El pasado lunes a las seis de la mañana un helicóptero sobrevolaba el campamento de Gdeim Izik advirtiendo por un megáfono de que Marruecos iba a entrar. Poco después más de ochenta camiones de antidisturbios comenzaron a entrar por la zona este, acompañados por tres decenas de ambulancias. Inmediatamente el helicóptero comenzó a lanzar bombas de gas lacrimógeno hacia la población saharaui.
Los habitantes del camamento se defendían con piedras, mujeres y niños eran desalojados en Land Rover. Las fuerzas de intervención rápida y los militares comenzaron a disparar contra la población que huía. Cientos de saharauis que intentaban impedir la entrada para proteger a la población más vulnerable que se encontraba a sus espaldas sufrieron la parte más dura del ataque. Poco después la ciudad de El Aaiún ya se encontraba en pie saliendo a las calles para mostrar su protesta. Los militares marroquíes ya habían cerrado todos los controles de acceso al campamento mientras las haimas ardían. Desde el asalto no pararon de llegar ambulancias cargadas con decenas de heridos saharauis, al hospital de El Aaiún. Las principales calles de la ciudad, Avenida Smara y Avenida Tantan, asistían al enfrentamiento de civiles y militares mientras los heridos se amontonaban: camiones blindados, ametralladoras y antidisturbios, frente a saharauis con palos y piedras. Algunos testimonios hablan de los colonos marroquíes entrando en las casas y abusando de las mujeres con la amenaza de volver al día siguiente. Un saharaui relataba aterrorizado por teléfono como había visto degollar a una persona ante sus ojos. Poco tardó el gobierno marroquí en bloquear varias páginas de Internet que informaban minuto a minuto de la masacre. Los saharauis consiguieron quemar la ONP (Oficina Nacional de la Pesca, como muestra de su rechazo al expolio de recursos saharauis por parte de Marruecos), siete oficinas de Western Union, cuatro sedes bancarias, varias comisarías de policía (entre ellas, la de la avenida de Smara), todas las oficinas de retransmisión de TV… quemaron coches para realizar barricadas y defenderse de la ofensiva marroquí, que atacaba con camiones blindados, armas de fuego, antidisturbios, militares.. . La ciudad es un campo de exterminio en el que la gente se defiende como puede. Algunos huían hacia la ciudad por el desierto siendo disparados por el ejército, mientras las casas de muchos activistas se convertían en objetivos seleccionados. Al mismo tiempo el consulado español permanecía en silencio, con la equidistancia propia de los cómplices. Los representantes del Frente Polisario y las organizaciones saharauis en España encuentran serias dificultades para contactar con su gente y recibir información.En las últimas horas del lunes los saharauis habían conseguido en varias ocasiones “expulsar” a las fuerzas marroquíes, apelotonándose éstas en los controles de entrada y salida a la ciudad. El campamento de protesta instalado desde el 10 de octubre a 15 kilómetros de El Aaiún, se había convertido en la mayor expresión de protesta, fuerza y resistencia del pueblo saharaui que de manera espontánea se organizó en varias ciudades de forma simultánea. El gobierno títere franco-alauita no podía permitir que esto prosperase. Los vuelos eran cancelados y a once periodistas españoles se les impidió embarcar en un vuelo desde Casablanca para llegar también a El Aaiún. Se les dio como excusa que se había estropeado el robot de la compañía, las líneas aéreas marroquíes, y que sus reservas estaban canceladas. La jornada se cerró con siete muertos, más de trescientos desaparecidos, centenares de heridos y un número incalculable de detenidos saharauis, entre ellos, los sesenta y cinco dirigentes del campamento, que han sido llevados a la base militar que se encuentra en el norte de El Aaiún, y se desconoce su estado. La ciudad acabó tomada por las fuerzas de represión marroquíes pero al cierre de esta edición siguen sucediéndose las protestas en las calles más importantes de El Aaiún y en los barrios de mayoría saharaui. Los saharauis no se doblegan. En España se han sucedido manifestaciones en más de treinta y cinco ciudades. Como siempre, el pueblo español demuestra su apoyo al pueblo saharaui, lo que, una vez más, recuerda aquello del Cantar del mío Cid: “¡Dios, qué buen vassallo, si oviese buen señor!”.