La Alemania de Merkel

El virrey USA en Europa

Los servicios prestados por Alemania a EEUU desde el fin de la segunda guerra mundial son innumerables

Ya lo era en cierto modo antes, pero desde el estallido de la crisis y sobre todo desde la llegada de Obama al poder, Alemania ha pasado a jugar el papel de auténtico virrey de Estados Unidos en Europa. Un papel que no deja de encerrar contradicciones.

La gravedad de la situación y la trascendencia del momento han llevado a la burguesía monopolista norteamericana a tomar una decisión unilateral plena de consecuencias: darle a Alemania la plena responsabilidad de velar por sus intereses en el viejo continente, darle las llaves de Europa. Nombrarla a todos los efectos «virrey USA en Europa».Los servicios prestados por Alemania a EEUU desde el fin de la segunda guerra mundial son innumerables. Siempre ha sido una pieza esencial de su política de dominio y control sobre Europa y de su estrategia global de hegemonía mundial. Baste recordar, por ejemplo, que en los momentos más calientes de la guerra fría, Alemania aceptó instalar en su territorio misiles nucleares de crucero norteamericanos, lo que, en caso de conflagración bélica con la URSS, hubieran podido provocar la devastación nuclear de Alemania. Aquella decisión estratégica sirvió a EEUU para frenar a la URSS, darle un giro militar a la situación mundial y acelerar el declive soviético.«Sólo la «disciplina» alemana garantiza a EEUU el cobro de los tributos imperiales» No obstante, y pese a ser siempre esa pieza clave, EEUU ha ido jugando en distintos momentos con distintas estrategias y formas de hegemonía, procurando, por así decirlo, no poner nunca «todos los huevos en la misma “cesta”, alternando unos países con otros, según la coyuntura. Nunca hasta ahora había entregado una vara de poder «virreinal» a un solo país, con la rotundidad, la claridad y la trascendencia con que lo ha hecho ahora.Las razones de esta decisión son meridianamente claras. Por un lado, EEUU sabe mejor que nadie que la crisis actual está poniendo en grave riesgo su capacidad para conseguir las ingentes necesidades de capital que necesita para financiar su economía y sostener su hegemonía mundial, en unos momentos en que se está produciendo una nueva distribución del poder económico mundial. En breve: las necesidades de capital de EEUU para mantener su poder global son cada vez mayores, pero el trozo de la tarta económica mundial que domina es cada vez menor.Hoy por hoy, la única forma de mantener su posición es estrujar, apretarle las clavijas a los países que tiene bajo su dominio y control. Y en primer lugar, a sus «socios y aliados» de Europa.Por otro lado, EEUU es consciente de que en estos momentos sólo hay una burguesía monopolista capaz de imponer a toda Europa la disciplina necesaria para llevar a cabo los ajustes fiscales y financieros que es preciso hacer para seguir garantizando los tributos al Imperio. Sólo la burguesía monopolista alemana tiene el poder, la capacidad, la tenacidad y la determinación para obligar a Europa a hacer los sacrificios que sean necesarios, e imponer a los países y a los pueblos (a cada uno según su posición en la cadena imperialista) políticas que obligan a rebajar entre un 20 y un 50% los ingresos de la población, al tiempo que llevan a desmantelar el estado del bienestar y a privatizar y vender los derechos básicos de la población: la sanidad, la educación, las pensiones…

Sólo la burguesía monopolista alemana podía garantizar el cumplimiento de este expolio, y EEUU no ha dudado un momento en entregarle a Fraü Merkel la vara de mando para que imponga las medidas de disciplina fiscal, restricción del gasto, rebajas de salarios y pensiones, desmantelamiento de servicios públicos…, en resumen, de empobrecimiento general de la población, necesarias para que el capital siga fluyendo adonde tiene que fluir: a las arcas del Imperio.«El poder que le confiere el virreinato despierta en Berlín sus propias ambiciones» Ni la volátil Inglaterra (alejada, además, del corazón de Europa) ni la meliflua Francia (ni siquiera capitaneada por el pequeño Bonaparte) podían hacer por sí solas, ni juntas, ese trabajo duro, implacable, sin contemplaciones. Un trabajo que la Alemania de Merkel, en cambio, está llevando a cabo con firmeza, voluntad y mano de hierro. Alemania ha impuesto (sobre todo a los países de la periferia europea) unos programas de ajuste fiscal, recortes sociales y rebajas salariales, absolutamente impensables hace unos años.Planes que están obligando a muchos países a durísimos ajustes, a tirar por la borda sus políticas de bienestar social, incluso a prescindir (como ha ocurrido en Grecia e Italia) de la democracia, en favor de tecnócratas (Monti, Papademos) reclutados directamente de los grandes centros financieros mundiales.Con verdadera «mano de hierro» y sin temblarle el pulso, la Alemania de Merkel está ejerciendo su delegado poder virreinal, garantizando el pleno cumplimiento de las drásticas y expeditivas exigencias imperiales.Pero el nombramiento de un virrey -como saben por experiencia todos los imperios que han sido, incluso el español-, puede acabar acarreando problemas y teniendo indeseables secuelas. El virrey puede acabar adquiriendo una cierta autonomía y puede acabar velando con excesivo celo por sus intereses propios, incluso en detrimento de los de su amo. Y este era, sinduda, un riesgo previsible en el caso de Alemania, tanto por el hecho de que la burguesía monopolista alemana tiene ingentes intereses propios que defender, como por su propia naturaleza e historia.La burguesía monopolista alemana, en efecto, ha acreditado históricamente una voluntad decidida y manifiesta de dominar Europa. Con una determinación implacable, y planes y proyectos muy concretos, lointentó al menos dos veces a lo largo del siglo XX, desatando dos guerras mundiales. Aunque hoy, tras su derrota en la segunda guerra mundial, sigue siendo un gusano militar y un enano político, ha encontrado en la economía fortaleza suficiente como para resucitar sus antiguas y nunca olvidadas ambiciones. En cuanto tiene la menor ocasión, pone en juego sus viejos proyectos, con una determinación fuera de lo común.Así, al tiempo que desempeña con verdadero tesón su nuevo y otorgado papel de virrey en Europa, Alemania está dando pasos cada vez más significativos para fortalecer su propia posición, reforzar su autonomía y aumentar su control sobre Europa. Todo ello se traduce en medidas que están reforzando descaradamente el potencial de Alemania y su papel en toda Europa. Al tiempo que Alemania logra financiar su deuda a tasas casi negativas, otros países, como Italia o España, se ven obligados a pagar ya un 6% por sus bonos a diez años. Mientras Alemania protege a su banca del contagio de la crisis de deuda, no tiene piedad a la hora de poner a otros bancos (como los españoles) a los pies de los caballos. Mantiene artificialmente alto el valor del euro, lo que perjudica abiertamente a los países periféricos, sin dañar a su potente industria exportadora. Con la excusa de vigilar a los países «derrochadores» fomenta los mecanismos para controlar directamente las políticas presupuestarias de los otros países. Últimamente, y con el mayor descaro, se dedica a captar mano de obra cualificada en los países europeos (como España) en los que su política de ajustes está haciendo crecer violentamente el paro. Y se niega con terquedad de mula a aceptar medidas que aflojen la presión de los ajustes aprobados y apoyen el crecimiento de unas economías que se están asfixiando literalmente con la disciplina alemana y amenazan con ir a la quiebra.La dureza de esta política de ajustes, que en Europa sólo beneficia a Alemania y lleva a los demás países detrás, con la lengua fuera, está empezando a abrir una cierta brecha entre EEUU y su virrey europeo. EEUU podría ver en peligro su propia estrategia si, como consecuencia de la política alemana, España, Italia y otros países acabaran quebrando. El desbarajuste económico mundial que ello provocaría, salpicaría a los propios EEUU. Tal vez la percepción creciente de ese riesgo es lo que está detrás de ciertos cambios que parecen vislumbrarse estos últimos días en Europa, y cuyos signos más relevantes serían la caída del gobierno holandés y el previsible cambio en la presidencia de Francia. Igual que hace una década, cuando sus referéndums echaron abajo la constitución europea, Holanda y Francia avisan de que la política imperial podría estar dando un cierto giro. Aunque ello no signifique necesariamente que EEUU vaya a retirar a Alemania su papel de virrey europeo.