¿En qué ha consistido básicamente el desarrollo de la Política Agraria Común desde hace veinte años, su desarrollo y cuál es la situación actual? El despoblamiento del campo es una constante desde hace décadas, constituyendo un grave problema dentro de las zonas rurales. La desaparición de las pequeñas explotaciones familiares junto con las condiciones de vida de y trabajo cada vez más precarias han provocado el éxodo del campo a la ciudad. Estas migraciones o ya no van a volver o no se van a reintegrar en lo principal en la agricultura, de tal manera que a partir de los noventa se van a incorporar a la agricultura cada vez más los trabajadores extranjeros. El estancamiento de precios en los productos del campo junto con la elevación de los costos de materias primas y maquinaria, determinados por el mercado de los grandes trusts o monopolios a nivel internacional, hace que la rentabilidad de estos sectores agrícolas en declive sea cada vez menor. Por último la ausencia de industrialización en España nos hace totalmente dependientes de los intereses exteriores en cuanto a productos tan fundamentales para el campo como son la maquinaria o los productos fitosanitarios, etc. Así como en buena parte en los canales de comercialización y elaboración. A partir de aquí veamos qué papel ha jugado y juega ahora la Política Agraria Común.
La PAC, hasta 2.006
A mitad de los noventa se inicia lo que se ha venido llamando la PAC. El objetivo era sostener un sector agrícola en declive sobre la base de compensar la pérdida de valor de determinados productos. Eran ayudas directas a la producción destinadas a rentabilizar los cultivos. El cálculo estaba hecho por hectárea cultivada. En cada comarca se establece la producción media por tipo de cultivo, que depende de los diferentes rendimientos que origina la diversidad geográfica de España. De esta manera cada hectárea tiene un valor que refleja por tanto un sobreprecio del producto recogido, y que depende de la variedad y la zona geográfica. En el caso del ganado las ayudas van directamente por número de animales en producción, en forma de prima ganadera por cabeza. Además existían primas adicionales o aumentos de ayuda en el caso de productos a incentivar, como pueda ser, por ejemplo, el trigo duro o las leguminosas.
Por remarcar la importancia de este sistema, las inspecciones correspondientes revisaban las siembras, y si se habían llevado a cabo las labores pertinentes. En cuanto al ganado, era necesario contabilizar el número de animales que se habían solicitado para el pago de la prima correspondiente.
El Pago Único, 2.006 a 2.014.
En el 2.006 se implanta el Pago Único. Ahora se va a pagar a cada agricultor con ayudas fijas. Se hace el cálculo medio anual de lo que ha percibido entre el año 2.000 y 2.002. Esta cantidad se divide entre el total de hectáreas que tiene en ese momento y se obtiene lo que se denomina “derecho de Pago Único” (es decir un derecho, una hectárea). Como cada agricultor ha cultivado a su manera y ha percibido cantidades distintas, el valor de sus derechos es diferente en cada caso. Estos derechos pueden oscilar entre 60 y 1.000 € según de cómo le haya salido la cuenta. Para remarcar en qué consiste hay que saber que los derechos son personales y solo son trasmisibles en determinados casos (herencia, cesiones,…), eso sí en ocasiones perdiendo parte de su valor. Insisto en el carácter personal de los derechos porque aunque haya que justificar por cada derecho una hectárea de tierra de labor, el pago no va ligado a la tierra. Por ejemplo, un agricultor puede vender su finca y quedarse con los derechos; solo tiene que rellenar la declaración con otras tierras de labor en otros lugares, que pueden ser arrendadas o cedidas; pero sólo él los puede cobrar. Es una especie de jubilación, porque ya no importa lo que cultive.«Con la implantación del Pago Unico se van a eliminar progresivamente las ayudas directas a la producción, sustituyéndolo por pagos personalizados. «
El valor del derecho, además, lo componen las diversas ayudas que recibía en el 2.000 a 2.002. Así a un agricultor se le suman las ayudas de la labor de cereal, las que recibía de cultivos leñosos (frutos secos, oliva, etc.), ganado, etc. Y todo sumado dividido por las hectáreas de labor que tenía en ese momento, dando un valor permanente. Ahora si quiere puede vender el ganado porque cada derecho está emparejado a una hectárea de labor cualquiera, porque seguirá cobrando lo mismo. Parece muy complicado, pero lo primero que se obtiene es dividir a los agricultores que ya no cobran igual entre ellos. En segundo lugar, no se paga a la tierra sino a un individuo (identificado por su DNI). En tercer lugar, ahora ya el ganadero no tiene por qué tener ningún animal, porque sus derechos los justifica con hectáreas que las arrienda o se las prestan.
Justificación principal a esta orientación que desde las Consejerías de Agricultura intentan explicar en todas las reuniones a los asombrados agricultores: se tiene que obrar así por disposiciones de Bruselas; las anteriores ayudas directas rompían con la libre competencia dentro del mercado internacional y por tanto no se puede ayudar con un sobreprecio a los productos del campo. Es una payasada que todavía hoy siguen manteniendo. Todos los agricultores saben, que el precio del cereal no depende de si comarcalmente o en toda España hay buena o mala cosecha. Todos saben que si ha habido poca producción “viene el barco”; es decir, la descarga de miles de toneladas de cereal, de no se sabe dónde, en los puertos de Cádiz, Cartagena o Valencia. Lo mismo ocurre con el resto de productos en los que los precios están fijados por los grandes trusts americanos. La mayor parte de los productos que se venden del campo vienen fijados en lo fundamental por las grandes lonjas yanquis.
Dicho de otra manera, el pago único nace de la imposición de EE. UU a la U.E. con el objetivo de controlar el mercado internacional. Pretenden utilizar la idea de la libre competencia, que los grandes capitales no respetan en ningún ámbito, para anular las ayudas directas a la agricultura. La U. E. lo acepta sin oposición. Pero es que además, como hemos visto antes, su objetivo no es la producción, sino contener de alguna manera el despoblamiento rural y conservar las cuotas de servicios y mercancías que necesitan.«Las correspondientes inspecciones en el campo ya no van a tener el objetivo de revisar el cultivo. Van a estar destinadas principalmente a hacer cumplir normas de medio ambiente.»
Como las ayudas ya no son al cultivo (“ayudas acopladas”), es necesario que los agricultores cumplan un pliego de condiciones, llamado “condicionalidad”, para acceder al cobro de sus derechos. Las inspecciones van por tanto a revisar un conjunto de condiciones dirigidas a la protección del medio ambiente y a las “buenas prácticas agrícolas”, o a la trazabilidad. En general muchas de estas condiciones son correctas y necesarias, pero se borra cuáles son las necesidades y objetivos de los agricultores. Solo hay que decir que en palabras textuales de los inspectores de campo señalaban como prioritario que “cuando la gente de la ciudad se desplace, vea un campo limpio y bonito”. Ya no importa si la vaca da leche, pero sí que esté lustrosa y acoplada al medio ambiente.
En cuanto a la ganadería va a ser el sector más perjudicado. Como todo queda incluido en el pago único, como hemos visto antes, se pueden cobrar las ayudas correspondientes sin necesidad de tener animales de producción; sólo hay que ligar los derechos a las hectáreas de labor. Ahora bien, el ganadero que continúe debe cumplir la condicionalidad, con un conjunto de normativas que van desde el bienestar animal o la contaminación del medio ambiente, hasta la identificación cabal de los animales (mediante crotales o chips) pasando por la trazabilidad (de qué se alimenta un animal, tratamientos veterinarios,…) De nuevo, muchas de estas normas son justas y necesarias pero desaparece la producción. En el apartado siguiente veremos como otro conjunto de ayudas afectan muy negativamente a la ganadería. Todo ello está provocado un descenso notable de la cabaña ganadera. No sólo los rebaños pequeños han desaparecido porque son los menos rentables sino también ha habido una merma del resto de atajos.
Decíamos en la primera parte que el principal sector que fija la población rural es el ganadero por la permanencia del trabajo en la zona. Si insisto mucho en este punto es porque una de las características de las zonas rurales despobladas en España es la disminución o casi desaparición de la misma. Pero también no olvidemos que la ganadería extensiva, con el pastoreo, es entre otras cosas un agente fundamental contra los incendios forestales. No sólo agotan el rastrojo del cultivo en verano (la parte seca que permanece en la tierra) sino también el clareo de los montes.
El Pago básico, 2.015 a 2.020
A partir del 2.015 entran los nuevos planes con un nuevo nombre que, aparte de suponer un recorte del presupuesto en las ayudas globales, intentan corregir algunos desatinos de los planes anteriores.
En primer lugar se aprueba la figura de “agricultor activo”. Esto es un logro en parte de los sindicatos (COAG, UPA, ASAJA). Se trata de que los perceptores del pago básico justifiquen que al menos el veinte por ciento de las ayudas percibidas sumen las ventas de producción agrícola. Como se sigue sin poder establecer subvenciones directas por lo que se cultiva, esta es una medida que mitiga lo que algunos quieran cobrar por “no hacer nada”. Con ello se quieren quitar por un lado grandes o medianos propietarios que actúan de rentistas o especuladores, y por otro los muy pequeños propietarios (que son bastante numerosos) que no trabajan en la agricultura ni detentan ninguna explotación agrícola y que perciben muy por debajo de los mil euros al año.
En segundo lugar, la nueva normativa implanta el sistema de “convergencia” intentando corregir lo anterior. Es decir, quien posee derechos de pago único muy altos se le irá disminuyendo progresivamente en favor de los que tienen valores muy bajos que recuperarán algo de valor. Se emplean fórmulas bastante complejas de convergencia en la que entran también el tipo de cultivos. Pero estamos en las mismas: no hay ayudas directas. Eso sí señalar que otra vez los ganaderos en exclusiva son los más perjudicados por la convergencia. La razón es simple, como las ayudas que percibían en el año 2.000 por el ganado las han tenido que meter en unas pocas hectáreas, porque son principalmente ganaderos, les ha salido un valor del derecho muy alto (son matemáticas). Ahora se lo van a ir disminuyendo cada año hasta el 2.020.«Los fondos europeos que provienen del sistema de impuestos y en definitiva de los grandes beneficios de la maquinaria y otros productos son los que nos imponen la orientación de las ayudas en el campo. «
Otra parte de las ayudas lo conforman los Planes de Desarrollo Rural (PDR). También existían en el anterior período, pero ahora me voy a detener en este tema. Son de diverso tipo y se conceden de forma distinta dependiendo de las Comunidades Autonómicas; van destinadas a la lucha contra la erosión, los cultivos ecológicos, producción integrada, picado de poda, etc. Por ejemplo, en el caso de la agricultura ecológica son ayudas “acopladas” al cultivo; se subvenciona el aumento de costes que conlleva dichos cultivos (no el producto obtenido). Pero me quiero detener en algunas ayudas que han causado cuando menos estupor entre los agricultores. Hacen referencia a la protección de determinadas especies de animales (pueden ser algunas especies de pájaros, animales del monte, etc.). Las condiciones exigidas para dichas ayudas son tan peregrinas como tener que dejar “corredores” sin cultivar para que puedan vivir esas especies. Se limitan los meses en los que el ganado no puede pastorear. Pero incluso se tiene que dejar sin segar el diez por ciento de la siembra para que se puedan alimentar dichos animales, eso sí prohibiendo que en las zonas sin segar los pise el ganado. Si lo queremos entender, no sólo nos apedrean las tormentas del cielo sino que ahora nos apedrean desde Bruselas a través de las Consejerías. Eso sí nos indemnizan por ello. Hay agricultores (y están en su derecho) que se han acogido a esas ayudas y suprimir el atajo de ovejas que tenía. Cabe pensar que dentro de poco la especie protegida en peligro de extinción sea el pastor, aunque no creo que nos lo consideren.
Es posible que quién no conozca el campo se quede un poco incrédulo de esta situación. Aquí solo expongo algunas de las líneas de la Política Agrícola Común. Muchos agricultores son muy escépticos de lo que proviene de la U.E; porque pueden conocer mucho de la tierra de los tulipanes, pero del secano español que además es bastante diverso muy poco. Ahora bien estas normativas hay que seguirlas. Ya se sabe que el que paga manda. Los agricultores cada vez lo ven con más asombro e indignación. Los funcionarios de las Consejerías no saben ya dar más explicaciones y en tal caso que ellos tienen que hacer cumplir lo que viene de la U.E. Pero lo que no tienen en cuenta en Bruselas es que ese dinero no les corresponde; porque en definitiva proviene de los impuestos que se recaudan y en última instancia de las enormes plusvalías que recogen las grandes empresas de Alemania y otros países en torno a la venta de maquinaria y materias primas. Se necesitan ayudas para el campo, pero que se destinen en sostener y rentabilizar la producción, al tiempo que permitan el desarrollo de las zonas rurales y su repoblamiento. No estamos por convertir éstas en exclusivo turismo rural.