Dos hechos más que preocupantes. Primero: con un 23,4% Reagrupament Nationále saca los mejores resultados de su historia. Marine Le Pen logró un 21,3% en 2017 y un 17,9% en 2012. Se trata de un nuevo récord. Si sumamos los que le ha sustraído Zemmour (7%) tenemos que cerca de un tercio del electorado francés votan a los ultras.
Segundo: en las tres elecciones que se han celebrado en Europa desde que comenzó la invasion rusa de Ucrania, las fuerzas de la extrema derecha y del ultranacionalismo más vinculados con Putin han ganado fuerza o han ganado de forma contundente en las urnas. No es que su cercanía a Putin no les haya pasado factura, es que han salido premiados. Han ganado en Hungría, han ganado en Serbia… y ahora han subido en Francia.
¿Qué ocurre? ¿Es que en Francia amplios sectores de la población, que antes votaban comunista o socialista, ahora se han vuelto de extrema derecha y son simpatizantes de Putin? Pues tampoco es así.
Marine Le Pen lleva desde 2011 esforzándose mucho por «normalizar» y blanquear a su partido, y por «chiraquizar» su propia imagen pública, apareciendo como cercana y afable a los ciudadanos en contraste con el repeinado estadista que es Macron. Aunque sigue defendiendo las mismas ideas antidemocráticas y ultrareaccionarias, ha centrado su discurso en cuestiones económicas y sociales, relegando a un segundo plano la inmigración, el islam y la seguridad. Las estridencias ultras y trumpistas de Zemmour le han permitido aparecer como más moderada y presidenciable ante el electorado.
¿Es que en Francia amplios sectores de la población, que antes votaban comunista o socialista, ahora se han vuelto de extrema derecha y son simpatizantes de Putin? Pues tampoco es así.
Nadie debe engañarse. Ni Marine Le Pen -ni por supuesto Eric Zemmour- son ningunos «outsiders», como tampoco lo era Donald Trump en EEUU. No representan en ninguna medida ninguna línea «patriótica», de defensa de la soberanía francesa respecto a Bruselas. Aunque no sea la línea hegemónica ni la apuesta en estos momentos, la extrema derecha (en Francia y en España) es una fiel servidora de los intereses de la burguesía monopolista y de la oligarquía financiera. Como siempre ha hecho, trata de nutrirse de forma oportunista y demagógica del desencanto, de la frustración y del profundo malestar de amplias capas de la población, atropelladas por los ataques del capital monopolista y de las imposiciones del gobierno o de Bruselas, para transformarlo en división, enfrentamiento y arribismo político.