La victoria del PP en las elecciones autonómicas de Madrid ha sido rotunda e indiscutible.
Ha sido con diferencia la fuerza más votada en todas las circunscripciones, desde la capital a las zonas rurales. Ha conseguido duplicar con creces los votos y escaños obtenidos en 2015. Creciendo en sus feudos tradicionales, y también en zonas de voto histórico de izquierdas. Y lo ha hecho manteniendo a Vox en un lugar desde el que no podrá determinar la actuación del futuro gobierno madrileño.
Estos son los hechos. Isabel Díaz Ayuso presidirá la Comunidad de Madrid y el suyo será un gobierno plenamente legítimo, avalado por el veredicto democrático de las urnas.
Pero conviene despejar algunos espejismos, que no se corresponden con la realidad, y que están siendo intensa e interesadamente difundidos.
Parece, por como se presentan los resultados, que el PP ha pulverizado el 4-M su techo electoral en Madrid. No es verdad. Ayuso ha obtenido el 44,73% de los votos. Un registro meritorio, sin duda, pero lejos del 51,7% que Esperanza Aguirre consiguió en 2011.
Y, sobre todo, vemos como a través de diferentes formas se identifica a Madrid con el PP o con la figura de Ayuso. Los números desmienten esta afirmación. Si contamos el conjunto del censo electoral, los madrileños que tenían derecho a voto, al PP le ha votado el 4-M el 33,87%. Eso no es la totalidad de Madrid, sino uno de cada tres madrileños. Si sumamos a Vox, la otra fuerza que ya ha anunciado que respaldará la investidura de Ayuso, el PP va a gobernar Madrid con el apoyo del 40,78% del censo electoral.
Está de acuerdo con las reglas electorales, que rigen para todos, y es plenamente legítimo desde el punto de vista democrático. Pero lo que nos dicen los números es que ha habido un 59,22% de los madrileños, más de la mitad, que este 4-M no han votado a Ayuso.
Esto también son hechos. El PP va a gobernar Madrid, pero lo hará con el apoyo social de poco más de un 40%.
El otro espejismo que es necesario despejar es el de que la izquierda ha quedado poco menos que liquidada por el “ciclón” Ayuso. Han sido unos malos resultados para la izquierda. Nadie puede negarlo. La suma de los partidos de izquierdas ha perdido votos. Pero 1.515.722 madrileños han respaldado el 4-M a partidos de izquierdas y progresistas. Es más del 40% del voto total. No solo no ha desaparecido sino que sigue siendo una fuerza social importante en Madrid.
Conviene aclarar estos espejismos. Porque hay quien se ha apresurado a difundir que la “nueva política”, cuyo origen está en la expresión en los diferentes parlamentos la oposición a los recortes, ha pasado a la historia. Y plantean que es el momento de trasladar al conjunto de España lo que ha sucedido el 4-M en Madrid.
Ayuso va a gobernar Madrid con el 40,78% de apoyo social. Hay que repetirlo, frente al falso espejismo de que existe un apoyo social masivo al PP, que está a punto de trasladarse al resto de España.
Hay que dejarlo claro porque vamos a enfrentar momentos decisivos. Utilizando la recepción de los 140.000 millones de fondos europeos como herramienta de presión, se está ya preparando una nueva vuelta en los recortes. Anuncian el mantenimiento de los puntos fundamentales de la reforma laboral de Rajoy, la que ha permitido que España encabece los ránkings europeos en la bajada de salarios, que se aplicaría ya este año. Y posponen para 2022 una nueva reforma que recorte las pensiones y una subida de impuestos, no a grandes bancos y monopolios, sino a trabajadores y familias.