Zapatero alarga la vida de las centrales nucleares más allá de los 40 años

El problema es la dependencia

En junio de 2005, Zapatero alardeaba de ser «el más antinuclear del gobierno», prometiendo un calendario de cierre de todas las centrales atómicas. Ahora, acaba de reformar la Ley de Economí­a Sostenible para permitir el alargamiento de la vida de las centrales nucleares más allá de los cuarenta años. La razón del enésimo viraje de Zapatero hay que buscarlo en la presión de las grandes eléctricas, propietarias de las centrales nucleares. Es obvio que todos queremos una energí­a limpia y segura, pero el debate en torno a la energí­a nuclear tiene que estar presidido por la necesidad de reducir la asfixiante dependencia energética del exterior, una losa que dificulta nuestra salida de la crisis.

El eligro son las eléctricas En los programas electorales de 2004 y 2008, Zapatero se comprometió a la “sustitución gradual de la energía nuclear por energías más seguras, más limpias y menos costosas”, presentando un calendario de cierre para todas las centrales nucleares españolas. En 2009, el gobierno insistió en que la vida de las centrales nucleares debía tener un límite máximo de 40 años, que debía establecerse por ley.Pero estos días se ha concretado un anunciado “viraje nuclear”. La tramitación en el Congreso y en el Senado de la Ley de Economía Sostenible ha servido para introducir una enmienda que permite a las centrales nucleares seguir funcionando más allá de los 40 años, a través de sucesivas prórrogas autorizadas por el Consejo de Seguridad Nuclear.Para justificar este radical cambio de postura, el gobierno argumenta que, en un periodo de crisis aguda, la energía nuclear es necesaria ante los vaivenes en los precios del crudo y la inestabilidad política de los países productores de petróleo y gas.Sin embargo, las causas del “viraje nuclear” de Zapatero son mucho más prosaicos. El debate en torno a la continuidad de la central nuclear de Garoña así lo demuestra.Los propietarios de Garoña son, a un 50% cada uno, Endesa e Iberdrola, los dos principales monopolios eléctricos del país. Ambos han presentado una demanda contra la orden de cierre de la central -fijada para 2013, cuando las instalaciones cumplirán 42 años, rebasando el plazo de 40 fijado por Zapatero-, y reclaman en caso de clausura una indemnización de 1.500 millones de euros.En su demanda, Endesa e Iberdrola han recibido la sorprendente ayuda del secretario de Estado de Energía, Fabrizio Hernández, autor de un peritaje contra el cierre de Garoña que ha sido criticado por la Abogacía del Estado, alegando que infla los números a favor de las eléctricas.Los hechos hablan por sí mismos, y demuestran que el cambio de postura de Zapatero ante la energía nuclear no está dictado por las consecuencias de la crisis, sino por las presiones de los grandes monopolios eléctricos, principales propietarios del parque de centrales atómicas. Romper con la dependencia energética España es, según todas las encuestas, el país europeo con mayor oposición a la energía nuclear. Todos estamos de acuerdo en limitar los inevitables riesgos que supone este tipo de energía, pero en el “debate nuclear” suele obviarse el aspecto principal: la imperiosa necesidad de reducir la dependencia energética del exterior.Si la UE cubre sus necesidades energéticas en un 50% con productos importados, el caso de España es el de un auténtico “eunuco productivo” dependiente de la importación del 80% la energía primaria que consume. El problema se manifiesta especialmente en la dependencia de los combustibles fósiles, que suman el 70% de la mezcla de energía primaria consumida por España (petróleo 53% y gas natural 16%) frente al 62% en 1990. España depende del petróleo para más del 53% de su energía primaria (frente a sólo el 40% en EEUU y en el mundo en general).Para mantener el pulso vital de su economía, España necesita importar anualmente una cantidad de petróleo por una valor superior a los 50.000 millones de euros. La enorme dependencia de nuestro país de fuentes energéticas externas es uno de los lastres históricos de la economía española. Limitar considerablemente –o poner fin– a esta dependencia energética es un objetivo estratégico y de largo alcance para la economía del país. El “debate nuclear” El debate en torno a la energía nuclear tiene que estar sometido a la necesidad de limitar esta asfixiante dependencia energética del exterior.La cuestión de la seguridad tiene mucho más que ver con los mezquinos intereses de los propietarios de las centrales nucleares que con las características de este tipo de energía.A Endesa e Iberdrola se les impuso una multa de 22,5 millones de euros por ocultar datos sobre las fugas radiactivas en Ascó y Vandellós. Y muchas voces denuncian la falta de inversión en infraestructuras y tecnología en las centrales, o a las condiciones laborales de unas plantillas con un 70% de subcontratación, como las principales amenazas a la seguridad.Lo que hay que exigir es es que se cumplan todas las condiciones de seguridad, frente al interés de los monopolios eléctricos por incrementar sus ganancias ahorrándose costes.China ha proyectado el desarrollo de un nuevo tipo de reactor que permite reducir a una quinta parte los riegos actuales de las centrales nucleares. ¿Por qué no se obliga a los propietarios de las centrales españolas a invertir en seguridad?La energía nuclear, tal y como está concebida actualmente en España, no soluciona el problema de la dependencia energética.El cierre de las centrales españolas proyectado por Zapatero se basaba, no en el desarrollo de la producción propia, sino en el incremento de compra de energía procedente de las nucleares francesas.Además, según el Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE), el 100% de la tecnología, las patentes y las materias primas están en manos extranjeras, en lo fundamental de EEUU, Francia y Alemania.El debate nuclear debe estar abierto, pero el debate que todavía no ha empezado, y que es el fundamental, es el de la independencia del modelo energético español.Recursos hay para ello. El único problema es de decisión y voluntad política. Dada la desconfianza social que genera y el rechazo de una parte no desdeñable de la sociedad, la utilización de la energía nuclear requiere de un profundo y sereno debate capaz de dar lugar a un amplio consenso nacional sobre las condiciones y los límites en que el país está dispuesto a servirse de ella. Donde se tenga en cuenta la seguridad de la población y las necesidades del país, y no los intereses de un pequeño puñado de monopolios eléctricos, como ha sucedido con el “viraje nuclear” protagonizado por Zapatero.En la utilización de energías renovables, es necesario estudiar las potencialidades de expansión a todo el país (o a los lugares donde las condiciones físicas lo hagan posible) que muestra el modelo de Navarra, donde actualmente el 47% de la energía que consume la comunidad foral es eólica, aunque presenta distintos problemas todavía sin resolver (precio más elevado, desacoplamiento entre los momentos de máxima demanda y producción…).Los biocombustibles son otra alternativa viable y a considerar. Pues a pesar de los recelos que despierta entre distintos sectores sociales por su posible incidencia en el aumento de productos alimenticios básicos, el ejemplo de Brasil, el mayor productor mundial de biocombustible desde la caña de azúcar, está demostrando cómo es posible combinar autosuficiencia energética por vías alternativas con reducción, al mismo tiempo, de la pobreza social.De lo que estamos hablando es de la necesidad de un plan nacional de energía, que incremente la producción nacional para reducir nuestra dependencia del exterior, y se convierta también en un motor económico de creación de riqueza y empleo.