Quienes pretendían una «apropiación indebida» del triunfo del SI a la independencia en Escocia para hacer avanzar sus proyectos insolidarios y disgregadores, se han llevado una sonora bofetada del pueblo escocés. Sabedores de que estaba en juego su futuro, los escoceses han acudido en masa a las urnas. En una proporción desconocida en cualquier votación democrática. Y lo han hecho para decir NO a la fragmentación. Porque saben que, aunque no comulguen con las políticas de recortes que vienen de Londres, la única manera de revertir el saqueo es fortalecer la unidad con el pueblo inglés o galés, interesado como ellos en conquistar una salida a la crisis en beneficio de la mayoría, y no para el lucro de unas minorías poderosas, residentes en lujosas mansiones en Londres o en no menos exóticos castillos escoceses.
La apuesta de LondresEl triunfo del NO a la independencia en el referéndum escocés, por un margen relativamente holgado de 11 puntos y casi 400.000 votos, refuerza la apuesta de la burguesía británica. La convocatoria de un referéndum donde Escocia pudiera decidir si quebrara la unidad del Reino Unido no era un signo de debilidad del Estado británico sino de fortaleza. «Ha sido la movilización social lo que ha inclinado la balanza a favor del NO. Expresada en un grado de participación desconocido»El avance del proyecto de degradación, intervención y saqueo agudiza todas las contradicciones sociales y políticas. Y ese movimiento también se expresan en el avance de los proyectos disgregadores. La burguesía británica optó por “coger el toro por los cuernos”, zanjando a través de un referéndum el “problema escocés”. Antes de que la correlación de fuerzas política -que ya había colocado a un partido independentista en el gobierno local- fuera más desfavorable.Así lo ha expresado David Cameron, el primer ministro británico, en su primera intervención tras conocerse el triunfo del NO. Destacando que “las grandes decisiones hay que afrontarlas y no eludirlas”. Y remarcando con especial énfasis que “el problemas escocés está resuelto para una generación”.Es cierto que la apuesta de Londres ha tenido una parte importante de riego. El referéndum se ha resuelto a favor del NO por un margen mucho más ajustado del que podía preveerse, cuando hace dos años su ventaja superaba los 20 puntos. Esto se explica, no por el repentino avance del independentismo en Escocia, sino por el marco de la lucha de clases internacional, y por sus efectos sobre las contradicciones internas británicas.La debilidad de la superpotencia norteamericana, obligada a dedicar su atención principal a otros frentes -Como Ucrania, Siria o Irak-, desatendiendo crecientemente al “frente europeo”, y la aguda crisis política y económica del Reino Unido, han tenido una poderosa influencia en los resultados del referéndum.Además de la pésima gestión política de la campaña durante los dos últimos años por parte del gobierno británico, enquistado en el inmovilismo y que sólo ha reaccionado en las últimas semanas.Esto ha permitido que el SI tomara durante mucho tiempo la iniciativa política, avanzando socialmente de manera notable. Situando en el centro del debate la política económica. Y planteando, a través de una sofisticada subversión que también estamos sufriendo en Cataluña, que la independencia permitiría “gestionar mejor nuestros recursos” frente a “las políticas de recortes y antisociales que nos imponen desde Londres”. Difundiendo la falsa ensoñación de que todos los problemas económicos que sufre el pueblo escocés se debe principalmente “al dominio de Londres”.La irrupción de la “mayoría silenciosa”Un destacado periodista escocés pulverizó estas mentiras cuando afirmó que “un obrero de Glasgow tiene mucho más en común con un obrero londinense que con un aristócrata escocés”.Pero la ocultación de estas diferencias y afinidades de clase, sustituidas por la “comunidad territorial”, ha hecho posible que al frente del SI se sumaran sectores populares, obreros y de izquierdas que nunca han sido independentistas, como un sector importante del laborismo.Ha sido la movilización social lo que ha inclinado la balanza a favor del NO. Expresada en un grado de participación desconocido, del 85% o incluso del 90% en algunas circunscripciones. El SI estaba movilizado y muy organizado. Y el NO estaba desmovilizado y sin referencia política clara. Pero cuando el referéndum ha puesto sobre la mesa la disyuntiva de unidad o fragmentación, se ha expresado una “mayoría silenciosa” contra la fragmentación mucho más amplia de lo que refleja el debate político.Se cierra la herida en Reino Unido… se abre en EuropaPero si el referéndum cierra la herida en Reino Unido, contribuye a azuzarla en el resto de Europa.Se ha demostrado que es posible realizar un referéndum por la independencia en un país “central” como Reino Unido, y que hasta hace muy poco no parecía padecer tensiones importantes en su articulación nacional. Y, aunque haya triunfado el NO, los resultados han sido “rentables” para los partidarios de la independencia. Conquistando un espacio político y un apoyo social antes impensable. Y forzando a la burguesía británica a ofrecer una “tercera vía”, en forma de mayores competencias y más control sobre los servicios y el presupuesto, que también se extenderá a Gales o Irlanda del Norte. Una reforma del sistema autonómico y un proceso de descentralización que en Reino Unido es una auténtica revolución. Hay que recordar que Escocia disponía de parlamento autonómico solo desde 1997, y lo que ahora se le ofrece es un poder de gestión sobre la seguridad social y otros servicios que ni de lejos puede equipararse al que ya disfruta Cataluña desde hace muchos años.Lo que inevitablemente va a potenciar que otros proyectos disgregadores emerjan exigiendo “el mismo trato que en Escocia”. Incitándoles a dar la batalla partiendo de que “ahora es el momento” de aprovechar estas condiciones.Y abocando al resto de burguesías europeas, también y especialmente a la oligarquía española, a la necesidad de ofrecer una salida política a sus “regiones díscolas”. En países donde su clase dominante no tiene la fortaleza política ni la misma colocación en la cadena imperialista que la burguesía británica para reconducir las fuerzas disgregadoras.De Escocia a EspañaEl resultado del referéndum escocés afecta de lleno a España. El triunfo del NO supone un “dique de contención” coyuntural ante la ofensiva de Artur Mas, que será explotado por la oligarquía y el gobierno de Rajoy. La victoria del SI habría supuesto un terremoto político de consecuencias imprevisibles. Pero obliga más si cabe a la oligarquía española a “mover ficha”. A corto plazo, el gobierno de Rajoy va a mantener la firmeza política, presentando un recurso de inconstitucionalidad que dejará sin validez la ley de consultas o la posible convocatoria de una consulta. Pero más allá del 9-N, la oligarquía española está emplazada a “coger el toro por los cuernos” y ofrecer una alternativa política, que puede adoptar la forma de una reforma constitucional que ofrezca un nuevo trato a Cataluña. Y que permitiría todavía abrir, no un “choque de trenes” sino una negociación con un Artur Mas cada vez más debilitado y exigido.
Cuanto más tarde la oligarquía en tomar la iniciativa política, más “cancha” social para avanzar, independientemente de la resolución judicial del conflicto, tendrá el “proceso soberanista”. «El camino para que la mayoría social favorable a la unidad se exprese en Cataluña es hacer aflorar la izquierda patriótica»
La unidad desde la izquierdaLas “lecciones” del referéndum escocés evidencian que el camino para que la mayoría social favorable a la unidad se exprese es hacer aflorar la izquierda patriótica.En Escocia la mayoría social contraria a la independencia ha estado “huérfana” de referencia política. En un histórico feudo de la izquierda, el extremado carácter reaccionario de la dirección laborista ha provocado que incluso un sector de su base social, y también de cuadros, se hayan “pasado” al frente del SI.Pero los resultados han demostrado que existe una amplia mayoría social a favor de la unidad, que se ha movilizado disparando la participación.Salvando las distancias, algo parecido ocurre en Cataluña. La oligarquía está emplazada a dar una respuesta política. Pero el factor determinante para ganar esta batalla política será la organización de la izquierda patriótica, que pueda hacer aflorar políticamente la mayoría, hoy “silenciosa” y sin la relevancia política que merece, a favor de la unidad.Y aquí el pueblo catalán, junto al resto del pueblo español, tenemos un papel determinante. ¿Vamos a permitir que Artur Mas siga enarbolando con impunidad la bandera del “derecho a decidir” y de “la libertad de Cataluña”, mientras nos “fríe” a todos los catalanes con los mayores recortes sociales, con los más salvajes ataques a las condiciones de vida de las clases populares? ¿O la mayoría de catalanes progresistas vamos a tomar la iniciativa, dejando claro que queremos fortalecer nuestra unidad con el resto del pueblo español para combatir a quienes nos saquean y dominan, tanto en Madrid como en Barcelona?