SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

El poderí­o de Felipe González: el pacto se muñe en su cortijo

El pretendido gobierno de coalición avant match es un desvarío impropio de un estratega notable de la vida política nacional a gran escala. Después de las elecciones es muy posible que también sea un desvarío (por la improbabilidad y las reticencias históricas) pero nadie podrá rebatir la necesidad imperiosa de alcanzar acuerdos en beneficio de los intereses generales de una inmensa mayoría de ciudadanos, que algunos prefieren denominar como interés general.

No son muchos los que saben que Felipe González, como presidente del Gobierno que fue durante catorce años, es uno de los principales abanderados de esa hipótesis y tiene razones muy poderosas –incluso patrióticas- para convencer a unos y a otros.

En su finca extremeña -tampoco hay que exagerar porque se trata de un cortijillo sin muchas pretensiones- suele acoger a antiguos e históricos dirigentes socialistas que sirvieron a su lado pero también a líderes sociales, mediáticos y empresariales que tienen sus inquietudes e incertidumbres sobre el devenir de este pequeño y siempre inquietante país llamado España. Se podría afirmar también que, de cuando en vez, también son acogidos en su predio extremeño -ya se sabe que a Felipe siempre le ha tirado mucho el campo desde su tiempo mozo en Dos Hermanas cuidando la pequeña finca de su padre granjero- dirigentes del centro derecha que cuentan con el aval del expresidente. Naturalmente, Susana Díaz también ha visitado a su antiguo líder y dios al que reconoció como tal durante su tiempo inicial de catequista y era una simple hija del fontanero del pueblo.

El gran acuerdo de Estado del que siempre habló el líder socialista es una necesidad que le repiten todos los días dirigentes empresariales tan reputados como Alierta, Goiri y Brufau por citar los últimos que se han pronunciado públicamente al respecto. Tampoco son tantas materias: media docena y sobran tres.

El bueno de Pedro Sánchez debería tomar buena nota porque en el PSOE, que tiene un alto componente ácrata, los liderazgos se volatizan como el mal éter en medio de un campo de batalla.