Ante la desprotección del lobo ibérico

En defensa del lobo feroz

Enemigo de Caperucita Roja y del Partido Popular, presunto devorador de ganado y poderoso generador de polémicas, el lobo está hoy (literalmente) en el punto de mira.

El lobo ibérico, Canis lupus signatus, es una subespecie del lobo gris europeo endémica de nuestra península. Tiene identidad genética propia y se ha adaptado a los ecosistemas mediterráneos, con una dieta variada y un aspecto diferenciado. Su tamaño es algo menor, cuerpo y cabeza robusta y pelaje gris o pardo, con manchas oscuras –en contraposición con el lobo europeo, de color claro y con grandes manchas blancas–.

Podemos hacer las paces con él porque no se comió a la abuela de Caperucita (ese sería su primo francés). El lobo ibérico es una subespecie “amenazada” que se distribuye principalmente en el Noreste de España y el Norte de Portugal.

Se trata de un mamífero carnívoro, de la familia de los cánidos, como los zorros y los chacales. Por cierto, en nuestro día a día nos encontramos (e incluso convivimos) con muchos (muchos muchos) parientes del lobo: el perro, Canis lupus var. familiaris, una variedad domesticada que comparte genes y costumbres con nuestro protagonista.

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Vivan los depredadores

Volvamos al lobo ibérico. Como todas las especies, tiene una profesión, el llamado “nicho ecológico”. Su profesión consiste en ser depredador, un papel extraordinariamente importante, aunque no goce de buena prensa.

Los recursos en la naturaleza son limitados y las poblaciones no pueden crecer indefinidamente. Así, los ecosistemas se regulan de forma natural, la muerte es necesaria para la vida y la lucha por la supervivencia y la reproducción, el motor de la selección natural y de la evolución.

Los depredadores son importantes, y no solo por ayudar a controlar el número de individuos de las especies que depredan. ¿Qué animal tendrá más probabilidades de ser cazado? El enfermo, el herido… Algo que sería deplorable si se tratara de humanos, es vital en la Naturaleza.

Único de la Península Ibérica, necesario para el ecosistema

Que haya depredadores y, especialmente, depredadores tope (que no tienen depredadores por encima) es bueno para el ecosistema y, además, signo de salud. No perdamos de vista que un depredador tiene considerables necesidades energéticas y serias dificultades para alimentarse (¿tú qué preferirías, pastar o cazar?). Si hay grandes depredadores es porque el ecosistema es rico: hay buenas condiciones, lo que permite mucha vegetación, por tanto muchos herbívoros, entonces habrá depredadores intermedios y, finalmente, depredadores tope. Digamos que si hay depredadores tope, como el lobo ibérico, es porque el ecosistema “se lo puede permitir”.

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Se abre la veda

El año 2021 fue un gran año para la conservación del lobo ibérico. Por primera vez, fue incluido en el listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESRPE) y quedó prohibida su caza en todo el territorio nacional. Lamentablemente el triunfo ha sido corto.

El pasado abril se introdujo un cambio en la normativa que desprotege al lobo. Hemos vuelto a la situación anterior: su caza está permitida en el norte del Duero, donde se encuentran más del 90% de los ejemplares nacionales.

La justificación de esta decisión –en ningún caso avalada por criterios científicos ni técnicos– está en los ataques que han sufrido cabezas de ganado por parte de lobos. Este es un problema que por supuesto hay que atender. La gran incógnita es: ¿es la caza la solución?

La caza puede aumentar los ataques sobre el ganado

Estudios científicos (como los publicados por la Wildlife Conservation Society) afirman que al eliminar ejemplares al azar, como ocurre con la caza, se desestructuran las manadas de lobos. Esto puede alterar su comportamiento natural y aumentar la depredación sobre animales domésticos.

Claro que hay que tomar medidas preventivas eficaces, pero la caza no es una de ellas. Las administraciones deberían escuchar a los y las profesionales de la Biología y la Conservación y dotar de la infraestructura y ayuda necesarias a los ganaderos. Sobre todo, deberían velar por la protección de nuestros ecosistemas.

España es el país con la mayor riqueza biológica de toda Europa. Proteger la naturaleza es un compromiso con el mundo que nos rodea y una obligación con las generaciones futuras. El lobo no es tan feroz, ni es enemigo. Es débil ante nuestros fusiles implacables, un animal salvaje que necesita de protección: ¿seremos capaces de dársela?