Mientras Rajoy prepara con parsimonia al equipo de gobierno que debe ejecutar un programa todavía difuso, el resto del mundo se mueve a una velocidad de vértigo. Merkel y Sarkozy han acordado la división de la eurozona en dos categorías. Una primera división formada por todos aquellos países que se comprometan al objetivo de reducir el déficit público al 3% del PIB en 2013.
A la segunda quedarían condenados todos los demás. Pero esta es, en realidad, una partición puramente formal. Porque la división real que está a punto de producirse en la zona euro es entre quienes van a adquirir, mediante tratados bilaterales Estado a Estado, la capacidad y el poder político de controlar e imponerse sobre el resto de socios y quienes se van a ver obligados a ceder una parte sustancial de su soberanía nacional a Berlín. Este es el fondo del asunto del que nadie quiere hablar.Al mismo tiempo, al otro lado del Atlántico, el fracaso del súper-comité parlamentario norteamericano que debía alcanzar un acuerdo para reducir el déficit (situado en el 10%) y la deuda pública de EEUU (que alcanza ya el 700% del PIB), augura una nueva oleada de turbulencias como la que siguió al debate sobre el techo de la deuda en julio pasado.
De momento, no sólo Italia y España están pagando los intereses más altos de la historia por su deuda pública, sino que Francia ve amenazada su codiciada triple A y los bonos alemanes, según expresión del Wall Street Journal hace sólo 48 horas, empiezan a sentir el vértigo de estar situándose “en el ojo del huracán”. «Poner firme a Europa para pagar las facturas del imperio es el mandato de Washington» Para satisfacer su insaciable necesidad de deuda, Washington no sólo reclama nuevos tributos, sino que está dispuesto a desempolvar los “mecanismos de tortura financiera” necesarios para obligar a Berlín a cuadrar las cuentas europeas, incluso aunque eso signifique que Alemania y Francia carguen con una parte de ellas. La falta de compradores en la subasta de bonos de deuda alemanes de la pasada semana, mientras se multiplicaban las ofertas de compra de los bonos del Tesoro USA, ha sido sólo una primera advertencia. Por primera vez en muchos años, Berlín se ha visto obligado a pagar por su deuda unos intereses mas altos que EEUU. Poner firme a Europa para pagar las facturas del imperio, cueste lo que cueste en términos políticos, económicos y sociales, es el mandato imperativo lanzado por Washington esta semana. Y el marco político en el que se apresta a tomar posesión el nuevo gobierno del PP. Una nueva etapaPese al silencio de Rajoy y lo difuso del programa y las medidas con que ha ganado las elecciones, su compromiso con el objetivo de reducir al 3% del PIB el déficit público en 2013 es el anuncio inevitable de nuevos recortes y ajustes, de un incremento del saqueo sobre el 90% de la población del que sólo desconocemos su intensidad y ritmo de aplicación. Aunque las urgencias de Washington y Berlín hace presagiar que será tan rápido como profundo. En lo que entramos, por tanto, es una nueva etapa en la batalla por el reparto de pérdidas y beneficios, traducido en una nueva oleada de rebajas a nuestras rentas y salarios.Pero, ¿por qué se caracteriza esta nueva etapa que se abre con el gobierno de Rajoy?La semana pasada, en estas mismas páginas, ya dijimos que los resultados del 20-N suponían un salto cualitativo en el agrietamiento del bipartidismo, el modelo político gracias al cual el FMI y Bruselas pueden imponernos sus mandatos. No ha pasado ni una semana para que esta evidencia haya empezado a ser reconocida en gran parte de los mayores medios de comunicación españoles, que en sus ediciones de los últimos días empiezan a preguntarse “dónde está el tsunami” del PP o a afirmar que “el bipartidismo entra en crisis”. Para poner en perspectiva uno de los rasgos que caracterizan la nueva etapa en la que entramos es necesario hacer cuentas de todo lo que el pueblo hemos acumulado desde el inicio de esta batalla, a comienzos del 2010. Las dos elecciones que se han producido desde entonces –tanto las municipales como, sobre todo, las generales– han puesto de manifiesto la amplitud y la profundidad del rechazo entre amplísimas capas de la población no sólo a los recortes y ajustes, sino a las fuerzas políticas encargadas de ejecutarlos. «También nosotros hemos acumulado más fuerza en las filas del pueblo» Más de 9 millones de trabajadores participaron en la huelga general del 29-S contra la primera reforma laboral, la aparición del movimiento del 15-M ha hecho movilizarse a millones de personas que se han unido a él en las calles para luchar contra la rebaja de rentas y salarios, para denunciar a la banca, a Merkel, a las cúpulas de PP y PSOE, a un sistema electoral injusto,… Pero hemos visto también cómo se extienden y cobran fuerza las movilizaciones contra los recortes en la sanidad y la educación públicas, contra los desahucios de miles de familias,… Sí, es cierto, ellos en un año y medio han conseguido rebajarnos nuestras rentas y salarios en un 25%, pero al mismo tiempo tenemos que ser conscientes de que también nosotros hemos acumulado más fuerza en las filas del pueblo.La unidad, el único caminoFormar un amplio frente de unidad capaz de representar y defender los intereses del 90% de la población que sufre sus planes de recortes y ajustes ha sido uno de los ejes centrales de nuestra campaña electoral, y en la que venimos insistiendo de forma persistente desde hace más de un año y medio. Una alternativa que, como hemos visto en la calle, en los mítines, en las actividades de la campaña, en la formación de la plataforma de fuerzas políticas contra la arbitrariedad de la Junta Electoral,… es una exigencia común de millones de personas, entre quienes crece la convicción de que en este terreno, el de la unidad, nos lo jugamos todo. Y los resultados del 20-N no han hecho más que allanar el camino a la unidad y empujar más hacia ella. Distintos signos de esto se han hecho visibles estos días. La rueda de prensa dada conjuntamente por Equo, el Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (Pacma), Escaños en Blanco (Eb) y Por Un Mundo Más Justo –que de conjunto sumaron más de medio millón de votos el 20-N–, el ofrecimiento de un diputado de IU a UPyD para poder formar grupo parlamentario propio si la Mesa del Congreso se lo niega o el llamamiento de Cayo Lara a formar un bloque de fuerzas políticas, sociales, sindicales y ciudadanas para arrebatar la hegemonía electoral de la izquierda a la cúpula del PSOE y su política son pasos todavía incipientes, incompletos y vacilantes, pero muy significativos de cómo avanza y coge fuerza la idea de que la unidad es el único camino. El único camino para imponer frente a sus planes de recorte y rebaja salarial una política de redistribución de la riqueza para acabar con el paro y salir de la crisis en beneficio de la mayoría. El único camino para conseguir la suficiente fuerza política como para ampliar la democracia, acabando con la injusticia y falta de proporcionalidad de la actual Ley Electoral y abrir nuevos cauces a la participación y capacidad de decisión de los ciudadanos. El único camino para defender la soberanía nacional y decidir por nosotros mismos, sin injerencias ni imposiciones externas de Merkel o del FMI, la política y las medidas que necesita nuestro país y demanda nuestro pueblo.«Lo más urgente es empezar a construir ya desde abajo el frente amplio de unidad» Pero la unidad no es algo que se vaya a conseguir sólo con el acuerdo entre las distintas fuerzas políticas, sindicales y sociales que nos oponemos a los planes de Bruselas y el FMI. La tenemos que construir nosotros, la gente, el 90% de la población desde abajo, en la calle, en los barrios, en los pueblos, en los centros de trabajo y estudio, entre las organizaciones y los comités de base de las distintas fuerzas. Sólo así tendrá la amplitud y la fuerza necesaria para dar la batalla con éxito. Tras la derrota del bipartidismo el 20-N y el avance de las fuerzas populares, democráticas y antihegemonistas, la tarea mas urgente y vital es empezar a construir ya desde abajo el frente amplio de unidad capaz de recoger y agrupar toda esa fuerza hoy todavía dispersa y fragmentada. Formar en cada barrio, en cada pueblo, en cada rincón de España agrupaciones de base del frente amplio de unidad por la redistribución, la democracia y la soberanía nacional, unir en cada uno de esos puntos al 90% de la gente –no sólo a la izquierda, no sólo a los trabajadores, también a las amas de casa, a los profesionales, autónomos y pequeños y medianos empresarios,…– que está afectada por los recortes y rebajas, agrupar a los sectores más conscientes y combativos, llamar al resto de fuerzas políticas y sociales a sumarse al movimiento por la unidad,… Esto es, en estos momentos, lo más importante, lo decisivo. En esta tarea van a empeñarse y dedicar lo mejor de sus esfuerzos todos los comités y organizaciones de base de nuestro partido. Todos quienes piensan que la unidad es el único camino para derrotar a nuestros enemigos y echar abajo sus planes, pueden y deben unirse con nosotros para realizar esta gran tarea.