Opinión

En las entrañas del monstruo

En una reciente conferencia, John Banville, el escritor irlandés, dijo que «los médicos deberí­an recetar novelas negras ante la crisis. Compartimos su opinión.

En ocasiones suele presentarse la novela negra, y por extensión, el cine negro, como artífices de una culpa colectiva, de crímenes en los que no aparece un asesino con identidad definida, sino en los que hay una responsabilidad social compartida. Nada más lejos de la realidad. Los enemigos y criminales se encuentran en las altas esferas, y sus secuaces ocultos en los bajos fondos. Es el individuo enfrentado a la corporación o al Estado, el policía capaz de todo por defender la verdad, el protagonista de las historias. No existe una culpa compartido, sino la denuncia de un sistema con víctimas y verdugos. Algo así como lo que ocurre hoy en día con la crisis que sufrimos. No existen los “fantasmas”, ni los excesos colectivos que nos han llevado hasta aquí. Existen culpables y enemigos. Por eso la aportación de la novela negra supone un filtro de claridad, un enfoque crudo pero veraz de aquello que vivimos todos los días.

La otra categoría en la que se ha enmarcado el género es la de literatura social, argumentando su capacidad de expresar el contexto de una sociedad y su nacimiento en época de crisis. Citando un artículo de una prestigiosa revista del género: “todos los sitios son susceptibles de originar el bien o el mal. Lo importante es lo que el Hombre hará de ellos y la manera en que la sensibilidad del autor se los apropia”.«enfrentarse a la verdad, encontrarse con ella y ser honesto a la hora de contarlo»Sin embargo, incluso más allá de la propia voluntad del autor, zambullirse en las entrañas del monstruo y tratar de desentrañas los entresijos de un complicado crimen que escala hasta las más altas esferas del Estado, implica enfrentarse a la verdad, encontrarse con ella y ser honesto a la hora de contarlo. La ficción, en este caso, se convierte en la más fiel radiografía de los pilares del capitalismo, sus dueños, sus víctimas y los protagonistas de la historia. Quizás, por eso también, las palabras de Banville resultan tan acertadas. Buena receta es coger el punto de vista del cine negro, buscar a los responsable, señalarlos, librarse de los fantasmas y descargar los fardos más pesados sobre las espaldas de quienes están marcados por la culpa. Nunca permanecer impasibles, porque en el desgarro de la verdad está la vida. Como dice el escritor Juan Madrid: “No hay nada que no esté en conflicto. Lo perfecto, en la tumba. En el reino de los muertos no existen conflictos ni contradicciones. El papel de los escritores es contar lo que no se ve. Por eso tenemos que quitarle la palabra a quienes la estropean, la manipulan. Hay que convertir aquélla en algo libre y capaz de contrastar y de ser contrastada con el discurso único. Eso es lo hermoso y lo grandioso de la literatura.”