«España podría hacer frente a sus deudas en circunstancias normales, pero no a estas tasas de interés. Los débiles datos de crecimiento americano nos han dado la puntilla. Si EEUU no es capaz de crecer, cómo lo va a hacer nuestro país. El problema es que no hay dinero suficiente.»
En estas circunstancias sólo cabe eserar una lenta agonía como ocurrió en Grecia, Portugal o Irlanda hasta que se incrementen los recursos para el rescate. Apúntense finales de septiembre u octubre. El nuevo Gobierno va a tener hechos los deberes. Entretanto, resulta curioso ver cómo los políticos europeos se meten debajo de la alfombra. Nadie sale a decir esta boca es mía o proponer una solución. (EL ECONOMISTA) CINCO DÍAS.- El acuerdo alcanzado in extremis por demócratas y republicanos la madrugada del pasado lunes para elevar el techo de deuda de EE UU se ha revelado como una suerte de caramelo envenenado. La euforia inicial que produjo el anuncio del pacto ha dado paso en poco tiempo al análisis en profundidad. Los efectos colaterales que las malas noticias de EE UU han tenido sobre los mercados internacionales y la fuerte presión vivida ayer sobre la deuda soberana española han servido para evidenciar de nuevo que, a los ojos de los inversores, España continúa anclada en el grupo de economías en permanente cuarentena y a las cuales se mira con un plus de desconfianza. LA VANGUARDIA.- Mal comienza el largo periodo preelectoral español. Primer día de agosto: la bolsa se hunde y la prima de riesgo (el interés adicional respecto a la deuda alemana que debe pagar España para colocar su deuda en el mercado) se encarama a alturas casi récord. En el caso español, como el italiano, los mercados están ahora atentos al bajo crecimiento, que provoca desconfianza y encarece la deuda, que se come los ahorros de los planes de austeridad, que… Superado el tabú de que ningún país de la eurozona puede hacer quitas de su deuda, los mercados descuentan, vía prima de riesgo, que otros vendrán después. El acuerdo de la UE no sólo no tranquiliza, es ya parte del problema. EL PAÍS.- Las condiciones impuestas por los republicanos debilitan gravemente los fundamentos del país para iniciar una recuperación fuerte y sostenida. Las restricciones fiscales evitarán la reactivación económica y ralentizarán el crecimiento y el empleo. Si la expansión monetaria de Ben Bernanke ya había sido puesta en entredicho por el Fondo Monetario Internacional (FMI), las horcas caudinas por las que se ha visto obligado a pasar Barack Obama bajo la mirada triunfal de los republicanos acabarán por arruinar la efectividad de la política fiscal. Opinión. El Economista Esto está visto para sentencia Amador G. Ayora El rescate está a la vuelta de la esquina. Esto me recuerda a la caída de Lehman, primero el banco era muy solvente aunque vinieran mal dadas, luego tenía reservas suficientes y, por último, desapareció. España podría hacer frente a sus deudas en circunstancias normales, pero no a estas tasas de interés. Los débiles datos de crecimiento americano nos han dado la puntilla. Si EEUU no es capaz de crecer, cómo lo va a hacer nuestro país. El problema es que no hay dinero suficiente. El Fondo de Estabilidad Financiera (FEEF) está dotado con 440.000 millones, pero sólo puede disponer de aproximadamente la mitad. Con los mercados de emisiones cerrados en agosto es imposible captar fondos hasta mediados de septiembre. La cuantía es, además, insuficiente porque sólo la deuda Española supera el medio billón. En estas circunstancias sólo cabe esperar una lenta agonía como ocurrió en Grecia, Portugal o Irlanda hasta que se incrementen los recursos para el rescate. Apúntense finales de septiembre u octubre. El nuevo Gobierno va a tener hechos los deberes. Entretanto, resulta curioso ver cómo los políticos europeos se meten debajo de la alfombra. Nadie sale a decir esta boca es mía o proponer una solución. !Es bochornoso en manos de quien estamos!EL ECONOMISTA. 2-8-2011 Editorial. Cinco Días El problema de EEUU es profundo y contagioso El acuerdo alcanzado in extremis por demócratas y republicanos la madrugada del pasado lunes para elevar el techo de deuda de EE UU se ha revelado como una suerte de caramelo envenenado. La euforia inicial que produjo el anuncio del pacto ha dado paso en poco tiempo al análisis en profundidad y a la ponderación de los efectos que este podría tener sobre la primera economía mundial y, por ende, sobre las demás. Los malos datos de la actividad manufacturera dados a conocer ayer en EE UU se sumaron al escepticismo de los operadores financieros sobre la solución alcanzada en Washington y tiñeron de rojo no solo Wall Street, sino también la mayor parte de los parqués europeos. En España, el Ibex 35 se puso a la cabeza de las caídas y vivió una tarde sombría, hasta registrar en la jornada su mayor caída en 13 meses. La prima de riesgo también acusaba fuertemente el contagio -como la italiana- y se disparaba hasta llegar al récord de 375 puntos. El propio Barack Obama ha reconocido que el pacto alcanzado con los republicanos no satisface sus expectativas, pese a defender que este permitirá afrontar "seriamente el problema del déficit" y supondrá el fin de una crisis "que hubiera tenido efectos devastadores" para la economía. No todo el mundo comparte el moderado optimismo del presidente norteamericano. Tanto desde la óptica demócrata como desde la republicana, han sido muchas las voces de expertos y analistas que han criticado la solución alcanzada para alejar la amenaza de la suspensión de pagos de la primera economía mundial. El acuerdo, que permite elevar el techo de deuda en un total de tres billones de dólares en dos fases y contempla recortes de gasto en la misma cuantía, ha sido recibido como un parche que permitirá ganar tiempo, pero no resolverá los desajustes estructurales del sistema ni alejará la posibilidad de una rebaja de calificación de la deuda soberana a corto plazo. Desde las agencias de calificación ya se ha advertido que los recortes anunciados por Washington son insuficientes para evitar una degradación del rating. A todo ello hay que sumar el hecho de que los últimos datos de actividad y crecimiento en el país dan escaso margen para alegrías. En ese capítulo -el de la incidencia sobre el crecimiento- se concentran buena parte de las advertencias sobre los posibles efectos perjudiciales que el acuerdo puede tener para la economía estadounidense. Pese a que la regla de mantener un equilibrio entre endeudamiento y recorte de gastos comprometida por Obama evitará que el gasto continúe creciendo de forma desmesurada – la deuda pública de EE UU se ha disparado de 7 a 14 billones de dólares en los últimos cuatro años y supone ya casi el 100% del PIB- los expertos auguran que ello frenará tanto el consumo como la inversión y lastrará la vitalidad de una economía que todavía no ha salido de la crisis. Un riesgo a temer no solo por las empresas y los ciudadanos estadounidenses, sino también por el resto de las economías, tanto desarrolladas como emergentes, fuertemente interconectadas de forma global. Los efectos colaterales que las malas noticias de EE UU han tenido sobre los mercados internacionales y la fuerte presión vivida ayer sobre la deuda soberana española han servido para evidenciar de nuevo que, a los ojos de los inversores, España continúa anclada en el grupo de economías en permanente cuarentena y a las cuales se mira con un plus de desconfianza. Ni la noticia del adelanto de las elecciones avanzada por José Luis Rodríguez Zapatero, ni la puesta en marcha del segundo rescate de Grecia, ni los resultados de los recientes test de estrés obtenidos por la banca española han conseguido situar a España fuera del punto de mira de los mercados. A la vista de este escenario, la única herramienta de que dispone la economía española para recuperar la credibilidad y reducir la presión sobre su deuda soberana es continuar ahondando en más y más profundas reformas modernizadoras. Una tarea cuyo cumplimiento depende en estos momentos de la llegada de la cita electoral y de la toma de posesión del Gobierno que saldrá de las urnas las el próximo 20 de noviembre. A él le corresponderá continuar con los ajustes necesarios para recuperar la confianza de unos angustiados mercados. CINCO DÍAS. 2-8-2011 Editorial. El País Acuerdo peligroso El acuerdo in extremis en Estados Unidos entre demócratas y republicanos para elevar el techo de la deuda, pendiente de la aprobación la pasada madrugada por las Cámaras, salva el normal funcionamiento de la economía estadounidense hasta 2013, durante la legislatura de Barack Obama, pero transmite el mensaje de que la política radical que propone el núcleo del partido republicano, el Tea Party, será un obstáculo para la gestión anticrisis de Washington. El acuerdo salva el presente, puesto que evita la suspensión de pagos del país, pero compromete el futuro. Obama ha perdido contra los republicanos. Él mismo lo admite cuando proclama que "este no es el acuerdo que hubiera preferido". El techo de deuda se amplía en unos dos billones de dólares; pero la condición republicana es que el recorte del déficit presupuestario ha de ser superior al margen de endeudamiento. Por añadidura, los republicanos (más exactamente, el Tea Party, su núcleo más activo en esta negociación) se niegan a que la contención del déficit incluya un aumento de impuestos a las rentas más altas. El pacto evita el impago hasta 2013, pero compromete la política económica del presidente. Porque las condiciones impuestas por los republicanos debilitan gravemente los fundamentos del país para iniciar una recuperación fuerte y sostenida. Las restricciones fiscales evitarán la reactivación económica y ralentizarán el crecimiento (la previsión para 2011 es apenas del 2,5%) y el empleo (la tasa de paro difícilmente bajará del 9%). Si la expansión monetaria de Ben Bernanke ya había sido puesta en entredicho por el Fondo Monetario Internacional (FMI), las horcas caudinas por las que se ha visto obligado a pasar Barack Obama bajo la mirada triunfal de los republicanos acabarán por arruinar la efectividad de la política fiscal. Los mercados percibieron esta contradicción. Si bien al empezar la jornada reaccionaron con una cierta euforia al anuncio del acuerdo, después advirtieron que la economía estadounidense no reacciona y que las drásticas limitaciones presupuestarias que implica el pacto de la deuda lastrarán el crecimiento (por tanto, la capacidad para devolver la deuda), y enfriaron el entusiasmo. En los puntos más débiles del sistema financiero las pérdidas fueron importantes. En España, el Ibex se hundió el 3,24% y la prima de riesgo alcanzó los 370 puntos básicos. Estados Unidos se encuentra en estos momentos dentro de la misma trampa básica que el Viejo Continente. Como en tantos países europeos, para evitar la suspensión de pagos, es necesario aplicar ajustes fiscales (en este caso producto de un pacto político interno) cuya consecuencia es limitar el crecimiento. Estados Unidos no es Europa, por supuesto. Su estructura financiera interior y exterior le permite un margen de maniobra mayor. Pero el acuerdo compromete su crecimiento y su empleo. Está fundado, pues, el temor a que las agencias de calificación degraden la deuda norteamericana. EL PAÍS. 2-8-2011 Opinión. La Vanguardia Peligran las vacaciones de los candidatos Manel Pérez Mal comienza el largo periodo preelectoral español. Primer día de agosto: la bolsa se hunde y la prima de riesgo (el interés adicional respecto a la deuda alemana que debe pagar España para colocar su deuda en el mercado) se encarama a alturas casi récord. De seguir por esta senda sólo unos días más, además de los ministros, también se quedarán sin vacaciones los candidatos a presidente del Gobierno. A los mercados, a través de un complejo razonamiento que ahora no viene al caso discutir, se les concede el privilegio de considerar que su acción contribuye siempre al bienestar general. La realidad es que buscan el beneficio; esa es la máxima que preside su lógica de comportamiento. Y también forma parte de la realidad que quien tiene el dinero impone las reglas; por eso los gobiernos bailan la música que interpretan los mercados. ¿Qué pasa cuando esas reglas no están claras, o cambian como el clima en primavera? Cada vez que el mercado muda de sentimiento, quienes están en el punto de mira reciben otro empujoncito hacia el abismo. En esta crisis de la deuda se ha pasado de apostarlo todo a la reducción del déficit y la deuda a obsesionarse por el crecimiento. Ayer ocurrió con EEUU: los mercados recibieron con alivio el acuerdo que autoriza de forma limitada a Obama a emitir más deuda (y debido a que ese aumento es acotado bajó el interés que debe pagar) y casi de inmediato se preocuparon por las señales de que el crecimiento está en peligro (en parte como consecuencia del acuerdo sobre la deuda, que reduce gasto y estímulos económicos). Es algo así como un laberinto sin salida. Por eso, cada vez el drama es mayor. Una de las claves para entender la evolución de esta crisis. En el caso español, como el italiano, los mercados están ahora atentos al bajo crecimiento, que provoca desconfianza y encarece la deuda, que se come los ahorros de los planes de austeridad, que… Esta espiral ha recibido nuevos impulsos con los malos datos económicos mundiales y las sombrías previsiones de las grandes compañías europeas. Superado el tabú de que ningún país de la eurozona puede hacer quitas de su deuda (Grecia ha dado el primer paso), los mercados descuentan, vía prima de riesgo, que otros vendrán después. El acuerdo de la UE no sólo no tranquiliza, es ya parte del problema. LA VANGUARDIA. 2-8-2011