EE UU ultimo intento para salvar GM

El plan de nacionalización de General Motors

General Motors dio ayer un nuevo golpe de tuerca a su plan de viabilidad, en un último intento para reestructurarse al margen de la bancarrota. En el apartado industrial, endurecerá su plan de ajuste, mientras que en el financiero ofrece canjear deuda y otros compromisos por capital.

De rosperar este plan (el plazo vence el 26 de mayo), el Tesoro estadounidense superarí­a el 50% del capital, mientras que los trabajadores alcanzarí­an el 39%, frente al 1% que retendrí­an los actuales socios.Un vuelco a la desesperada para evitar la bancarrota, que obliga a Obama a asumir en primera persona este duro ajuste. Las urgencias de GM no admiten más esperas: los aún dirigentes anunciaron el desmantelamiento de la marca Pontiac, el incremento de los despidos hasta los 21.000 trabajadores (un tercio de la plantilla) y el cierre de 16 de las 47 fábricas en EEUU.Es la tercera revisión del plan presentado en diciembre, cuando la Casa Blanca acudió en su auxilio. Fritz Henderson, su consejero delegado, quiere ser más agresivo y concentrar los recursos financieros, técnicos y comerciales en los pilares más sólidos. «No se trata de sobrevivir, sino de ganar». Para ello propone dejar en 31 las plantas de ensamblaje con las que opera en Norteamérica, frente a las 47 que tení­a en 2008.El grupo se desprenderá de Pontiac, como trata de hacer con Saab, Saturn y Hummer. La nueva GM estará integrada por Chevrolet, GMC, Cadillac y Buick, y ofrecerá 34 modelos, frente a los 48 en 2008. Su cuota de mercado bajará del 18,6% al 15,6%, por detrás del 16,3% de Toyota. Y si el grupo se contrae en tamaño, también su red de concesionarios, que pasará de 6.246 en 2008 a 3.605 a final de 2010.Este drástico ajuste, diseñado con el Tesoro, tendrá un impacto en el empleo. GM habla ahora de dejar la plantilla en 40.000 asalariados en 2010, es decir, 21.000 menos que en 2008. Son 8.000 despidos más que los previstos en febrero. Todo sumado reducirá un 25% los costes estructurales.GM, tiene hasta el 1 de junio para reestructurarse al margen de la suspensión de pagos. Los sindicatos recibirí­an un 39% del capital a cambio de renunciar a compromisos por pensiones y seguros de salud. El Tesoro lograrí­a un 40% a cambio de su ayuda. Los tenedores de deuda por 27.200 millones se quedarí­an con un 10%, canjeando cada 1.000 dólares en bonos por 225 acciones.El castillo puede derrumbarse si no se llega a un acuerdo con los acreedores, a quienes el trato les parece injusto. El canje sólo se realizará si el 90% de los tenedores de bonos está de acuerdo. El dilema para ellos es que la alternativa es la suspensión de pagos, en la que correrí­an el riesgo de quedarse sin nada.En el caso de su rival Chrysler, el reloj descuenta más rápido y tiene hasta el jueves para cerrar la alianza con la italiana Fiat. Este fin de semana cerraron un principio de acuerdo con el sindicato para reducir costes, mientras intenta encontrar la manera de reducir los 7.000 millones de deuda.La supervivencia de la industria del motor está í­ntimamente ligada a la reactivación del consumo, casi una quimera en las circunstancias actuales. La administración de Obama no quiere sostener artificialmente a este gigante con pies de barro. Sólo contribuirí­a a engordar más su déficit, que tras los megarescates bancarios esta por las nubes.Sobre la venta de Opel, Henderson dijo que GM «no estará ausente de Europa. Estaremos presentes en virtud de nuestra inversión en la empresa y seremos capaces de aprovechar esa inversión en cuanto a motor, desarrollo de vehí­culos y tecnologí­a».Preguntado si GM dejará de ser una empresa mundial cuando acabe su proceso de reestructuración, Henderson declaró que «seguiremos siendo una compañí­a global pero su naturaleza va a cambiar. Vamos a ser globales pero de forma distinta. Estoy más concentrado en obtener buenos resultados que en ser grande».la clave del nuevo plan está, no obstante, en la propuesta del canje de deuda que permitirá que una vez culmine, sean el Estado y los empleados los principales accionistas de la compañí­a. Una muestra más de la profundidad de una crisis económica y sectorial que podrí­a obligar a Washington a convertirse en propietario de una automovilí­stica, algo inédito en Occidente con la excepción de Renault. General Motors podrí­a convertirse en Government Motors (Motores del Gobierno). Eso, si la conversión propuesta tiene éxito. Si no, la salida tiene otro nombre: concurso de acreedores.La crisis ha barrido como un auténtico vendaval las centenarias estructuras de la industria automovilí­stica estadounidense. Un vendaval desconocido hasta la fecha El vendaval también afecta a Chrysler. La filial de Cerberus salvó ayer una primera prueba que la amenazaba con el concurso de acreedores. El sindicato UAW llegó ayer a un acuerdo con la dirección, con Fiat y con el Tesoro para pactar la reestructuración, cuatro dí­as antes del lí­mite puesta por Barack Obama, que obliga a que Fiat tenga un papel. Y es que la compañí­a italiana se ha convertido en un inopinado actor secundario de la crisis de la industria de EE UU, toda vez que muchos medios dan por hecho que es uno de los interesados en invertir en Opel. Algunos analistas se han mostrado entusiastas acerca de una alianza entre la alemana y la italianaOtra cosa serí­a la alianza entre Fiat, Opel y Chrysler, aunque, en este caso, las necesidades de inversión quizás serí­an excesivas para las arcas de Fiat, que ya soportan una deuda de 6.600 millones.La canciller alemana, Angela Merkel, prometió a finales de marzo ayuda financiera al posible inversor de Opel. La situación de Fiat no ha mejorado, pues según datos difundidos hoy, el grupo italiano sufrió pérdidas netas de 411 millones de euros y una caí­da de los ingresos del 25,3 por ciento en el primer trimestre del año, en comparación con el mismo periodo del año pasado.El comité de empresa de Opel, expresó su temor a que si Fiat entra en Opel habrá una destrucción masiva de empleo y hasta el cierre de plantas de producción en Alemania tras las elecciones generales que se celebrarán el próximo mes de septiembre.»Opel y Fiat mantienen en determinados segmentos una competencia brutal. Con ese concepto, el Gobierno alemán no puede facilitar ayuda pública», agregó.Todos los estados están intentando paliar que la consiguiente destrucción de fuerzas productivas no les explote en las manos. El aumento del paro y la pauperización del nivel de vida de el pueblo puede provocar lo que han más temen, un estallido social de tal magnitud, que no sean capaces de controlar.