“El aseo de Buster Keaton” fue publicado originalmente en la revista Gallo, como una breve colaboración. Es un “diálogo tiernísimo”, como lo calificó Lorca cuando escribió a su amigo Melchor Fernández Almagro. “Hago unos diálogos extraños, profundos de puro superficiales, que acaban todos ellos con una canción”, algo que él mismo describía como poesía pura y desnuda. Incluso llegó a subrayar que eran “más universales” que el resto de su obra. El absurdo potencia las situaciones que tienen como punto de partida a Keaton, quien, con un puñal de madera, mata a sus cuatro hijos y acto seguido monta en bicicleta para disfrutar de clima y naturaleza. Federico vio en los ojos de Keaton una expresión de tristeza infinita. Manuel Flores los ha llenado de melancolía, con pequeñas pinceladas de ordenador. Porque Flores afirma que se olvido del lápiz y la goma a la hora de reinterpretar este clásico moderno, e intento sintetizar al máximo los recursos gráficos. Así ese mundo desconcertante que se narra en la obra adquiere nuevos tintes constructivistas a través de los dibujos infográficos de Flores. Nuestro creador literario más internacional se recreó describiendo el complejo mundo del actor “mudo”, que tantas muecas variadas, entre la tristeza y la carcajada, consiguió arrancar a varias generaciones. También lo hace 80 años después el ilustrador, que investiga la mirada de Keaton a través de la pluma de Lorca, en una especie de “collage” de grafismos básicos. La atrevida editorial Media Vaca, que llena las estanterías con vistosos volúmenes para grandes y pequeños, publica su mejor obra en su décimo aniversario. Una pieza recomendable en si misma por su calidad, por lo que representa su autor, pero ahora también por la exquisitez de su cuidada edición. Grandes ilustradores para la gran literatura, esa parece ser la consigna de esta joven editorial ya consagrada.