El riesgo español se dispara

«Resulta inaudito que Zapatero y Rajoy no abordaran en la reunión la discusión de decisiones sobre empleo. También evitaron escenificar otro acuerdo, tan importante como el financiero, que es el del Plan de Austeridad que debe recortar el déficit público español desde el 11,4% del PIB actual hasta el 3% en 2013. La capacidad que tenga el Gobierno (con el respaldo de la oposición), para convencer a los inversores de que esa reducción es factible determinará su credibilidad en el exterior, el coste de su deuda y la solvencia de las finanzas públicas»

La desconexión total entre los discursos de los olíticos y las acciones de los inversores se hizo patente ayer. Una vez más. Al tiempo que el presidente Zapatero se reunía con el líder de la oposición para transmitir tranquilidad, el coste de la deuda española se encarecía a un ritmo inaudito. Y el mismo día en el que compareció el presidente del Consejo Europeo para calificar de "irracional" la especulación contra Europa basada en "rumores infundados", la Bolsa de Madrid se desplomaba por segundo día consecutivo y los seguros contra impago de la deuda española crecían hasta máximos. (EL PAÍS) EL CONFIDENCIAL.- Para ilustrarlo, no duda en poner el ejemplo de España: “S&P rebajó la semana pasada el rating de España un grado de AA+ a AA, advirtiendo a su gobierno que podría ser la primera de una serie de actuaciones si no actuaban con cuidado. ¡Oh, qué miedo! He aquí un país con un 20% de paro, déficit del 10%, que ha hecho default 13 veces en los últimos 200 años, cuyos bonos se negocian a nivel de Baa y donde cada vez parece más próxima una intervención de la UE y el FMI… y que sigue siendo AAA para Moodys y Fitch”. EL PERIÓDICO.- El 30 de diciembre del 2006, José Luis Rodríguez Zapatero dijo que la negociación con ETA iba muy bien. Al día siguiente, una bomba de los terroristas vascos despanzurró la terminal 4 del aeropuerto de Madrid. El recuerdo de esa funesta metedura de pata vino ayer a la memoria cuando el presidente, tras su reunión con Rajoy, aseguró, una y otra vez, que la situación económica está mejorando. Poco antes de que Zapatero pronunciara esas palabras los mercados sancionaban su creciente desconfianza en la solvencia de la economía española elevando hasta casi 130 puntos básicos la diferencia entre el interés de nuestros títulos de deuda pública y el de los alemanes. Editorial. El País Insuficiente La reunión entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición debería haber marcado un punto de inflexión en el clima político desde el que se ha venido abordando la crisis económica, pero no lo hizo. La gravedad de la situación no permitía la escenificación de un nuevo desacuerdo radical, y tanto Zapatero como Rajoy dieron ayer un primer paso, del todo insuficiente, para centrar el debate. El consenso sobre los dos asuntos planteados (Grecia y cajas) no garantiza soluciones; pero resultaba imprescindible, tanto para identificar una agenda de prioridades compartida por las principales fuerzas políticas, como para asegurar un marco estable de actuación en torno a ella. Todo lo demás, faltó. Y la culpa es de ambos. Fruto de esa escenificación menos crispada de las relaciones entre Gobierno y PP es el acuerdo para culminar el proceso de fusiones de las cajas de ahorros, obstaculizado por las resistencias autonómicas, antes del 30 de junio, y de presentar un proyecto de reforma de la Ley de Cajas en tres meses. El acuerdo despeja dudas sobre las cajas y sería deseable que sus efectos se dejaran sentir de forma inmediata. Cuanto antes fluya el crédito hacia las empresas, tanto más fácil será la recuperación. Pero son obligadas dos matizaciones. La primera, que llega con retraso; la segunda, que debido a ese retraso en algunas cajas sean necesarias recapitalizaciones intensas. Gobierno y PP también están de acuerdo en el plan de rescate de Grecia y en que España debe aportar dinero para ese plan. El dramatismo de la crisis griega, que ayer vivió otra huelga general, la tercera en mes y medio, con incidentes violentos que provocaron tres muertos, indica la gravedad del momento; pero los efectos indirectos de esa crisis sobre otros países, incluyendo España, indican también el interés compartido por el resto de la UE en ayudar a Papandreu a evitar la quiebra de su país. Que haya acuerdo con la oposición sobre la aportación española de 9.800 millones de euros es el otro signo de seriedad de la reunión de ayer. Son pocos para el momento de zozobra que vive España. Resulta inaudito que Zapatero y Rajoy no abordaran en la reunión la discusión de decisiones sobre empleo; quizá fían la disminución del paro a la reforma del mercado de trabajo que está en manos de los agentes sociales. También evitaron escenificar otro acuerdo, tan importante como el financiero, que es el del Plan de Austeridad que debe recortar el déficit público español desde el 11,4% del PIB actual hasta el 3% en 2013. La capacidad que tenga el Gobierno (con el respaldo de la oposición), para convencer a los inversores de que esa reducción es factible determinará su credibilidad en el exterior, el coste de su deuda y la solvencia de las finanzas públicas. Lo que escenificaron ayer Rajoy y Zapatero en este punto fue un desacuerdo. En la explicación del presidente del Gobierno, el PP sería partidario de un ajuste drástico del déficit en 2010, mientras que el Ejecutivo sería partidario de una reducción más gradual para no perjudicar la recuperación. Los mercados desconfían de que la economía española sea capaz de reducir el déficit en más de ocho puntos en cuatro años, y desde luego resulta improbable con las proyecciones actuales de crecimiento (por más que la Comisión Europea haya mejorado en dos décimas la previsión de contracción del PIB español este año). El Gobierno no explica dónde se aplicarán los recortes de gasto y ha renunciado al ajuste que se entiende con más facilidad, que es la congelación de los sueldos de los funcionarios a cambio de su seguridad en el empleo. Unas relaciones menos crispadas con el PP deberían abrir paso a un plan de reestructuración del gasto público (estatal y autonómico), con fechas precisas e indicadores de cumplimiento. Sin ese plan y sin una reforma rápida del mercado de trabajo, la recuperación se demorará varios años. Opinión. El riesgo español se dispara Luis Doncel La desconexión total entre los discursos de los políticos y las acciones de los inversores se hizo patente ayer. Una vez más. Al tiempo que el presidente Zapatero se reunía con el líder de la oposición para transmitir tranquilidad, el coste de la deuda española se encarecía a un ritmo inaudito. Y el mismo día en el que compareció el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, para calificar de "irracional" la especulación contra Europa basada en "rumores infundados", la Bolsa de Madrid se desplomaba por segundo día consecutivo y los seguros contra impago de la deuda española crecían hasta máximos. La buena noticia es que la rentabilidad del bono español continúa a niveles comparables con los de años de tranquilidad. Las malas noticias son dos: que desde enero la rentabilidad exigida se ha disparado y que la prima de riesgo -es decir, la diferencia con la deuda alemana, que se considera la más segura, y por tanto es la que tiene un coste menor- está en los máximos desde la llegada del euro. En el bono a 10 años, ya ha alcanzado los 132 puntos básicos -1,32 puntos porcentuales-, cuando hace sólo un mes estaba en 70. El mercado exige a la deuda española un interés del 4,17%, por sólo 2,85% a la alemana. El contagio de la crisis griega es aún mayor en Portugal o Irlanda. Pero la evolución es peor si se analiza el bono a dos años, donde el diferencial con Alemania se ha multiplicado por cuatro en un mes y está a punto de franquear la barrera de los 200 puntos básicos. A los títulos españoles se les exige un 2,58%, por sólo un 0,6% a los alemanes. ¿Por qué la deuda a corto plazo es la que más golpes está recibiendo estos días? "En el corto plazo se percibe más el riesgo de que un emisor sea incapaz de hacer frente a sus compromisos de pago. Ya ocurrió lo mismo durante las tensiones financieras de 2008", responde Pablo Guijarro, de Analistas Financieros. "Es un segmento del mercado más ilíquido, donde las reacciones son más histéricas. Se debe también a la contaminación griega, donde también se dispararon antes los plazos más cortos", añade José Luis Martínez, de Citigroup. Aunque el aumento de la rentabilidad de los bonos no supone un coste extra para el Tesoro en los títulos ya emitidos, sí implica que los inversores exigirán más interés en las próximas subastas. Hoy mismo, el Tesoro pasa un examen al colocar bonos a cinco años. Pretende captar de 2.000 a 3.000 millones. En marzo, el Tesoro pudo colocar 4.500 millones a un tipo marginal del 2,84%, pero ayer los títulos españoles a cinco años cotizaban con una rentabilidad del 3,47%. Lo previsible, por tanto, es que hoy tenga que emitir los bonos pagando una rentabilidad más alta que la de la última subasta y más bien en línea con la de mercado. Portugal ayer se dio un baño de realismo en la subasta de 500 millones en letras a seis meses, porque tuvo que pagar un interés cuatro veces mayor que el del pasado marzo. El mercado de deuda fue donde más se notaron las tensiones que derivan de la crisis fiscal que atenaza a los países periféricos de la zona euro, pero las réplicas del terremoto se hicieron notar más allá. En la Bolsa de Madrid, por ejemplo, que por segundo día consecutivo fue de las que salieron peor paradas al caer un 2,3%. En sólo dos días el Ibex ha perdido más del 7,5%. El resto de Bolsas europeas tampoco vivieron muchas alegrías, con caídas generalizadas superiores al 1%. Grecia, un día más, fue líder en desgracias. La caída de los dos últimos días roza el 11%. Lo paradójico de todo esto es que Alemania -la gran potencia europea que ha retrasado la ayuda a Grecia por su resistencia a pagar de su bolsillo los errores ajenos- es una de las grandes beneficiadas de estas tensiones. Porque los inversores más conservadores acuden a su deuda como valor refugio, por lo que su rendimiento no deja de caer. Ayer pulverizó su marca con el 0,6% en el bono a dos años. Quizás este dato por sí mismo no diga mucho, pero si se recuerda que hace dos años superaba el 4,5% ya es más aclarativo. El bono a 10 años, también por encima del 4,5% en 2008, cayó hasta el 2,85%. Desde que existe el euro, nunca a Alemania le había salido tan barato financiar su abultada deuda. Las turbulencias se vieron agravadas ayer por el anuncio de Moody’s de que planea degradar la calificación de Portugal, que provocó una sacudida en los mercados. La agencia puso en revisión la deuda soberana lusa, que tiene una nota de Aa2, debido al "reciente deterioro" de sus finanzas públicas, así como por los "desafíos" que afronta para crecer a largo plazo. Además, las protestas en Atenas hacen temer que sea difícil ejecutar las políticas de ajuste pactadas con el FMI y el Eurogrupo en el plan de rescate de 110.000 millones. Pero llueve sobre mojado. La desconfianza y la incertidumbre reinan en unos mercados hipersensibles. "El mercado de deuda está seco, se ha roto. La desconfianza ha llevado al pánico y las decisiones que se toman ahora carecen de lógica", sostiene el analista de Citi. EL PAÍS. 6-5-2010 Opinión. El Confidencial Las agencias de rating se equivocan… España es de todo menos AAA Bill Gross, el principal responsable de PIMCO, la mayor gestora de renta fija del mundo, arremete en su última Carta Mensual contra las agencias de rating, a las que considera “inútiles para aquellas firmas inversoras que añaden a su capacidad de gestión algo de sentido común; idiotas expertos en matemáticas sin idea alguna de cómo aplicarlas”. De hecho, afirma, “firmas como la nuestra, que contamos con un equipo propio de análisis del riesgo de crédito soberano y/o corporativo, nos beneficiamos sistemáticamente de su timidez y falta de lógica, mediante la anticipación de sus decisiones”. Para ilustrarlo, no duda en poner el ejemplo de España: “S&P rebajó la semana pasada el rating de España un grado de AA+ a AA, advirtiendo a su gobierno que podría ser la primera de una serie de actuaciones si no actuaban con cuidado. ¡Oh, qué miedo! He aquí un país con un 20% de paro, déficit del 10%, que ha hecho default 13 veces en los últimos 200 años, cuyos bonos se negocian a nivel de Baa y donde cada vez parece más próxima una intervención de la UE y el FMI… y que sigue siendo AAA para Moodys y Fitch”. Un mensaje demoledor procedente de una compañía perteneciente a la aseguradora alemana Allianz, que gestionaba a finales de marzo un billón de dólares en activos financieros, cuenta con 1.300 empleados repartidos entre los principales centros financieros del mundo y ejerce una influencia sustancial en una parte importante del mercado de deuda global, siendo la referencia para muchos agentes del mercado. Un jarro de agua más para el Ejecutivo español que ve cómo un actor de este peso específico se alinea con sus tesis, invalidez del criterio de las agencias de rating, pero lo hace atacando la solvencia de España. ¿Cómo solucionar el problema? Gross lo ve complicado. “No las entierren”, concluye, “como vampiros que son, nos sobrevivirán a todos. Bien reguladas y gestionadas serían hasta útiles para esa parte del universo inversor que necesita justificar la calidad de sus carteras”. EL CONFIDENCIAL. 6-5-2010 Opinión. El Periódico Zapatero está en el limbo Carlos Elordi El 30 de diciembre del 2006, José Luis Rodríguez Zapatero dijo que la negociación con ETA iba muy bien. Al día siguiente, una bomba de los terroristas vascos despanzurró la terminal 4 del aeropuerto de Madrid. El recuerdo de esa funesta metedura de pata vino ayer a la memoria cuando el presidente, tras su reunión con Rajoy, aseguró, una y otra vez, que la situación económica está mejorando. Y no solo porque los datos que citó –cometiendo una nueva indiscreción en lo que a la evolución del PIB se refiere– no son muy significativos, y más si se confrontan con las terribles conclusiones de la última EPA, y pueden cambiar de signo en un inmediato futuro. Sino, sobre todo, porque poco antes de que Zapatero pronunciara esas palabras los mercados sancionaban su creciente desconfianza en la solvencia de la economía española elevando hasta casi 130 puntos básicos la diferencia entre el interés de nuestros títulos de deuda pública y el de los alemanes: solo en la sesión de ayer, la subida fue de casi 20 puntos. Es perfectamente posible –es más, es lo más probable– que en los días y semanas sucesivos ese coste siga creciendo: el drama que ocurrió ayer en Grecia va a inquietar aún más a los inversores. Y España va a seguir necesitando que le presten dinero. Y cada vez más. Aunque solo sea porque hay más parados. ¿Por qué, entonces, el presidente del Gobierno vino a confirmar que no va a adoptar medidas drásticas para reducir el déficit? Caben varias respuestas a esa pregunta, no necesariamente alternativas y puede que complementarias entre sí. Una, que Zapatero no ha percibido la gravedad de la situación, que puede degenerar en catástrofe. Dos, que prefiere marear la perdiz –aunque nadie le crea– porque no sabe qué es lo que tiene que hacer. Tres, que no está dispuesto a pagar el precio político que implicaría cualquier terapia de choque porque sigue creyendo que puede ganar las elecciones generales y que, a medio camino, no le va a ir tan mal en las autonómicas y municipales. Cualquiera de esas hipótesis asusta. Pero además, ayer, tal vez por primera vez, Rajoy fue más convincente que él. Eso sí, solo un poco más. EL PERIÓDICO. 6-5-2010