Un homenaje de un sabio del fútbol como Ángel Cappa, al genio de Johan Cruyff, conversando con Foros21.
La aportacion más importante de Johan Cruyff al fútbol, como jugador y después como entrenador, es que le devolvió la naturalidad al juego. Cuando era jugador estaba de moda el músculo, el esfuerzo, la certeza, entrenar físicamente mucho… y él recuperó un concepto fundamental de este juego y de todos los juegos: el engaño. Se habla mucho del cambio de ritmo, que es una parte del engaño. Por ejemplo, si él corría a toda velocidad es que iba a frenar, si frenaba es que iba a arrancar, si amagaba un pase es porque iba a pelear, si amagaba tirar iba a pasar… Siempre estaba el engaño y lo esencial del juego.
Frente al músculo, Cruyff defendió la cabeza, el engaño.
La idea
Como entrenador, cuando en España se hablaba de tácticas tan incomprensibles que si uno no era un estudioso profundo, con datos estadísticos, no las entendía, él hablaba del juego y la pelota. Lo más importante es la pelota: “si yo tengo la pelota, el rival no la tiene”. Eso es lo más natural. Por eso podemos decir que le devolvió la naturalidad al juego. La táctica es importante pero secundaria, lo importante es la idea: “Tengamos la pelota, afírmemonos en la pelota y juguemos”. «Para que sea rápido, necesita la pausa»
Es famoso aquel problema que le presentó un jugador en una charla: “Pero Míster, no tenemos gente que cabecee en los corners, ¿cómo hacemos?”, y él dijo, “pues no hagan corner”. Cuando se le daba importancia a las jugadas a balón parado, a todo lo programado, él dijo que no, que había que volver a jugar al futbol, a tener la pelota y disfrutar del juego. Eso es esencial.
La posesión
Hay que entender la posesión como una necesidad del juego, porque hay gente que todavía sigue pensando que la posesión es una elección estética. Yo tengo la pelota, y tengo que tenerla para distraer, y cuando lo hago aparece el espacio por el que yo puedo buscar una situación de gol. Si uno quiere jugar bien al fútbol, la posesión es una necesidad. Cruyff rescató eso, y sin embargo todavía hay quien piensa que se puede eligir el fútbol directo, cuando uno no elije nada. Si el rival está descompuesto, llego en un toque o en dos toques, y si el rival está armado tengo que tocar muchas veces la pelota.
Esto lo defendió Cruyff y tantos otros, porque también lo tenía la quinta del Buitre. Es una nueva manera de entender el fútbol y de ella vienen otras cosas. Por ejemplo: si yo quiero robar la pelota, me tengo que desmarcar, tengo que ofrecerle al que la tiene, posibilidades de pase, porque si sus compañeros se quedan quietos no se la puede pasar a nadie. De ahí viene todo un encadenamiento de conceptos futbolísticos a favor del buen juego.
Una escuela de fútbol
De hecho así se jugaba al fútbol tiempo atrás. A España lo trajo San Lorenzo, un equipo argentino que estaba de gira en el año 47. Es famosa una anécdota de Panizo (Athletic de Bilbao, de 1936 a 1955) que no era muy bien mirado porque jugaba de esa manera. Cuando fue el San Lorenzo, que tocaba la pelota de un lado para el otro, como ahora el Barcelona o como el Barcelona de Cruyff, Panizo cuenta que la gente decía: “Si estos juegan igual que Panizo”. Después ha habido mucha gente con esa idea de fútbol. «Frente al músculo defendió la cabeza»
Como jugador, Cruyff, volvió a enseñarnos, porque ya lo había hecho Gento, que el fútbol para que sea rápido necesita la pausa. Hay que saber frenar. Fernando Fernan Gómez habla en un libro de la pausa del actor. Dice que lo más importante en el discurso del actor es la pausa, porque no es cuestión de saber subirse a un escenario y decir el discurso de una sola vez. Para que el discurso tenga valor, hay que saber hacer la pausa. Yo eso lo traslado al fútbol. Para jugar rápido necesito pausa. Si no tengo pausa y voy siempre directo, voy a chocar. Hace poco… Iniesta salió al contragolpe, de pronto se dió cuenta de que los compañeros estaban más atrás, giró y tocó para atrás. Eso es la pausa, porque si no chocaba y perdía la pelota. Después se llegó a situación de gol más rápido que si hubiera chocado. Gento hacía eso, iba deprisa y de pronto frenaba. Así, cuando frenaba desacomodaba a medio mundo, y cuando desacomodaba a medio mundo venía el pase. Butragreño se metía en el área, y de pronto bajaba los brazos y se paraba, como si se parara el mundo. El defensor también se paraba y entonces Butragueño salía para un lado o pasaba. Porque hizo la pausa, el fútbol fue más rápido. La pausa es individual pero también colectiva.
Una vez estábamos charlando, Cruyff y yo, y le pregunté, “¿por qué no hay más entrenadores que se adhieran a esta manera de pensar que tenemos nosotros?”, y el me dijo, “¡ah, muy fácil!, porque hay que saber, lo otro lo hace cualquiera”.
El entrenador
Cruyff también revalorizó el papel del entrenador. Eso de los secretarios técnicoa que eligen los jugadores… él lo manejaba absolutamente todo. El entrenador es el responsable de todo, y él lo ejerció, ni secretario técnico ni nada. Lo contrario es una mentira muy grande.
En una ocasión un presidente de un club me dijo que ya habíamos armado la plantilla, y yo le dije que necesitábamos a fulano. Me dijo que tenía que consultarlo, y yo le dije que me lo tenía que consultar a mi que era el entrenador. “Tu opinión”, me dijo el presidente, “vale como la de cualquiera de la secretaría técnica”. Le dije que no, que era mentira, porque si pierdo “me vas a echar a mi, no vas a echar a cualquiera, ¿o vas a hacer un sorteo para ver a quién echar? Por lo tanto la opinion que más vale es la mía”. Eso lo ejerció Cruyff con la gran personalidad que tenía y aprovechando lo que significaba su nombre.
Y siempre le echaba la culpa a los directivos de manera genial. En una ocasión un equipo ruso eliminó al Barcelona de la Copa de Europa, perdiendo 3 a 0 en el Camp Nou. De algo así un entrenador sale confundido del banquillo, y precisamente un periodista le puso el micrófono… “¿qué opina Cruyff de esta eliminatoria?”, y dijo, “¿qué opino?, que si los directivos no entienden ahora, no van a entender nunca más”. Y eso lo podía hacer porque era Cruyff y lo hacía perfecto. Era un fenómeno del fútbol.