Los puentes entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez están totalmente rotos en vísperas de la reunión del Comité Federal del PSOE, que debe discutir mañana la política de pactos. A nadie se le escapa la trascendencia de esta cita, decisiva para marcar el rumbo que debe seguir el partido.
Los puentes entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez están totalmente rotos en vísperas de la reunión del Comité Federal del PSOE, que debe discutir mañana la política de pactos. A nadie se le escapa la trascendencia de esta cita, decisiva para marcar el rumbo que debe seguir el partido.
Es difícil saber el margen que el Comité puede otorgar a su secretario general para explorar acuerdos porque hay un sector en el PSOE, probablemente minoritario, que mantiene fuertes recelos respecto a una alianza con Podemos y preferiría un acercamiento a Ciudadanos.
Este sector, encabezado por algunos barones, va a presentar mañana la propuesta de que Sánchez no pueda contar para salir investido con los votos ni la abstención de los partidos independentistas. Ello hace muy difícil en la práctica una coalición con mayoría absoluta en la Cámara, salvo que el PSOE lograra forjar una compleja alianza con Podemos y Ciudadanos.
Sánchez se muestra contrario a debatir este asunto, señalando que no figura en el orden del día y que ya tiene un mandato del Comité Federal del 28 de diciembre que le otorga una amplia capacidad de maniobra.
El representante más ilustre de la posición crítica es Felipe González, que ayer subrayaba en una entrevista en El País que la formación de Pablo Iglesias «quiere liquidar el marco democrático de convivencia» desde una ideología similar al chavismo. «Son puro leninismo 3.0», decía el ex presidente de Gobierno.
González defendía que ni el PSOE ni el PP deben impedir que el otro gobierne si uno de los dos consigue respaldo parlamentario para desarrollar un programa. Al mismo tiempo, el líder socialista se mostraba en contra de una coalición formada por PP, PSOE y Ciudadanos, que tendría el inconveniente, según sus palabras, de dejar a Podemos ocupar todo el espacio de la oposición.
«A mí no me gustan los Gobiernos anti lo que sea, aunque los he sufrido. Para las reformas que España necesita hay que contar con el PP», declaraba. González decía en esa entrevista muchas cosas llenas de sentido común pero también es cierto que no es la persona con más autoridad moral para arremeter contra Mariano Rajoy por la corrupción, ya que su mandato estuvo plagado de escándalos y la cúpula de Interior fue condenada por su implicación en la guerra sucia contra ETA sin que él asumiera responsabilidad alguna.
Pero el ex presidente tiene razón en el mensaje de fondo, que es que la sociedad española debe superar las posiciones frentistas y que debe haber acuerdos de Estado entre el PSOE y el PP para llevar a cabo las grandes reformas.
Como cabía esperar, sus propuestas fueron rechazadas por César Luena, secretario de Organización del PSOE y hombre de confianza de Sánchez, que aseguró que cualquier pacto con el PP es inviable porque equivaldría a «blanquear el partido de la corrupción». Luena calificó de «fraude a la democracia» la oferta de Rajoy de pedir apoyo a su investidura a cambio de respaldar al PSOE en los gobiernos municipales y autonómicos.
Las declaraciones de Luena confirman que el PSOE no está dispuesto a mantener ningún tipo de diálogo con el PP, lo que aboca a Sánchez a iniciar las negociaciones con Podemos. Al candidato socialista no les salen las cuentas con un acuerdo con Ciudadanos, que contaría con el voto negativo del PP, como Rajoy ha dejado claro.
Así las cosas, no se vislumbra la posibilidad de poder formar un Gobierno con mayoría parlamentaria y estabilidad, aunque habrá que esperar al desenlace de la nueva ronda de consultas del Rey. Sánchez ya ha manifestado en los últimos días que prefiere que el candidato a la investidura sea Rajoy como líder del partido más votado, pero que él no rechazará el encargo del Rey si el presidente del PP se mantiene en su negativa.
Habrá que esperar al desenlace del Comité Federal de mañana y al final de la ronda real de consultas para saber si la situación se desbloquea y si es posible algún tipo de acuerdo que permita formar un Gobierno que pueda resolver los grandes retos que debe afrontar España.