Zapatero anunció en plena campaña el cambio de modelo económico «por decreto». Anunciando una «ley de economía sostenible» que propiciaría el cambio desde un modelo productivo basado en la construcción a otro cimentado en la innovación y las nuevas tecnologías. Pero las cifras cantan, y mucho. Frente a los 250.000 millones de dinero público empleados en rescatar a la banca, Zapatero destinará al cambio del modelo económico 20.000 millones, y sólo 10.000 a impulsar la I+D. De cada diez euros regalados a la banca, sólo dos al cambio de modelo y uno a innovación. Esta es la realidad que nos ofrece Zapatero.
Todos coinciden en señalar que el modelo de desarrollo sostenido casi en exclusiva or el boom inmobiliario, ha condenado a España a sufrir las consecuencias de la crisis en mucha mayor medida que otros países.Los casi cinco millones de parados así lo atestiguan dramáticamente.Y, hoy por hoy, no existe alternativa que ocupe el lugar del ladrillo como motor económico. Gracias a las sucesivas reconversiones, y a la entrega al capital extranjero de sectores emblemáticos del tejido productivo español, el peso de la industria en el PIB ha caído a la mitad en los últimos cuarenta años.Para encontrar un nuevo motor económico, competitivo y capaz de generar riqueza y empleo, es imprescindible invertir en investigación y desarrollo, dotarnos de una tecnología propia que nos sitúe en buen lugar en aquellos sectores llamados a jugar un papel importante en la economía del futuro.Pero hoy en España se está haciendo justo lo contario.Según los datos de la Oficina Estadística Europea (Eurostat), los gastos en Investigación y Desarrollo tanto frente a la UE como ante el resto del mundo, sitúan a España en una posición muy descolgada en el contexto internacional. El gasto en I+D en el año 2007 sólo llegó al 1,27% del PIB, mientras la media de la UE alcanzaba el 1,83%. España se encuentra aún más lejos de los países punteros en esta actividad, como Suecia o Finlandia, que superan el 3% de inversión anual. Pero también por debajo de otros países teóricamente menores como Eslovenia o Chequia.Este desprecio por la I+D parece una nueva versión del “que inventen ellos”, generando una nefasta dependencia tecnológica respecto a las grandes potencias.El comercio exterior de productos de alta tecnología es un indicador de la situación tecnológica de un país. Que las importaciones crezcan a ritmos del 7% y las exportaciones se reduzcan rápidamente no es una buena noticia y manifiestan la fuerte dependencia tecnológica de España con el exterior, cuya raíz está en la falta de tecnología propia.En 2007, las exportaciones españolas ascendieron a 8.023,6 millones de euros, mientras las exportaciones llegaron hasta los 27.598 millones. Eso supone que la tasa de cobertura de las importaciones por parte de las exportaciones es del 29%. Este indicador ha empeorado en ocho puntos en sólo dos años.Cuando la UE estaba decidiendo la ubicación de la “fuente de neutrones por estalación”, el mayor proyecto tecnológico europeo de los próximos años, Alemania y Francia decidieron respaldar a Suecia en detrimento de España, que sólo albergará algunos talleres secundarios.Es una dramática demostración de esta dependencia tecnológica.Esta es la realidad de la economía española, más allá de los cantos de sirena hacia “un nuevo modelo económico” gritados a los cuatro vientos por Zapatero.El modelo productivo no se cambia “por ley”, como pretende hacernos creer Zapatero. Sino invirtiendo en el desarrollo tecnológico, y fortaleciendo el tejido productivo nacional, formado en su mayor parte por pymes.Estas inversiones son las que nos permitirán coger el tren del futuro como país.Pero Zapatero prefiere destinar el dinero público en multimillonarios planes de rescate a la banca.