«Es necesario reconocer hoy que los argumentos alemanes de la época (déficit de competitividad, retraso industrial, arcaísmo de las estructuras) no eran del todo infundadas. Es con el término bastante menos elogioso de PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia, España) con el que los medios financieros designan ahora a estos países europeos de alto riesgo».
En la ráctica, se ve difícil como los países de la Europa del Norte y la Banca central europea podrían dejar caer un país desfalleciente, so pena de provocar una grave crisis de desconfianza frente al euro. Falta saber cómo los contribuyentes alemanes, neerlandeses o franceses reaccionaran cuando sus impuestos aumenten para salvar a los griegos o a los portugueses. La moneda única conocerá entonces su primer auténtico “crash test”, dicho de otra manera, su capacidad de resistir a severos accidentes (LE MONDE) DIARIO DEL PUEBLO.- La Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático se inauguró en día 7 en Coperhague. Tiene como objetivo alcanzar a un nuevo acuerdo para enfrentar el problema del cambio climático global. En vista de las serias divergencias de los países participantes, esta conferencia tiene que superar “cuatro barreras” para alcanzar a un acuerdo que tenga obligatoriedad legal. Los países en vías de desarrrollo exigen a los países desarrollados cumplir sus compromisos de reducir por lo menos un 40% de las emisiones en 2020 con respecto a 1990, tal como lo señaló en la “Hoja de Bali” acordada en 2007. Si los países desarrollados rehúsan en la Conferencia de Copenhague cumplir sus compromisos contraídos en la “Hoja de Bali”, es inevitable que provoquen serias disputas y divergencias con los países en vías de desarrollo. Francia. Le Monde El test griego Fue en las ciudades de la Grecia antigua que la deuda pública vio la luz, cuando Atenas, Délos y otras recurrieron al endeudamiento para financiar sus guerras. Puede ser otro momento importante en la historia de los endeudamientos de los Estados éste en el que Grecia se apresta a hacernos vivir la primera falta de pago de un país de la zona euro. Las agencias de calificación encargadas de evaluar la sovencia de los deudores, acaban de poner en guardia a los inversores contra la deriva de las cuentas públicas griegas. La misma agencia Fitch acaba de rebajar la nota de la deuda a largo plazo del país de A- a BBB+. En otras palabras, la probabilidad de ver a Grecia encontrarse incapaz de rembolsar a sus acreedores es jugada alta. No es demasiado sorprendente esta degradación. El nuevo gobierno socialista griego, salido de las elecciones de principios de octubre, ha multiplicado por dos la estimación de déficit hecha por la derecha saliente, llevándola hasta el 12,7% del PIB. Debajo de la amplitud de esta revisión, está la opacidad de las cuentas del país que enerva a los medios financieros. Antes de la creación del euro, los dirigentes del Bundesbank habían alertado sobre los riesgos que hacía pesar, según ellos, la adhesión de los países del Sur de Europa, designados sin miramientos como los países del “Club Med”. En vano, las razones políticas se impusieron sobre la razón económica: la zona euro acabó por acoger en su seno a Grecia, cuna de la civilización occidental pero también genio del artificio contable. Es necesario reconocer hoy que los argumentos alemanes de la época (déficit de competitividad, retraso industrial, arcaísmo de las estructuras) no eran del todo infundadas. Es con el término bastante menos elogioso de PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia, España) con el que los medios financieros designan ahora a estos países europeos de alto riesgo. En teoría, el tratado de Maastrich prohíbe toda forma de asistencia a un Estado de la zona euro en situación de bancarrota. En la práctica, se ve difícil como los países de la Europa del Norte y la Banca central europea podrían dejar caer un país desfalleciente, so pena de provocar una grave crisis de desconfianza frente al euro. Falta saber cómo los contribuyentes alemanes, neerlandeses o franceses reaccionaran cuando sus impuestos aumenten para salvar a los griegos o a los portugueses. La moneda única conocerá entonces su primer auténtico “crash test”, dicho de otra manera, su capacidad de resistir a severos accidentes. LE MONDE. 9-12-2009 China. Diario del Pueblo La Conferencia de Copenhague debe superar “cuatro barreras” La Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático se inauguró en día 7 en Coperhague. Tiene como objetivo alcanzar a un nuevo acuerdo para enfrentar el problema del cambio climático global. En vista de las serias divergencias de los países participantes, esta conferencia tiene que superar “cuatro barreras” para alcanzar a un acuerdo que tenga obligatoriedad legal. Primera, las metas de los países desarrollados en la reducción de emisiones en 2020, o sea, metas a medio plazo. Los países en vías de desarrrollo exigen a los países desarrollados cumplir sus compromisos de reducir por lo menos un 40% de las emisiones en 2020 con respecto a 1990, tal como lo señaló en la “Hoja de Bali” acordada en 2007. En el momento, sólo Noruega se compromete a reducir sus emisiones en 40% en 2020 respecto a 1990. La Unión Europea se compromete reducir sus emisiones en un 20% en el mismo período, y Japón, en un 25%. Pero EEUU sólo se compromete a reducir en unos 4%. Si los países desarrollados rehúsan en la Conferencia de Copenhague cumplir sus compromisos contraídos en la “Hoja de Bali”, es inevitable que provoquen serias disputas y divergencias con los países en vías de desarrollo. Segunda, el problema de la reducción de emisiones de los grandes países en vías de desarrollo como China e India. Actualmente, China e India han pasado a ser países que emiten gases de efecto invernadero en cantidades relativamente grandes. Pero en cuanto al volumen acumulado de las emisiones y en el volumen de la emisión per cápita China e India están muy inferior a los países desarrollados de Europa y América. En vísperas de la convocación de la Conferencia de Copenhague los países desarrollados de Europa y América ya exigieron con vehemencia que los grandes países en vías de desarrollo como China e India comprometieran a cumplir metas concretas de la reducción. Y estos países han rechazado en términos explícitos las exigencias de los países desarrollados de acuerdo con las condiciones de la etapa de desarrollo en que se hallan. Como grandes países en vías de desarrollo y economías emergentes, China, India y Brasil se hallan en un proceso de industrialización y urbanización en gran escala y a ritmo acelerado. El crecimiento económico y la elevación del nivel de vida de la población conducen inevitablemente al aumento de energías en grandes márgenes, y por lo tanto la emisión de gases de efecto invernadero se mantiene a un alto nivel durante un período determinado. Además, sigue en aumento la población de estos países, la infraestructura todavía requiere mejorarse, y las condiciones de vida del pueblo aún necesitan mejorarse. En un contexto tal es evidente que los países en vías de desarrollo como China e India no reúnen las condiciones para contraer compromisos para cumplir metas absolutas en la reducción de gases de efecto invernadero, ni pueden precisar la fecha exacta de su culminación. Tercera, para dar respuesta al cambio climático los países en vías de desarrollo tienen que afrontar los problemas de las tecnologías y fondos necesarios. Como los países desarrollados tienen ineludible responsabilidad histórica en el problema de cambio climático, los países en vías de desarrollo les exigen asumir esta responsabilidad tomando la delantera en la reducción de las emisiones, y ayudar a los países en vías de desarrollo a adaptarse al cambio climático con fondos y tecnologías. Cuando los países desarrollados exigen con vehemencia a los países en vías de desarrollo comprometerse a cumplir metas concretas en las emisiones, no quieren aportarles ayudas concretas en fondos y tecnologías, o lo hacen con mucho ruido y pocas nueces. La Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático exige en términos explícitos que los países desarrollados aporten fondos a los países en vías de desarrollo para afrontar el cambio climático. Según las estimaciones de Inglaterra, hasta 2020 los países en vías de desarrollo necesitan anualmente unos 100.000 millones de euros para reducir la emisiones de gases de efecto invernadero y afrontar el cambio climático. De momento, entre los países desarrollados sólo la Unión Europea ha manifestado su disposición a aportar 5.000 a 7.000 millones de euros como ayuda financiera. Es evidente que la insuficiencia financiera es sumamente grande al respecto. Cuarta, el marco y los principios de las negociaciones sobre el cambio climático. En las negociaciones celebradas en septiembre del presente año en Bangkok de Tailandia, los países como la Unión Europea propusieron fusionar en una misma las dobles vías de las negociaciones de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto. Con ello tratan de deshacer por completo el Protocolo de Kyoto que ha establecido metas concretas de reducción para los países desarrollados, y de establecer nuevas negociaciones para elaborar un sólo documento legal a base de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático. La esencia de la propuesta es anular el principio de “responsabilidad compartida pero diferenciada” en el problema de emisión de gases de efecto invernadero y establecer metas concretas de reducción para los países en vías de desarrollo después de 2012, exigiéndoles asumir la misma responsabilidad de los países desarrollados. La propuesta ha encontrado oposiión general y decidida entre los países en vías de desarrollo. En resumida cuenta, sólo con la superación de estas cuatro barreras, la Conferencia de Coperhague podrá llegar a un acuerdo global de obligatoriedad legal para la reducción. De otra manera, sólo alcanzará a hacer una declaración política o compromiso sin fuerza legal en materia de reducción de gases contaminantes. DIARIO DEL PUEBLO. 9-12-2009