas las protestas

Lo que ocurre es que en Perú la democracia burguesa no acepta personajes, ni ideas, ni representaciones políticas de masas populares, o de sectores que proponen cambios profundos de estructuras. Y por eso Castillo acabó rodeado de un equipo de personajes grises, moderados, funcionarios y tecnócratas. Y en esa corte aparece Dina Boluarte, porque en Perú se estila poner como vicepresidentes a personajes con cierto carisma y conexión con las instituciones. Con un elemento ajeno a las élites como Castillo, este entorno de cortesanos se construyó con más hincapié, y al final el sistema ha «expectorado» a Castillo y lo ha sustituido por uno de las suyas, por Boluarte.

Y esta figura, a la que en las manifestaciones se la denuncia como «Dina asesina», se ha puesto a cumplir con los designios de esa dictadura parlamentaria, de las clases dominantes, avalando todos los atropellos de las jerarquías militares, y se ha alineado con los grandes grupos mediáticos.

Pero es que además de cooptar a ministros del fujimorismo, Boluarte está emulando su discurso, con acusaciones de «terruqueo» (de terrorismo) a todo aquel que protesta o levanta banderas de izquierdas, ¿no?

Sí, ese discurso se ha vuelto a instalar en el escenario político. Y esas ideas sirven para cohesionar a toda la derecha y las fuerzas antidemocráticas no sólo contra Castillo, sino contra los habitantes de las provincias, contra el Perú campesino y periférico. Las condiciones de vida de ese Perú son miserables, y por eso la rebeldía de esos peruanos, que consideran que Castillo les representa. Pero esas masas no tienen una dirección política, más allá de exigir la marcha de Boluarte y elecciones democráticas. Frente a la derecha no hay ninguna cabeza que lidere.

¿Quién está detrás del golpe? Sabemos que más allá de las maniobras de los actores políticos, detrás de lo que está ocurriendo están los intereses de la clase dominante peruana, pero sobre todo intuimos la intervención de los Estados Unidos. ¿Es así?

Bueno, en primer lugar todo el mundo ha podido ver como la embajada de EEUU ha avalado a Dina Boluarte, le ha dicho que siga y que garantice reformas. Y por supuesto, con ese espaldarazo se ha envalentonado más. Porque aquí las clases dominantes tienen a la embajada de EEUU como un tótem, como un dios tutelar.

Pero eso viene acompañado de una serie de contratos, proyectos y prospecciones por parte de multinacionales estadounidenses, donde se han ido descubriendo yacimientos de litio, petróleo, gas… Y está también la razón de hacerle frente a China, cuyas inversiones en el Perú van en aumento. Nuestro país es un campo de lucha entre las principales potencias.

Y de ahí la solidaridad de países vecinos, como México, Brasil, Argentina, Colombia o Chile… una solidaridad que ha molestado mucho a Boluarte, llegando a expulsar al embajador mexicano.

Todo el mundo sabe que la embajada de EEUU ha avalado a Dina Boluarte”

Hay todo un programa, un complot, para hacer frente a los gobiernos progresistas de América Latina, que cada vez se vuelve más roja. En Perú las fuerzas reaccionarias están muy atrincheradas, y cualquier proceso de cambio tiene que ser interno y externo, tiene que estar acompañado de cambios en el continente.

Al mismo tiempo que la sangrienta represión, lo que llega de Perú es una enorme movilización y un inmenso espíritu de lucha desde distintos puntos del país. Y parece que las distintas ramas de la izquierda, que han llegado a dividirse y distanciarse en torno a la figura y la gestión de Castillo han vuelto a unirse ahora contra el secuestro de la democracia por parte de Boluarte y el fujimorismo. ¿Es así?

En alguna medida es como dices, pero hay otros sectores de la izquierda que han quedado como apestados, desacreditados. Varios partidos comunistas de aquí han estado en una inoperancia total, incluso algunos se han opuesto a Castillo y se han puesto del lado del acoso de la derecha. Sí hay otros que de manera franca se están buscando una unidad, pero eso es aún muy insinuante.

En realidad, el gran movimiento nacional de protesta está mucho más protagonizado por gremios, por comunidades, por muchísima gente que no tiene necesariamente una vinculación ideológica ni un encuadramiento partidista pero que sí tienen una gran energía y ánimo de protesta.

Aquí mismo, en mi colegio (de la Universidad de San Marcos en Lima, donde la policía irrumpió hace una semana) hay mucha gente cristiana, evangélica, sin educación política, pero que están colaborando con entusiasmo en el apoyo a los movilizados que vienen de fuera de Lima, preparando comida o recogiendo dinero. O estamos viendo como algunos artistas populares y cantantes folcklóricos de música andina -Illari del Cusco o el Cholo Juanito- que nunca se habían significado políticamente, están apoyando muy expresamente las protestas de las provincias y la «toma de Lima».Esa solidaridad y ese espíritu nos dice que algo ha tocado la fibra de las clases populares. Pero ya empiezan a aparecer los autoproclamados «interlocutores».

Hay un plan para hacer frente a los gobiernos progresistas de América Latina, que cada vez se vuelve más roja”

En estos momentos, las exigencias del movimiento son simplemente legalistas, básicamente democráticas: que renuncie Boluarte y los parlamentarios, que se convoquen nuevas elecciones, y -en algunos sectores- que se abra un proceso constituyente que logre una nueva Constitución.

Visto de conjunto, en todo el continente los pueblos avanzan y la reacción retrocede. También en Bolivia sufrieron un golpe de Estado ‘made in USA’ que fué derrotado un año después. ¿Hacia dónde cree usted que va a evolucionar esta crisis en Perú?

Julio Chávez Rivera, marxista, profesor universitario y presidente de la Academia Peruana de Filosofía y Ciencia (APERFILC)

Creo que en Perú el escenario es peor y la salida va a ser diferente. En Bolivia hay un mayor nivel organizativo, aquí en Perú, tras la dictadura de Alberto Fujimori y sus genocidios se desbarató todo. En Perú un partido comunista no puede inscribirse legalmente, aquí sales a la calle con una bandera roja y una hoz y un martillo y te matan al instante.

Aquí los militares ya están gobernando, el Parlamento de Perú ya está lleno de militares, [de hecho el que preside la cámara es José Williams Zapata, el general responsable de la masacre de Accomarca], y los voceros más ultraderechistas son ex-marines. Entonces, o bien llega un dictador cortacuellos, o bien asume el gobierno un conciliador, un sustituto «inocuo», capaz de contentar a la derecha y a las élites y al mismo tiempo apaciguar a los que protestan, que intente una «paz de los cementerios» donde se extienda el olvido sobre los muertos y la represión.

«El pueblo va a seguir reclamando sus intereses, y no vamos a salir de esta situación mientras la izquierda y los partidos no tengan un objetivo revolucionario»

Pero el pueblo va a seguir reclamando sus intereses, y no vamos a salir de esta situación mientras la izquierda y los partidos no tengan un objetivo revolucionario, de transformación real y profunda de los problemas del Perú. Lo máximo que se propone es un cambio de Constitución, y yo he participado en debates sobre la constituyente, pero eso no es suficiente, no puede ser la máxima aspiración. Aquí si hay un cambio constitucional los primeros que van a estar presentes para imponer sus intereses son la derecha y los populistas

Por supuesto que estas protestas son una muestra del espíritu levantisco, del carácter rebelde del pueblo peruano. Pero lo que hace falta es un movimiento político, un Frente Nacional, que tenga objetivos no sólo democráticos sino revolucionarios